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Manuel Varela y Limia

Biografía

Varela y Limia, Manuel. Malpica de Bergantiños (La Coruña), 17.VIII.1796 – Madrid, 9.XI.1853. Militar y escritor, brigadier del Ejército, procedente de Ingenieros.

Estudió Humanidades y, una vez terminadas estas disciplinas, ingresó como cadete, en 1811, en el Colegio Militar de Santiago, a los 15 años de edad. El citado colegio estaba dirigido por el teniente coronel de Ingenieros D. Francisco Serrallach y Ribas, autor del Tratado de Fortificación dispuesto para los Caballeros Cadetes del Colegio de Santiago. Allí obtuvo Manuel siempre las mejores calificaciones, ostentando la distinción de brigadier de alumnos (1º galonista) e impartiendo incluso algún tiempo clases de matemáticas. El 11 de agosto de 1814 era promovido a subteniente de Ingenieros, pasando de inmediato a la Academia del Cuerpo, en Alcalá de Henares, a completar su formación.

En noviembre de 1816 terminaba sus estudios, por lo que ascendía a teniente, con destino a la Dirección Subinspección de Ingenieros en Cataluña, donde sirvió hasta principios de 1819 y donde realizó diferentes estudios de las fortificaciones de dicha región militar.

Destinado al ejército expedicionario de Ultramar (que incluía un batallón de zapadores), reunido para reprimir las sublevaciones americanas, pasó a Cádiz, permaneciendo a la espera de embarcar, hasta que el citado ejército quedó disuelto en 1820 por el levantamiento de Riego. En agosto de 1821, Varela fue destinado a la secretaría de la Junta General de Inspectores que se estableció en Madrid a las inmediatas órdenes del ministro de la Guerra, ascendiendo a capitán de Ingenieros, como “adicto” al Estado Mayor.

Cuando los Cien mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema invadieron España en 1823 para imponer a Fernando VII en el absolutismo, Varela Limia participaba activamente en la defensa de Cádiz y en la batalla de Trocadero (que ponía fin al Trienio Constitucional), enclave fortificado que dominaba la bahía de Cádiz. Varela tomaba parte en la salida del 16 de julio, habiéndosele confiado además muchas misiones facultativas de fortificación y otras operativas de riesgo durante aquel sitio.

Como consecuencia de ello, se le daba licencia indefinida (por constitucionalista), con residencia en San Fernando, donde realizó trabajos geodésicos y topográficos para levantar un plano de Cádiz y sus inmediaciones. El motivo de su trabajo era corregir los errores que los ingenieros geógrafos franceses habían cometido al levantar el mismo plano, demostrando que estos últimos se habían equivocado en sus mediciones.

En 1825, purificado y readmitido en el Cuerpo, era destinado a la Comandancia de Ingenieros de Cádiz y posteriormente a la de Ceuta, donde realizaba una memoria militar inédita sobre dicha plaza. Durante su permanencia en la citada ciudad, fue comisionado para que negociara con el bajá de Tánger que los “moros” retiraran las considerables fuerzas con las que habían ocupado parte del territorio español, lo que consiguió a plena satisfacción. En 1830 formaba parte de la comisión que debía pasar a Argel en calidad de observador militar, con motivo de la expedición francesa que dio como resultado la conquista de aquellos territorios. Varela y Limia se reincorporaba a la dirección de Ingenieros de Andalucía, y el 2 de febrero de 1832 regresaba a Madrid nombrado secretario de la Junta Superior facultativa de Ingenieros, establecida a las órdenes inmediatas del ingeniero general. Antes de tomar posesión, fue secretario de la inspección extraordinaria que se pasó entonces a los cuerpos del ejército de Galicia, por lo que se le recompensó con el empleo de teniente coronel de Infantería el 10 de julio de 1833 (los oficiales de Ingenieros, Artillería y Estado Mayor podían ascender en tres escalas: la de su Cuerpo, por antigüedad, y por méritos en las de grado del Ejército, y efectivo en el mismo). Desde su nuevo cargo, Varela realizaba numerosas misiones, como la de representar a su ministerio en la Comisión Mixta encargada del estudio de una nueva división territorial (1836) de España, o la que debía estudiar y aprobar los proyectos de caminos y obras públicas que se debían realizar en las zonas inmediatas a las costas y fronteras.

El 10 de abril de 1835 Varela era ascendido a coronel de Infantería y acompañaba al ministro de la Guerra, general D. Jerónimo Valdés, al Ejército del Norte, en el marco de la Primera Guerra Carlista, participando en la expedición a los valles de las Amezcuas (Navarra) y sus encuentros, sufriendo después, el 22 de abril de 1835, la derrota de los “cristinos” en la batalla de Artaza. Concurrió Varela a todas las conferencias posteriores y tomó parte en todos los trámites para la celebración del famoso “Convenio de Lord Elliot” (27 de abril de 1835) que, gracias al intercambio de prisioneros, salvó del fusilamiento como era costumbre, a los capturados por Zumalacárregui en Artaza.

Como premio a sus meritorios servicios fue ascendido a brigadier del Ejército al dejar el destino, el 7 de noviembre de 1839.

