Ayuda

San Bernardo de Candeleda

Biografía

Bernardo de Candeleda, San. Toledo, m. s. xii – Candelada (Ávila), p. m. s. xiii. Eremita, monje del Císter (OCist.) en Grande Selva (Ávila), santo popular, patrono de Candeleda, abogado contra la rabia.

La vida de este santo aparece tan compleja y oscura, que se hace difícil ofrecer una semblanza fiable y segura, para que el lector pueda estar enteramente satisfecho. Entre los autores que transmiten su vida no existe coincidencia, sino variedad de opiniones, y como no existen fuentes de la época, por eso se hace difícil, por no decir imposible descubrir la verdad. No obstante, tres ideas parecen fundamentales: personalidad, existencia y popularidad del santo.

Según algunos autores se trata de un monje nacido bien en Valparaíso —en las inmediaciones de Candeleda, al sur de Ávila— bien en la ciudad de Toledo.

Muñiz, autor sensato, que es quien más se extiende en dar a conocer la vida de este santo, después de mostrarse dudoso sobre el lugar de su nacimiento, añade una nueva incertidumbre: “Así como nada se sabe de cierto de su Patria, nada tampoco se sabe de sus primeros años, y solo nos le presenta la Historia haciendo vida eremítica en el término y jurisdicción de Valparayso. Adelantó aquí nuestro Santo tanto en la virtud, que todos le tenían y reverenciaban por Santo, en tanto extremo que a boca llena le llamaban el Santo de Valparaíso”.

Fray Bernardino de Sandoval, en el pequeño opúsculo que escribió sobre los personajes ilustres de Valdeiglesias, ofrece a su vez estas noticias: “Por los años de 1300 floreció San Bernardo de Candeleda con vida santa y muchos milagros”, como lo dice Auberto M. con estas palabras: “El Beato Bernardo, Monje de Valdeiglesias, está sepultado en el lugar de Candeleda en Extremadura esclarecido con milagros”. Añade que fue destinado junto con otros monjes a fundar el monasterio de Grande Selva, en las cercanías de Candeleda, monasterio que debió llevar vida efímera, puesto que apenas suena en los fastos de la orden. Al hablar de Candeleda Muñiz asegura que “en el sitio donde estuvo antes el Convento o Monasterio, en el que vivió y murió San Bernardo, se erigió otro que oy habitan Religiosos de San Francisco, con la advocación del Rosario”.

En otra parte desmiente las afirmaciones de Manrique, sobre que Grande Selva no puede ser filiación de Valdeiglesias, afirmando que el dicho autor de los Anales Cistercienses, si nos hiciese ver con documentos fehacientes, “no hubiera tantos inconvenientes que vencer, pero así como su Ilustrísima no encontró fundamento con qué apoyar este asunto, así nos será lícito dudar de la autenticidad con que el Monasterio de Valdeiglesias pretende adquirir esta gloria”.

En otro lugar este mismo autor asegura que antes de ser monje de Valdeiglesias, se hallaba haciendo vida eremítica en las inmediaciones de Valparaíso, pero habiendo tenido noticias de la fundación de Valdeiglesias, considerando más meritorio vivir debajo de la obediencia de un superior, dejó la vida eremítica, a pesar de que gozaba de una gran popularidad, se encaminó al monasterio, donde fue admitido, continuando allí con vida santa y de entrega a Dios. Estas noticias, bastante probables, pueden ofrecer una pauta para concretar el desarrollo de su vida. Si Valdeiglesias fue fundado en 1177, podemos suponer que contaba de veinte a treinta años, y, por lo tanto, se puede señalar su nacimiento hacia mediados del siglo xii.

Es innegable que san Bernardo de Candeleda fue un personaje histórico que existió y dejó huella en la España medieval, pues tenemos testimonios claros de multitud de autores nacionales y extranjeros que lo confirman, hablando de él con encomio y señalando su fiesta el mismo día de san Bernardo de Claraval, el 20 de agosto. Esta existencia la confirma la popularidad que ha conservado durante siglos, no sólo en la misma villa de Candeleda, en donde descansan sus restos, sino también en toda la comarca que acude a venerar su sepulcro, celebrando su fiesta con notable esplendor. Es fama que el cisterciense Bernardo Cardillo Villalpando, notable historiador de la orden, visitó Candeleda para informarse por sí propio de todo cuanto podía conducir al mejor conocimiento del Santo, pero nada nuevo pudo aportar a lo que dejaron escrito otros historiadores de la época, tales como Henríquez, Mirreo, Seguino y otros muchos. Se cuenta de él que le vieron más de una vez atravesar sobre el agua del río Tiétar como sobre tierra firme, en ocasiones en que no tenía medio de poder pasar a la parte contraria en que necesitaba hacerlo.

Ha sido grande la popularidad de san Bernardo, de manera especial en comarca que rodea Candeleda, donde ha sido venerado en todos los tiempos con una romería especial en torno a su fiesta, romería que aparece revestida de milagros asombrosos, que si en muchos casos pueden ser exageraciones, obra de la fantasía, en otros creo que son auténticos, de lo contrario, se acabaría la concurrencia de enfermos a implorar la intercesión del Santo. Refiriéndose al particular, el citado fray Bernardino de Sandoval habla sobre un testimonio personal del “padre fray Villar de Valdepeñas que fue guardián del Rosario y después de Cadalso, varón muy venerable y muy siervo de Dios.

Me refirió que vio a dos hombres que los llevaron a la capilla del Santo que estaban heridos del mal de la rabia que como perros rabiosos se mordían los brazos y atándolos a la reja de la capilla del Santo en el espacio de un cuarto de hora los vio sanos y mansos como un cordero”.

Desde luego, este testimonio, dado por un personaje sensato cual es el padre Sandoval, no es dogma de fe, pero sí digno del mayor respeto. Por algo goza el santo de fama de ser abogado contra todos aquellos enfermos acometidos por esa enfermedad, o bien que han sido mordidos por algún perro sospechoso. Aún a mediados del siglo pasado era frecuente ver a la puerta de los monasterios cistercienses personas enfermas o mordidas de algún perro que acudían a solicitar las salutaciones u oraciones especiales que había para tales casos. El sitio donde se conserva el cuerpo del santo es una iglesia distinta de la parroquia de Candeleda, la misma que sirvió al antiguo monasterio donde vivió éste, y en ella se erigió una capilla en la que se depositaron sus restos dentro de una urna cerrada con tres llaves que custodian tres personas principales que tienen que ponerse de acuerdo para poder abrirla.

 

Bibl.: A. Manrique, Anales Cistercienses, t. III, Lugduni, 1642-1659, págs. 255-259 y 332-334, año 1177, col. IX; C. Henríquez, Menologium Cisterciense, Antuerpiae, ex officina Plantiniana Balthasaris Moreti, 1664, pág. 279 (notas d, e, f, citando otros autores antiguos); A. de Heredia, Vidas de Santos, bienaventurados y personas venerables de la Sagrada Religión de Nuestro Padre San Benito, III, Madrid, Francisco Sanz, 1685, pág. 291; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense Española, III, Valladolid, Joseph de Navas, 1784, págs. 355-359 y 332-334; D. Yáñez Neira, “Candeleda, Bernardo de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, t. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 331; B. de Sandoval, “Breve relación de la fundación del monasterio de Santa María de Valdeiglesias”, en Cistercium (1983), págs. 146-147.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares