Jauch, José Antonio. Altdorf (Suiza), 6.VII.1712 – ?, c. 1780. Militar y asentista.
Nació en el seno de una de las familias más ilustres del cantón suizo de Uri. Su padre, Johann Sebastian Jauch (1674-1731), desempeñaba el cargo de gobernador en Sargans, territorio limítrofe con Austria y dominado en común por los cantones soberanos, llegando incluso a ser landammann o presidente del gobierno de su cantón hacia el final de su vida. En este mismo sentido, su tío Karl Franz Jauch tuvo, a partir de 1725, el mando del Regimiento suizo Bessler en España, siendo, además, nombrado caballero de la Orden Militar de Santiago. Es más, varios de sus primos hermanos prestarían sus servicios en este Regimiento, que llevaba el nombre de otra familia uranesa muy influyente, partidaria de la Corona española y proveedora de mercenarios para sus tropas.
En 1729, José Antonio Jauch decidió enrolarse en el ya mencionado Regimiento suizo, por lo que partiría desde Génova hacia Barcelona en la que sería su primera travesía marítima. Pero la suerte no pareció acompañarle en este viaje, pues poco antes de arribar a la ciudad de destino su embarcación cayó en manos de corsarios moros, y sus tripulantes fueron conducidos a Argel. Allí permanecería Jauch durante tres meses, sin que fuera liberado hasta que su hermano pagara por él un considerable rescate. Pero este traumático episodio no sería óbice para que muy pronto retomara sus planes. Hizo las guerras de Italia de las décadas de 1730 y 1740, ascendiendo desde cadete hasta capitán, y fue nombrado caballero de la Orden Militar de San Esteban. Precisamente cuando se encontraba en uno de sus mejores momentos profesionales, el Regimiento Bessler fue disuelto, en 1749.
Jauch, después de diecinueve años continuos de servicio, decidió regresar a Suiza, donde contrajo nupcias con la uranesa María Ana Xaviera Vinmentlen.
Sin embargo, su vida tranquila y retirada no duraría mucho; después de la muerte de su mujer se sintió de nuevo impulsado a prestar servicios en España.
En 1768 Jauch se encontraba de nuevo en Suiza, donde tuvo conocimiento del proyecto de las Nuevas Poblaciones que se acometían en la Sierra Morena jiennense a través de los folletos distribuidos por Juan Gaspar de Thürriegel. Tras constatar el gran interés de muchos de sus conciudadanos por la hábil propaganda del aventurero bávaro, se decidió a acometer la recluta de sus vecinos por su propia cuenta. El 28 de marzo de ese mismo año envió, por intercesión del embajador español en Suiza, el conde de Asalto, un memorial al Rey, en el que proponía conducir con permiso del Estado a cien familias que cumplirían con las condiciones mencionadas en la contrata de Thürriegel.
La propuesta de Jauch fue remitida al Consejo de Estado, que se mostró favorable a su realización práctica.
Se aceptó que los suizos gozaran de los mismos privilegios que los alemanes de Thürriegel, y, como en el caso de éste, se le concederían también a él 326 reales por colono.
La premura, así como la constante falta de caudales, que aquejó al establecimiento inicial de las ya mencionadas Nuevas Poblaciones, motivó, desde el verano de 1768, toda una cadena de protestas. Jauch tampoco se mantuvo al margen de ellas, elevando en marzo de 1769 un memorial al Rey en el que protestaba por la situación deficiente y por el mal trato que sufrían los colonos de Sierra Morena y Andalucía, documento que constituiría el detonante de la visita a las Nuevas Poblaciones de Pedro Pérez Valiente, miembro del Consejo de Castilla; durante dicha visita, el superintendente Pablo de Olavide sería apartado de su cargo.
El resultado algo ambiguo de esta inspección llevó de nuevo a Olavide a la dirección de las nuevas colonias; no se contempló, sin embargo, ningún tipo de compensación por el agravio sufrido. Por su parte, Jauch continuó trayendo más colonos hasta completar su contrata, con cuatrocientas cincuenta y cuatro personas, en septiembre de 1769.
Cuando Jauch creyó haber cumplido con lo estipulado, empezó a suplicar que se le diera una recompensa, pues se le había asegurado que sería remunerado de acuerdo con sus méritos, para cubrir los gastos extraordinarios que tuvo con la conducción de los colonos. Aunque solicitó que se le admitiese la leva de un Regimiento procedente de su cantón, así como el grado y sueldo de teniente coronel y una patente de capitán, no se le concedería.
Igualmente le sería negada una gracia de 60.000 reales de vellón.
Sus ambiciones militares no le llevaban a conformarse con el escaso bagaje de la toma de posesión de la plaza de capitán de una compañía en uno de los Regimientos extranjeros del Rey, pero sus reiteradas peticiones de 1770 y 1771 no tuvieron los efectos esperados, por lo que hubo de darse por satisfecho.
Siguió, de este modo, ejerciendo sus funciones de capitán hasta que murió en circunstancias desconocidas hacia 1780.
Bibl.: R. Bolzern, “Joseph Anton Jauch, ¿aventurero y logrero o reclutador profesional?”, en M. Avilés Fernández y G. Sena Medina (eds.), Nuevas Poblaciones en la España Moderna, Córdoba, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Seminario de Estudios Carolinenses, 1991, págs. 253- 259.
Adolfo Hamer Flores