Pedro Nolasco, San. Mas Saintes Puelles, condado de Toulouse (Francia), c. 1180 – ¿Barcelona?, 6.V.1245. Mercader y fundador de la Orden Redentora de la Merced (OdeM), santo.
Desde los siglos XV y XVI, tanto en autores no mercedarios, como en los mercedarios, es unánime la afirmación de que Pedro Nolasco nació en Mas Saintes Puelles, obispado de San Papoul (ya desde el siglo XIV), donde existía desde antiguo, y todavía existe hoy, como monumento, un monasterio benedictino, en el condado de Toulouse. El pequeño pueblo del nacimiento de Pedro Nolasco está muy cerca del actual Castelnaudary y de San Papoul, santo local, en la Galia Narbonense, más cercano a Carcasonne que a Toulouse, a cuyo condado pertenecía, sin que dependiera entonces del Reino de Francia.
Se pueden citar los autores más representativos de la tradición escrita desde los siglos XV al XX empezando por los mercedarios y siguiendo por los de fuera de la Orden. Entre los primeros destacan: Nadal Gaver, que recoge la tradición del siglo XII al XV e insiste en que es de origen de allende los Pirineos; le siguen Pedro Cijar (1446); Gaspar de Torres (1565), Zumel (General, 1593), Guimerán (1591), Latomy, Vargas, Remón y Gabriel Téllez: todos autores mercedarios, cuya tradición persiste hasta hoy. Fuera de la Merced hay que citar a: Carbonell (1546), Beuter (1571), Gómez Miedes (1582), Juan de Mariana (1592), Francisco Diago (1599-1601), Francisco Peña (1601) Illescas (1606), Peña, Bzowski (1616), Catel (1623), Corbera (1629), Spondanus (1641), Bolandistas (1643), Rinaldi (1646), Tamayo y Salazar (1651-1659); Fleury (1719), Hélyot (1721), Van Hecke (1853) y Dossat (1978), etc. Es, pues, constante la afirmación escrita sobre el lugar de su nacimiento.
Debió de ser probablemente hijo único, pues no quedó descendencia ninguna en Mas Saintes Puelles, una vez que falleció su padre, y Nolasco se trasladó como mercader (“mercator optimus” le llama Cijar, en oposición al “mercator pessimus” del discípulo Judas, que vendió a su maestro). La hipótesis más probable es que la familia debió de ser originaria de Italia —dado que este apellido Nolasco no es ni francés, ni catalán, ni español, pues no existe más que un caso único parecido en el Archivo de la Corona de Aragón, cuyo origen se desconoce, de “O’Nolasch”—, además de no coincidir exactamente tampoco. En el sur de Italia existen los Nolas (san Paulino de Nola, que redimió cautivos, es un caso bien conocido). Y, como suelen emigrar al norte, por ser más rico, allí prolifera la toponimia —asco (Bergamasco, por ejemplo)—.
De modo que un Nola, fácilmente se convierte, en el correr de los años, en “Nolasco”.
Mas de Saintes Puelles (Carcassonne/Albi/Toulouse) sería el lugar de paso, estableciéndose sus padres en dicho lugar ciertos años. Allí nació Pedro Nolasco, hacia finales del siglo xii; y, fallecido su padre, su vocación de mercader le llevó a trasladarse a Barcelona, capital, por lo demás, con la que tenían en aquel tiempo enormes relaciones comerciales con esos pueblos de la Galia narbonense. Los catalanes conquistaron Montpeller y llegaron a las puertas de Carcasonne.
Justamente en Montpeller el conde de Monfort tuvo consigo, en su torre, al niño Jaume hasta que él falleció; y el joven, que estaba llamado a ser Rey de Aragón, con sede en Barcelona —después de residir unos diez meses en Carcasonne— fue llevado a Barcelona.
Cabe preguntarse: ¿dónde conoció Pedro Nolasco al joven Jaime el “conqueridor”, en Montpeller o en Barcelona? Posiblemente le visitara en Montpellier, manifestándole ya su deseo de fundar una Orden, con su ayuda posterior, cuando ya fuese Rey, para la redención de los cautivos cristianos.
Raimundo de Peñafort que nunca fue canónigo de la Catedral barcelonesa —aunque se afirme lo contrario, por ejemplo, en el actual “breviario dominico”—, sino que era un sabio, cuyo magisterio requerían tanto el Papa como los abades de los monasterios catalanes, no tuvo directamente tampoco ninguna acción en el acto fundacional de la Orden de la Merced en la Catedral románica de Barcelona. Sí lo tuvieron el joven rey Jaime I de Aragón y el obispo Palou de dicha Catedral. Ellos dieron el escudo a Pedro Nolasco y al grupito de laicos que fueron investidos con el hábito —túnica, escapulario, capilla y capa blancas, de lana—, y dicho emblema consiste en una cruz blanca sobre fondo rojo, en la parte de arriba: era la cruz de la Catedral barcelonesa de la Santa Cruz; y en la parte inferior, el Rey entrega los cuatro palos rojos de su Reino sobre fondo amarillo. Es todavía hoy el escudo de la Orden de la Merced. Sirvió como una especie de salvoconducto a la hora de las relaciones con los mahometanos, para tramitar la libertad y redención de los cristianos cautivos en su poder.
Nolasco recibió oficialmente la confirmación de su Orden diez años antes de fallecer, al recibir la bula, breve, pero definitiva, del papa Gregorio IX, Devotionis vestrae, dada en Perusa el 17 de enero de 1235. No se alude aquí, como tampoco en las primitivas Constituciones, al un tiempo pretendido aspecto “militar” de la Merced, que no existió a mi juicio. Por lo demás, en ningún archivo oficial aparece la Orden de la Merced entre las Órdenes Militares existentes en el pasado.
