Malo de Villavicencio, Pedro. Sevilla, 23.V.1673 ant. – México, 2.IV.1744. Oidor decano de la Audiencia de México, oidor de Guadalajara (México) y juez superintendente de la renta de azogues de Nueva España.
No se conoce la fecha exacta de su nacimiento pero sí que fue bautizado en Sevilla el 23 de mayo de 1673.
Sus padres fueron Pedro Malo de Salas, nacido en Antequera (Málaga), regidor por el estado noble y alcaide de la Santa Hermandad de La Rinconada (Sevilla), y Micaela de Villavicencio y Arias, natural de esta última población. Cursó estudios superiores durante diecinueve años en las Universidades de Sevilla y de Salamanca. En la primera obtuvo el grado de bachiller en Artes (1690) y en la segunda, entre 1695-1696 y 1701, los de bachiller en Cánones y bachiller, licenciado y doctor en Leyes, y opositó a esta cátedra (1703) y fue también diputado de la Universidad por un curso.
Por Real Cédula de 15 de enero de 1706 se le nombró oidor de la Audiencia de Guadalajara (México) con un sueldo de 2.000 ducados de plata anuales.
En ella cumplió puntualmente con las obligaciones de su empleo y fue juez de composiciones de tierras y de oficios vendibles y renunciables. En 1709 se le distinguió con el título de caballero de la Orden de Calatrava y en 1721 fue promovido a la plaza de fiscal de Crimen de la Audiencia de México, ocupando después la Fiscalía de lo Civil. Pronto se le designó oidor de la misma (abril de 1723), encargándose a lo largo de su ejercicio de las diversas comisiones que por turno le tocaron (juez de Colegios y Hospitales, de Bienes de difuntos, del Desagüe de Huehuetoca). Aunque llegó a tener hasta nueve comisiones al mismo tiempo, circunstancia prohibida por reales decretos, desde el Consejo de Indias se alabó “la actividad y celo” de este ministro en todas ellas.
Contó con la confianza y el apoyo del virrey Casafuerte —sería Malo uno de sus albaceas testamentarios— y realizó, a su instancia, una importante labor investigadora acerca del balance del corte de caja (1730) que el contador del Tribunal de Cuentas Gabriel Guerrero de Ardila efectuó durante la visita de Pedro Domingo de Contreras a las Cajas de México, así como de otras diligencias sobre los oficiales reales, que le acarrearon enemistades y los ataques y críticas del visitador. Éste llegó a acusarle de haber comprado plata, fuera de subasta, a un bajo precio y sin pagar los derechos correspondientes. En él recayó el puesto de juez conservador del Estado del marquesado del Valle de Oaxaca (1732) y mantuvo un litigio por este lucrativo destino con el también oidor Francisco Antonio de Echevarri, quien estimó que lo había obtenido gracias al influjo de su esposa. El arzobispovirrey Vizarrón le encargó la pesquisa del indecoroso remedo del entierro de su antecesor, el marqués de Casafuerte (1734).
Llevaba treinta y cinco años de servicio a la Corona cuando sucedió a José Joaquín de Uribe en la superintendencia de los azogues de Nueva España, por la que se le dio una ayuda de costa de 1.500 pesos, cargo que compaginó con su plaza de oidor. Estuvo al frente de dicha administración desde julio de 1740 hasta su fallecimiento, si bien el nombramiento se lo habían concedido el 29 de diciembre de 1739. En estos años, complicados por la crisis de la minería, debido a la escasez del mercurio que se importaba y al clima bélico (Guerra de los Nueve Años), gestionó el traslado de las oficinas, establecidas en Puebla de los Ángeles, a la capital mexicana; inspeccionó y recomendó que se explotaran unas recién descubiertas minas de azogues en Temascaltepec (Cuernavaca), sin resultado práctico, y tuvo problemas de competencias con el virrey duque de la conquista, como solía ocurrir frecuentemente entre los virreyes y estos jueces privativos al habérseles quitado a aquellos la administración del mercurio en 1708 con la creación de la Junta de azogues en España. Fue su esposa la que, a su muerte, presentaría las cuentas de los últimos meses de su gestión.
Al fallecer el duque de la Conquista (22 de agosto de 1741), quedó la Audiencia como gobernadora y Malo, que era oidor decano y auditor de guerra, asumió interinamente el mando de la Capitanía General del virreinato hasta la llegada del nuevo virrey, el conde de Fuenclara, al que hizo el traspaso de poderes en Otumba a primeros de noviembre de 1742.
En este período dispuso una serie de medidas encaminadas a la defensa de los puertos de Veracruz y Acapulco, ante las noticias de la presencia inglesa (el comodoro Anson y el almirante Vernon) con cinco buques de guerra y no fue partidario de que se aceptase el proyecto de Antonio Ladrón de Guevara para la pacificación del seno mexicano, reducto de indios rebeldes.
Estaba casado con la española María Gertrudis Gutiérrez de Castro y Cueto, hija del capitán Juan García de Castro, con la que tendría una numerosa prole, que fue emparentando con ilustres familias mexicanas. Su hijo Félix Venancio compró el cargo de oidor de esa Audiencia y empezó a ejercerlo en 1745; Enrique Mariano fue regidor del Cabildo (1760); otros de sus vástagos eligieron la vida eclesiástica o religiosa.
A final de sus días, el virrey Fuenclara resaltó su continua asistencia y dedicación a los asuntos de la Audiencia, pese a su avanzada edad y estado enfermizo.
Murió Malo un Jueves Santo y su cadáver fue enterrado al día siguiente en la iglesia de carmelitas descalzos de México, celebrándose las honras fúnebres el 13 de abril, a las que asistieron el virrey y otras destacadas personalidades.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contaduría, 1039; Contratación, 5462, n. 123 y 5791, l. 1; Escribanía, 391C; Guadalajara, 128; Indiferente General, 94; 136, n. 101; 137, n. 7 y 141, n.59; México, 321; 529B; 541; 792A; 793; 796 y 1338.
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Ascensión Baeza Martín