Declarado cesante en noviembre de 1840, permaneció en esta situación durante la Regencia de Espartero hasta que tras la mayoría de edad de la reina Isabel se inició la década moderada (1844-1854). En enero de 1844, fuera ya del Cuerpo, fue nombrado director general de Caminos, Puertos y Faros, dirección a la que después se añadieron los Telégrafos. Recién nombrado, dirigía a todos los ingenieros jefes de los distritos una tajante circular en la que se exponían las líneas generales de la red telegráfica (telegrafía óptica) que se iba a implantar. Se fijaban en ella las tres primeras líneas (Irún, Barcelona y Cádiz) y se encargaba a los ingenieros el reconocimiento del terreno previo a los replanteos. Coordinó al detalle con el ministerio de la Gobernación y los jefes políticos de las provincias todo lo referente a la seguridad, permisos y utilización de las fincas y propiedades necesarias para semejante infraestructura (196 torres). Simultáneamente convocó el concurso para escoger el sistema telegráfico que se iba a emplear, el cual consiguió también se resolviese en corto plazo.

En junio de 1845 se aprobaban los presupuestos y los planos de las torres de la línea de Irún, por Real Decreto de 5 de agosto se aprobó el Reglamento del servicio, el 11 del mismo mes se propuso la contratación de los primeros oficiales que habían de encabezar la organización y el 1 de septiembre de los torreros, así como la escuela para la formación de los mismos. En su momento, fue muy criticado por no haber intentado utilizar la telegrafía eléctrica en lugar de la óptica, pero él sabía que además de su alto coste, los tendidos no durarían ni días en aquella España donde los bandoleros todavía asaltaban los caminos. Las torres de Mathé (el autor del proyecto, José María Mathé Aragua, era coronel de Estado Mayor), en cambio, eran pequeñas fortalezas sobre las que se soportaría una robusta red que transmitiría “a toda costa” lo que hubiere que transmitir.

En febrero de 1847 Varela Limia presentaba voluntariamente la renuncia del cargo, pasando a formar parte de la Junta de Revisión y Reforma de las Ordenanzas del Ejército.

Realizó una intensa labor de investigación histórica, relacionada siempre con los ingenieros del Ejército. Al iniciarse la publicación del Memorial de Ingenieros en 1846, el primer número insertaba una memoria suya sobre la historia del arma de Ingenieros y, con posterioridad, publicaría las biografías de ingenieros militares tan ilustres, como la de Pedro Navarro o la de Pedro de Lucuce y Ponce, este último, director de la Academia de Matemáticas de Barcelona, a la cual elevó a su máximo prestigio en el dilatado periodo en el que ejerció la dirección de la misma.

Como a muchos intelectuales de la época, su afán de progreso le acercaría a posiciones liberales desde donde combatió el absolutismo y el carlismo, no sólo desde los despachos si no también en el campo de batalla.

En lo militar alcanzó el grado de brigadier de Infantería, fue ministro interino de la guerra, director general de Caminos, Puertos, Faros y Telégrafos, miembro de la junta de revisión y reforma de las ordenanzas del ejército, senador por la provincia de Lugo (1843) y consejero real extraordinario (1846-47). Como científico e intelectual, fue autor de importantes obras como el resumen y primera historia del Cuerpo de Ingenieros o escritos de gran relevancia que tuvieron gran influencia en la organización y administración del Estado y del Ejército. El éxito de la telegrafía óptica en España es debido sin duda a su fe en esta empresa cuando ocupaba el puesto de director general de caminos, impulsando su despliegue con tesón imparable desde el ámbito político, guiando y apoyando al técnico, el coronel Mathé, en todo cuanto necesitaba. No se casó ni tuvo descendencia conocida.

Negociador incansable y hábil político, no era persona ambiciosa; de hecho, varias de sus obras escritas ni siquiera se publicaron firmadas. Murió joven, a los 57 años, con problemas de salud.

Entre sus importantes condecoraciones citaremos las de Comendador de número de Carlos III, Gran Cruz de la Real Orden de San Hermenegildo, Gran Cruz de Isabel la Católica y la de Oficial de Honor de la Legión Francesa.

 

Obras de ~: Memoria histórica sobre la defensa de la isla gaditana desde el 24 de junio al 30 de septiembre de 1823, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1840; Resumen Histórico del Arma de Ingenieros en general y en particular en España, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1846; Biografía de Pedro Navarro, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1846; “Memoria sobre el modo de reducir el cómputo mahometano al de la Era cristiana, y hallar el día de la semana y la letra dominical que corresponden a una fecha para cualquier día del año de la misma era”, en Memorial de Ingenieros, 9 (1854); Biografía de D. Pedro de Lucuze, mss. en Archivo Histórico Militar.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia (AGMS), Exps. personales.

Estado del Cuerpo de Estado Mayor, Madrid, Imprenta del Boletín del Ejército, 1843; J. Almirante, Bibliografía Militar de España, Madrid, 1876; “Necrologías”, en Memorial de Ingenieros y en Revista Científico Militar (1908); Estudio Histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1911, 2 ts.; C. Laorden Ramos, Historia militar de las transmisiones: el regimiento de El Pardo, Madrid, 1981; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; J. E. Vidal Vázquez, “Brigadier Manuel Varela Limia (1796-1853)”, en Tercer centenario del Arma de Ingenieros, 2011; J. L. Goberna Caride. “Los Ingenieros del Ejército y el desarrollo de las Telecomunicaciones en España”, en Revista de Historia Militar, núm. extra 2 (2013), págs. 91-136; J. F. García-Sánchez, “El pantano de Isabel II de Níjar (Almería): paisaje, fondo y figura”, en ph investigación, 3 (2014).

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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