Cid, Nicolás. ?, f. s. xvi – 1654 post. Ministro del Consejo de Guerra y veedor.
Hijo del veedor general de Milán Francisco Cid, asistió a su padre desde 1615. En el verano de 1617, habiendo entrado los españoles, en Vercelli, fue comisionado para las conversaciones de paz con el duque de Saboya. Su principal función era la de confeccionar relaciones de la gente de guerra existente, aunque bien dotado como estaba para la diplomacia, volvió a ser comisionado para tratar con los príncipes de Stigliano la incorporación de Sabioneta (1620).
Hombre de gran rectitud y firmeza, se hizo no pocos enemigos en Milán. Emitió más de un informe en que denunciaba la indisciplina de las tropas y alguna irregularidad por parte del gobernador de la plaza; el marqués de Villafranca lo apremiaba por causa de una deuda; sostuvo una causa judicial con el maese de campo Juan Bravo de Lagunas, y tuvo grandes disputas con Jerónimo de Pimentel (1623) y el marqués de Orani (1633) a quienes denunció por cobros ilegales, acabando encarcelado tras un grave incidente con el primero. En 1634 fue imputado por el Cardenal Infante por las contraórdenes que le denunció en cumplimiento de su deber. Desde su puesto en Milán, no dejó de enviar memorias e informes a la Corte, en los que advertía sobre la indisciplina de la tropa, informaba puntualmente de la situación durante la guerra de Mantua (1628) o recomendaba medidas para mejorar el gobierno (1633); en 1635 se sumó a las principales autoridades para informar de la difícil situación de Milán, rodeada de enemigos.
En el otoño de 1637 acompañó a los diputados grisones de viaje a España, en su calidad de comisario designado para ajustar un tratado sobre el paso de la Valtelina. Una vez en España, sus esfuerzos y méritos hallaron eco en la Corte, y su carrera experimentó un vertiginoso ascenso. En noviembre aparece como miembro del Consejo de Guerra, acompañando a los ministros Francisco Antonio de Alarcón y Diego Riaño a reformar el ejército de Guipúzcoa, expulsado ya el francés de Fuenterrabía. Desde principios de 1640, era miembro de la influyente Junta de Ejecución, y a finales de octubre apoyaba la opción de la guerra como solución al conflicto político en Cataluña. En 1642 se le designó para formar parte del consejo que debía asistir al príncipe Juan-José de Austria en el gobierno de Extremadura; sin embargo, aparece en mayo de 1644 con el cargo de veedor general del ejército de Cataluña.
Ambicioso y hábil en sus manejos, la carrera política de Cid, bajo la protección protector del conde duque de Olivares, debió de desarrollarse en forma irregular, como acredita un memorial satírico en que se le hacía referencia: “Para entrar en las plazas del enemigo, se tome parecer de D. Nicolás Cid, que él dirá cómo se entró en las que tiene, sin que sepamos cómo [...]”. Su hijo Carlos Cid, capitán de Caballería, perdió la vida, asfixiado, en la batalla de los Quatre Pilans (Lérida, 1644).
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Manuel Güell Junkert