Este carisma fundacional de redimir cautivos, junto con el “cuarto voto” de quedar en rehenes, si fuere necesario, para salvar la fe de los cautivos lo llevaron a la práctica los frailes redentores de la Merced: laicos durante el siglo xiii (1218-1317); y, desde esa fecha, los clérigos, y algunos laicos, hasta vísperas de la Revolución Francesa.
Actualmente, cada provincia organiza actividades posibles y urgentes para cumplir con su carisma liberador en estas “nuevas formas de cautividad” que sufre el mundo y la sociedad del siglo xxi. La provincia de Castilla, por ejemplo, tiene una “Casa de acogida de exiliados menores de edad” y varios pisos, con una comunidad que convive con ellos, en la zona madrileña de Ventas. También, en la misión de Camerún, lleva a cabo una obra de liberación misionera, que debe atender a las necesidades más perentorias de la vida. Así se evitan muertes innecesarias, se lleva a cabo la caridad, en ocasiones en grado heroico, y siempre con gran sentido humanitario.
Pedro Nolasco organizó su actividad redentora, primero solo, gastando su dinero de comerciante. Más tarde, comprendió que necesitaba la ayuda de otros compañeros que aceptasen seguir su ejemplo. Con ellos —probablemente formaban parte ya de “Asociaciones de redención” en torno a la iglesia de Santa María del Mar, hoy templo gótico, no lejos de la Basílica de la Merced, construida junto al mar, en unos terrenos donados por un tal Plegamáns; y ampliada en el siglo XVIII— redimió y acabó fundando la Orden de Santa María de la Merced para liberar cautivos cristianos.
El antiguo convento es actual Capitanía General de Barcelona, y la basílica está en poder del arzobispado, sin que haya medio de que se devuelva a la Orden.
La actual basílica fue edificada a base del sacrifico de los frailes de la Merced de Barcelona, a principios del siglo XVIII, para acoger ampliamente a los fieles, y llegaron incluso a vender las dovelas góticas para poder darle acabamiento. En la etapa de la “exclaustración”, el obispado llevó la imagen a la catedral, y solicitó a Roma la “coronación canónica”. También pusieron ellos la imagen de la cúpula.
En vida de Nolasco eran ya bastantes los conventos fundados en Cataluña, sur de Francia, Aragón y Castilla. No se olvide que Fernando III, el Santo, contemporáneo de Jaime I de Aragón, conquistó Sevilla, y entregó ya unas casitas de mahometanos a los mercedarios del Reino de Castilla. Desde entonces, desde los mismos orígenes, existe ya la que sería provincia de Castilla, que comprendía el resto de España. Ella es la que envió todo el personal al Nuevo Mundo, en donde actualmente existen seis provincias autónomas contando la última constituida en Brasil con personal nativo, Chile, Argentina, Perú, Ecuador y México. Y lo hace con el gozo con que antaño (1585) dio origen a la provincia de Andalucía, desde el Guadiana hacia abajo. Castilla ayudó a nacer todos los conventos de monjas mercedarias de clausura, después del Concilio de Trento. También dio origen a las “Recolecciones”, en España y América, y a la Descalcez Mercedaria, existente actualmente. Aragón desempeñó su actividad en Cataluña, Aragón, Valencia, las Baleares y Cagliari, hoy de la provincia Romana.
La obra de Nolasco tuvo también “Órdenes Terceras”, y actualmente la llamada “Familia mercedaria” desarrolla una actividad de ayuda a nuestras misiones: de Castilla, Aragón y Chile. También existen “Caballeros de la Merced”: en Madrid, El Puig de Valencia y Roma (deben de quedar algunos en Bretaña, Francia).
La devoción a María de la Merced está muy viva en el Nuevo Mundo y es patrona de Barcelona y de Jerez de la Frontera, en España. Donde hay conventos mercedarios, masculinos y femeninos, se cultiva esta devoción a un título tan teológico y lleno de connotaciones liberadoras.
Pedro Nolasco falleció el 6 de mayo de 1245, probablemente en Barcelona (“Documento de Arguines”, Valencia, de dicho año), fue canonizado en noviembre de 1628 y al año siguiente se hicieron grandes festejos en todas las ciudades, villas y pueblos, donde existía la Merced, entonces vitalmente pujante. Las “Justas literarias” de san Pedro Nolasco en Madrid, las editó el maestro fray Alonso Remón, encargándole a Lope de Vega una comedia, que fue representada, y se conserva entre sus obras. Junto a él se canonizó asimismo a san Ramón Nonato, nombrado cardenal, y fallecido antes de recibir el capelo cardenalicio en 1338.
Los grandes predicadores del XVII, el jesuita Vieira, en la iglesia de San Luis del Marañón (Brasil), y Bossuet, el excelso predicador francés, en la iglesia de la Merced del Marais (París), con ocasión del culto público y universal de san Pedro Nolasco, predicaron sendos sermones ejemplares, modelo de oratoria sagrada, admirados ante su obra de caridad extrema al servicio de los más humillados de su tiempo, privados de libertad, que malvivían en las mazmorras y baños del norte de África. Se calcula que la Orden Mercedaria redimió a unos setenta mil cautivos, uno a uno, a precio de rescate, con entrega generosa, imitando al fundador.
Obras de ~: Constituciones amerianas de 1272, ms. pergamino en el Archivo de la Corona de Aragón (ACA) y en Toulouse (Francia).
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Luis Vázquez Fernández, OdeM