Leciñana, Diego de. Briviesca (Burgos), p. m. s. xvi – Madrid, IX.1585. Consejero de Órdenes y de Castilla.
Fue estudiante en los colegios de San Pedro y San Pablo y después en San Bartolomé de Salamanca, donde entró el 16 de septiembre de 1565. En la Universidad salmantina, además de ocupar diferentes cátedras, fue rector a lo largo del curso de 1565-1566, mientras ocupó el cargo de juez metropolitano del Arzobispado de Santiago, llamado Cristóbal Valtodano.
Tras salir del entorno universitario, en 1571, ejerció el cargo de oidor en la Chancillería de Granada, donde Antonio de Padilla, presidente del Consejo de Órdenes, en 1576 reparó en él, en su condición de caballero y en su breve tiempo en el servicio real, lo que le convertía en un candidato adecuado para el Consejo de Órdenes. Por aquel entonces, en febrero de 1576, Mateo Vázquez, comentando una relación de candidatos para consejos, describía a este licenciado como “virtuoso, letrado, discreto y muy compuesto”.
Se trasladó para servir aquella plaza, donde comenzó a actuar sin supervisión real, concertando préstamos con el obispo de Cuenca por valor de 400 ducados.
Este hecho no agradó ni al Rey, Felipe II, ni al presidente del Consejo de Castilla, Antonio Rodríguez de Pazos; sin embargo, esto no impidió que su promoción a fiscal del Consejo Real tuviera lugar finalmente el 6 de marzo de 1581. Pazos le había recomendado a dicha plaza si antes él renunciaba a su hábito de caballero y al beneficio eclesiástico que poseía. El presidente del Consejo de Castilla también le recomendó para el puesto de consejero ante la vacante existente tras la muerte del consejero Díaz de Rivadeneyra. Pazos alegó el descontento de éste en su función como fiscal: “por no aver sido abogado sino juez”. Sin embargo, Rodrigo Vázquez desde Lisboa se negó a aprobar dicha promoción, considerando que sería una ofensa para los demás letrados, cuya antigüedad era mayor, y teniendo en cuenta que hacía muy poco que había obtenido el puesto de fiscal. De nuevo fue propuesto por Pazos para ocupar, entre otras, la vacante del licenciado Árpide, pero cuando el conde de Barajas ascendió a la presidencia del Consejo, a fines de 1582, desestimó su candidatura. Antes de ser admitido como consejero, lo que finalmente tendría lugar el 19 de diciembre de 1584, participó en la Junta de Población de Granada reunida en Madrid el 24 de marzo de 1582, donde se valió de su experiencia en la Chancillería granadina.
En el cargo de consejero contribuyó al despacho administrativo durante la jornada real a Aragón, hasta su fallecimiento, producido un año después del esperado nombramiento como consejero, concretamente en el mes de septiembre de 1585.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Patronato Eclesiástico, leg. 10; British Library, Add. 28.343, fol. 163r.; Instituto Valencia de Don Juan, envío 21, caja 31, n.os 237 y 266, y envío 90, caja 129, n.º 580.
J. de Rojas y Contreras, Historia del colegio Viejo de San Bartolomé, mayor de la celebre Universidad de Salamanca. Vida del Excmo. y Rvdmo. don Diego de Anaya Maldonado, Arzobispo de Sevilla, su fundador, y noticia de sus ilustres hijos, vol. I, Madrid, Andrés Ortega, 1766-1770, pág. 392; A. M. Carabias Torres, “Catálogo de colegiales del Colegio Mayor de San Bartolomé (siglo xvi)”, en Revista Provincial de Estudios (Salamanca), 18-19 (1985-1986), págs. 263-264; P. Gan Giménez, La Real Chancillería de Granada (1505-1834), Granada, Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 1988, pág. 266; M. Boronat y Barrachina, Los moriscos españoles y su expulsión, vol. II, Valencia, Imprenta de Francisco Vives y Mora, 1901 (ed. facs., est. prelim. de R. García Cárcel, Granada, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1992), págs. 591-594; I. J. Ezquerra Revilla, “Diego de Leciñana”, en J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales (dirs.), Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía hispana, Salamanca, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1998, págs. 416-417; El Consejo Real de Castilla bajo Felipe II, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, págs. 174-175, 181, 194, 196, 245 y 279-280.
Alejandro López Álvarez