Iturrizar y Urquijo, Casilda. Viuda de Epalza. Bilbao (Vizcaya), c. 1826 – 22.II.1900. Benefactora.
La fecha de nacimiento de Casilda de Iturrizar es bastante controvertida, aunque la mayoría de los autores la sitúa en el año 1826. Casilda Margarita de Iturrizar y Urquijo fue hija de Joaquín de Iturrizar y Basabe, natural de Bilbao, y de Eugenia de Urquijo e Isurtegaray, natural de la Anteiglesia de Begoña, y tomó su primer nombre del de su madrina de bautismo, Casilda de Ingunza.
El 1 de mayo de 1859 Casilda contrajo matrimonio en la parroquia de San Nicolás de Bari con Tomás José Joaquín de Epalza y Zurbarán, que entonces contaba con sesenta y un años, un acaudalado empresario bilbaíno nacido en esta villa el 18 de septiembre de 1798 y viudo de María Concepción Cándida de Lequerica y Bergareche. Tras su matrimonio con Epalza, se produjo el ascenso social de Casilda, pues pasó a ser la esposa de uno de los hombres más ricos de Vizcaya.
Tomás de Epalza había emigrado joven a Cuba, donde logró una importante fortuna. Tras su regreso a Bilbao invirtió su caudal de indiano en varias empresas mineras, siderometalúrgicas y de transporte —ferrocarril y tranvías—, que iniciaron y favorecieron el proceso de industrialización de Bilbao y Vizcaya.
Tomás de Epalza fue socio fundador en 1841 de la primera empresa industrial de fundición de hierro de Vizcaya —Santa Ana de Bolueta— y además formó parte de su consejo de administración en 1844, habiendo ocupado el cargo de secretario y tesorero tres años antes. Fue el consejero que representó a España en la sociedad constructora del ferrocarril Compañía del Ferrocarril de Irún a Madrid por Bilbao, que contaba también con la participación de Francia. También tomó parte en la fundación del Banco de Bilbao en 1857.
En el año 1860, el matrimonio Epalza-Iturrizar ya había encargado la construcción de una vivienda en el Bilbao residencial en el Campo Volantín (un proyecto llevado a cabo por Francisco Arias). No debían de ser nada desdeñables las rentas de sus propiedades urbanas y rústicas que poseía tanto en Bilbao como en Portugalete. Así, en el año 1860, por la suma que reportaban sus rentas rústicas (2.262 reales), se les podía considerar como principales propietarios del ámbito rural de la villa. En 1871 Epalza compró a Luciano Urizar de Portugalete “una cuarta manzana del Muelle Nuevo”, encargando allí la construcción del denominado palacio Epalza a Francisco de Orueta.
También en Portugalete, Tomás de Epalza levantó la capilla de Santo Tomás de Villanueva en el lugar denominado “de La Arena”, cuya primera piedra se colocó el 18 de septiembre de 1871.
El matrimonio Epalza-Iturrizar parece que actuó como tutor de M. Alberto de Palacio, el futuro arquitecto del puente colgante, pues, al morir sus padres, residió con ellos en Portugalete. Como dato curioso, se destaca que fue precisamente en terrenos de los Epalza-Iturriza en donde se colocaron algunos de los pilares y anclajes del célebre puente actualmente declarado Patrimonio de la Humanidad.
A la muerte de Tomás (22 de abril de 1873) —y no teniendo éste hijos de ninguno de sus dos matrimonios—, Casilda Iturrizar heredó una muy considerable fortuna, que en 1873 era una de las tres más importantes de Bilbao, con más de 12.000.000 de reales de vellón. Las otras dos fueron el Banco de Bilbao, institución bancaria a la que precisamente su esposo había aportado 300.000 reales del capital social inicial (8.000.000 de reales de los de 1857), y el rico contribuyente Juan Echevarría y La Llana.
Ya en vida, Casilda hizo importantes donaciones a diferentes instituciones de beneficencia bilbaínas, como la Santa Casa de Misericordia y el Santo Hospital Civil. Sus donativos a cada una de ellas excedieron el millón de pesetas. En 1883 se constituyó la sociedad anónima “La Enseñanza Católica” con un capital de 500.000 pesetas y con el fin loable de instituir en la villa de Bilbao una Universidad. Su principal accionista fue Casilda, quien, junto a su hermano José, era miembro del Consejo o Patronato. En 1884 mandó construir en terrenos de su propiedad el grupo escolar de la calle Tívoli. De igual modo, fue la principal accionista para la edificación de la plaza de toros de Vista Alegre. También consta su inversión en la Sociedad Anónima Nuevo Teatro de Bilbao, constituida en 1885 y que edificó el Nuevo Teatro —después llamado Teatro Arriaga—, que fue inaugurado en 1890.
Casilda suscribió, por medio de su hermano José de Iturrizar, primer presidente de la Sociedad, doscientas cincuenta acciones, es decir 125.000 pesetas del capital social de un millón.
Ayudó a las religiosas de la Orden de las Siervas de Jesús cuando éstas construyeron su convento en la calle de la Naja, y también atendió las necesidades del templo del Corazón de María. Fue fundadora, con otras benefactoras bilbaínas, de la Asociación de la Sagrada Familia, institución nacida para ayudar y atender a las jóvenes que trabajaban en el servicio doméstico. El Sanatorio Marítimo de Górliz, construido en 1897, también contó con su regular aportación.
Ayudó igualmente a la Sociedad Coral de Bilbao, convirtiéndose en mecenas cultural con relativa frecuencia, y en este tipo de intervenciones señala su mecenazgo también con el pintor Alberto Arrue. Instituyó becas de gran prestigio y mantuvo su apoyo económico para los estudiantes de las escuelas municipales.
