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Juan Maldonado de Buendía

Biografía

Maldonado de Buendía, Juan. Dueñas (Palencia), c. 1525 – Cuzco (Perú), ú. t. s. XVI. Soldado y fraile.

De familia de hidalgos, fue hijo del doctor Francisco Maldonado y de María Rodríguez, y sobrino de Diego Maldonado el Rico, que participó en la conquista de Perú y fue veterano de Cajamarca. Pasó a Indias en 1540. Tras la fundación de San Marcos de Arica en 1541, Juan Maldonado de Buendía fue nombrado primer corregidor por escasos cuatro años. Participó en las guerras civiles de Perú. Según fray Antonio de la Calancha, “fue uno de los soldados de mayor nombre [...] Era de gran nobleza, de mucho aliento, de ánimo precipitado, de fuerzas y resolución. Sirvió en importantes batallas a su Magestad”. Peleó como capitán aliado de Gonzalo Pizarro, a quien escribió una carta desde Quito en noviembre de 1546 expresando su lealtad y expectativas en estos términos: “Acordando de nuevo a vuestra señoría ser siempre tan servidor como hasta aquí lo he sido, y suplicando la distancia del lugar no sea parte para que vuestra señoría no eche en olvido enviarme a mandar”. El 16 de diciembre de 1550 declaró como testigo en el interrogatorio presentado por Alonso de Alvarado acerca de su enemistad con Pedro de la Gasca; al responder, aseguró tener alrededor de veinticinco años.

Peleó luego contra el alzado Francisco Hernández Girón. Cuando en Lima se conoció la noticia de la sublevación de Hernández Girón, los oidores nombraron capitanes para combatirle. A petición de Pedro Cabrera, Maldonado fue como capitán de Infantería de sus propios hombres, que Cabrera no condujo a la batalla por diferencias con los oidores. Después de la escaramuza de Villacurí, y estando los realistas en Chincha, uno de los hombres de Maldonado de Buendía, el sargento Pedro Hernández de la Entrada se ofreció voluntario para espiar vestido de indio a Hernández Girón que estaba en Nazca, a cuya tropa posteriormente se unió.

En Pucará —fortaleza o casa fuerte en quechua— con cien arcabuceros peleó valerosamente, como atestiguan Antonio de Herrera y Diego Fernández el Palentino, contribuyendo a la derrota de Hernández.

Maldonado estuvo entre los veinticuatro hombres a quienes se consultó la estrategia a seguir para enfrentarse a Hernández Girón. Al final se determinaron los realistas a formar dos mangas de arcabuceros de un centenar de hombres cada una; el capitán Juan Ramón dirigía la manga derecha y el capitán Maldonado la izquierda. También el resto de la tropa y de la caballería se dividió en dos: se trataba de engañar a Francisco Hernández Girón para que creyera que los realistas eran la mitad de los que en realidad acudieron a cercarle. Así, cuando el alzado Francisco Hernández creyó haber vencido a los realistas, eliminando a algunos de los arcabuceros de la manga derecha, tuvo que resistir el ataque de las tropas restantes.

Todavía tuvo Hernández arrestos para salir de Pucará con sus hombres, pero fue perseguido por los realistas Meneses y Puertocarrero hasta ser capturado, juzgado y ejecutado.

Tras las guerras civiles, Juan Maldonado se retiró a Cuzco, sirviendo con las armas al mejor postor. En 1570, el virrey Francisco de Toledo se impuso la tarea de reducir y asentar a los indios del territorio en Pueblos de Indios. En Arica, envió al capitán Juan Maldonado de Buendía, quien redujo a los 2.840 indios del repartimiento de Tácana a tres pueblos, de los cuales subsistió sólo San Pedro de Tácana. La trágica muerte de la india Collanamfumac le llevó a ingresar en la Orden de San Agustín. Buen conocedor de las lenguas quechua y aymará, fue enviado por sus superiores a Cotabambas, Omasayas (1571-1575) y al convento de Nuestra Señora de la O de Abancay.

En 1579 fue nombrado provincial de su Orden en Cuzco: “En este oficio apostólico murió lleno de días y de buenas obras, porque apretándole la enfermedad última después de muchas con que Dios lo purificó [...] se fue al Cuzco donde acabó su penitencia y trabajos, y comenzaron según se debe entender sus cansos y gloria. Tiene su entierro donde tuvo su noviciado y esta Provincia muy viva la memoria de sus virtudes”.

 

Bibl.: A. de la Calancha, Coronica Moralizadora del Orden de San Agustín, Barcelona, Pedro Lacavalleria, 1639; T. de Herrera, Alphabetum Agustinianum, Madrid, Tipografía Gregorio Rodríguez, 1644; J. Pérez de Tudela Bueso (ed.), Documentos relativos a don Pedro de !a Gasga, Madrid, Real Academia de la Historia, 1954 (col. Archivo Documental Español, vol. XXI); D. Fernández el Palentino, Historia del Perú, Madrid, Atlas, 1963; S. Francia Lorenzo, Palencia en América, Palencia, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Palencia, 1989, págs. 196-199; A. de Herrera, Historia General de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, ed. de M. Cuesta Domingo, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1991; C. Choque Marino y I. Muñoz Ovalle, “Interacción y cambio social: un relato arqueológico e histórico sobre las poblaciones que habitaron los valles precordilleranos de Arica durante los siglos X al XVII d. C.”, en Historia (Santiago), vol. 46, 2 (2013), págs. 421-441; H. González Cortez, H. Gundermann Kroll y J. Hidalgo Lehuede, “Comunidad indígena y construcción histórica del espacio entre los aymara del norte de Chile”, en Chungará (Arica), vol. 46, 2 (2014), págs. 233-246; W. Espinoza Soriano, “La subregión Colesuyo y sus etnias”, en Investigaciones Sociales, vol.19, 34 (2015), págs.81-110; P. E. Rivasplata-Varillas, “La ampliación del suministro de agua en la Lima colonial a fines del siglo XVI: los primeros problemas y sus soluciones”, en Agua y Territorio, 8 (2016), págs. 104-122.

 

Adelaida Sagarra Gamazo