Fue también quien posibilitó la compra de dos magníficos órganos, uno para la catedral de Santiago y otro para la parroquia de San Nicolás de Bari.
En Portugalete, a principios de la década de 1890, cedió gratuitamente los terrenos de su propiedad necesarios para el trazado de la nueva calle-carretera que uniría el Muelle Nuevo con la calle General Castaños y que posteriormente llevaría su nombre. En 1893 donó 1.000 pesetas —en colaboración con el Ayuntamiento— para atender los gastos originados por el cólera y otras epidemias que afectaron a los portugalujos.
En su testamento, otorgado ante el notario de Bilbao Ildefonso de Urízar el 27 de febrero de 1899, hizo numerosos legados y mandas pías a diferentes instituciones beneficiadas, como la Santa Casa de Misericordia (500.000 pesetas) y el Hospital Civil (250.000 pesetas) en Bilbao. Otras instituciones a las que tuvo en cuenta en sus legados fueron: el Patronato de Obreros de San Vicente de Paúl (200.000 pesetas), la Casa de Expósitos (125.000 pesetas), las Misiones de San Fernando Poo (125.000 pesetas), la Junta para la beatificación de fray Valentín de Berrio-Ochoa (125.000 pesetas). También en su testamento legó al Ayuntamiento de Bilbao las escuelas de la calle del Tívoli, y 550.000 pesetas para sostener la enseñanza en las mismas.
Entre sus últimas disposiciones testamentarias donó 5.000 duros a favor del colegio de sordo-mudos y ciegos de Deusto. Su labor benéfica se proyectó igualmente hacia Portugalete, como queda subrayado en su testamento: “Es voluntad que en su huerta o terrenos que están contiguos a su jardín de Portugalete se construya un edificio para la escuela de niños y que la enseñanza sea gratuita para todos los pobres y también para los obreros”.
Casilda de Iturrizar falleció en su casa bilbaína, situada en el primer piso del n.º 9 de la calle de la Estufa —hoy Viuda de Epalza—, el día 22 de febrero de 1900. Sus funerales tuvieron lugar el 23 de febrero y fue enterrada en el cementerio de Mallona al día siguiente. El duelo tuvo una proyección social incuestionable y así se recogió en la prensa local. De igual modo, en Portugalete, a las diez horas del 24 de marzo se celebraron los solemnes funerales en la iglesia parroquial de Santa María, “en sufragio del alma de la caritativa señora D. Casilda Iturrizar”.
En 1902 se constituyó la Fundación “Escuelas de Dña. Casilda de Iturrizar”, y a finales del mismo año culminaban las obras de las escuelas que fueron regentadas por los padres agustinos en Portugalete.
En la fachada de las casas n.os 7-8 de la calle Viuda de Epalza en Bilbao existe un escudo con la siguiente inscripción: “Año MCDCCCC. El Municipio de Bilbao, a la memoria de doña Casilda de Iturrizar.
El cielo la dotó de grandes riquezas que con pródiga mano repartió entre los necesitados de la tierra”. El Ayuntamiento de Bilbao acordó erigir un monumento en su memoria, obra del escultor catalán Agustín Querol, que fue situado inicialmente en la plaza Elíptica (1906-1941) y que actualmente se encuentra en el parque bilbaíno al que también se le conoce por el nombre de dicha benefactora. Otros bustos escultóricos que recuerdan a Casilda de Iturrizar, así como a su marido Tomás Epalza, son aquellos realizados por el escultor Adolfo Areizaga (1848-1918), que se conservan actualmente en la Casa de Misericordia de Bilbao.
En homenaje de tan ilustre y generosa dama bilbaína, uno de los pabellones del Hospital de Basurto de Bilbao también mantiene su nombre, recordado afortunadamente por muy diferentes generaciones de bilbaínos.
Bibl.: L. Herce Pérez Caballero, Calles de Bilbao, Bilbao, Ellacuría, 1957; M. Basas, “Calles de Bilbao. La Viuda de Epalza, antes de La Estufa”, en Bilbao, n.º 20 (26 de julio de 1989), pág. 18; J. de Pagoeta, Portugalete y su gente, Bilbao, 1991; M. Basas, Diccionario abreviado de las calles de Bilbao, Bilbao, Ayuntamiento, 1991; B. de Lasuen, Monumentos a vizcaínos ilustres, Bilbao, BBK, 1995; P. García, “Doña Casilda de Iturrizar, Vda. de Epalza”, en Bilbao, n.º 100 (diciembre de 1996), pág. 14; M. Brancas, Guía de mujeres de Bilbao. 700 años de Historia, Bilbao, Ayuntamiento, 1998; L. Gómez, “La última herencia”, en El Correo (Vizcaya), 18 de febrero de 1998, pág. 3; I. Martínez, M. Iturbe y B. Suárez, Portugalete en la Revolución Industrial (1850-1936). Biografías, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1999; M. J. Cava Mesa, “Mujeres en el callejero bilbaíno (I)”, en Bilbao, n.º 135 (febrero de 2000), págs. 10-11; M. Montero, “Benefactoras”, en El Correo (Vizcaya), 23 de febrero de 2000, pág. 12; M. Garay y A. Alday, “Cien años sin Casilda y Rafaela”, en Bilbao, n.º 136 (marzo de 2000), pág. 35; A. de Amézaga, “En recuerdo de una espléndida dama”, en Bilbao, n.º 163 (agosto de 2002), pág. 4; D. Bacigalupe, “Calles de Bilbao. Una invitación al equívoco: Viuda de Epalza y Epalza, dos calles que confunden a bilbaínos y forasteros” y “Casilda de Iturrizar, Bilboko behartuenean ongilea”, en Bilbao, n.º 166 (diciembre de 2002), pág. 4.
Begoña Cava Mesa