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Bonifacio Bonillo Fernández

Biografía

Bonillo Fernández, Bonifacio. Cañaveruelas (Cuenca), 14.V.1899 – Córdoba, 11.IX.1978. Religioso Hospitalario (OH), limosnero.

Nació en una familia humilde y cristiana en 1923. Como tantos otros jóvenes, tuvo que salir de su pueblo para buscar trabajo y, tras un peregrinaje, se instaló en Barcelona. Los inicios fueron muy difíciles y duros, pero al final pudo encontrar trabajo en el asilo de la Inmaculada de los Hermanos de San Juan de Dios, que lo aceptaron muy contentos. Allí conoció la benemérita labor que desarrollaban los hermanos hospitalarios.

Tras un tiempo de trabajo y experiencia hospitalaria con los niños enfermos y pobres el Señor lo llamó a la vocación hospitalaria y pidió ser admitido en la orden para hacer el postulado. Comienza el período de formación en el centro de Ciempozuelos, dejando el trabajo de Barcelona y la familia. Después del tiempo de prueba y formación, pasa al noviciado canónico que está en Carabanchel Alto, el 8 de diciembre de 1924. Tras el correspondiente tiempo de formación, realiza la primera profesión religiosa, emite los votos simples el 3 de junio de 1926, y se consagra a Dios como hermano de San Juan de Dios. Es destinado a la clínica infantil de Santurce (Bilbao) y su primer oficio como religioso es el de limosnero, actividad dura y ardua, que realizará con celo, caridad y humildad hasta poco antes de su muerte, en distintos centros: asilo San Rafael de Madrid, Carabanchel Alto, Granada y Córdoba.

Llama la atención su extraordinaria personalidad. Como religioso hospitalario es hombre de corazón grande y generoso, al estilo de Juan de Dios, entregado a su misión evangelizadora mediante el voto de hospitalidad, ejercitado en una de las modalidades más difíciles e ingratas: la limosna. Ejerció como mendicante de durante toda su vida religiosa, sin interrupciones. El 5 de mayo de 1935 es destinado al hogar y clínica de San Rafael de Córdoba, dedicado a niños con malformaciones óseas y carentes de recursos. Durante los cuarenta y tres años que permaneció en este centro recorre toda la ciudad y los pueblos de la provincia, pidiendo limosna para los niños. El 10 de diciembre de 1972, el gobierno español le concede la Cruz de Beneficencia. Fue muy popular y conocido en toda Andalucía.

En la línea del evangelio de la misericordia supo despertar corazones duros y alejados. Llamó a muchas casas y puertas clamando la piedad y la caridad para los pobres y los niños, y zarandeó infinidad de conciencias, de las que supo sacar recursos para la actividad hospitalaria, para obtener limosnas, aceite, frutos del campo, objetos de las tiendas, ropa y juguetes para los niños del hospital. Pateó las calles de Córdoba y provincia, y era bien conocido en los cortijos. Fue un gran samaritano del siglo xx, que sembró una conciencia solidaria con los necesitados que encontraba en su camino, muchos y todos los días. Supo reconciliar amigos enemistados, con un gracejo singular que lo caracterizaba.

Fue un gran catequista hospitalario, que componía villancicos y letrillas que recitaba a sus bienhechores. Supo llevar desde el trabajo de cuestación lo que le engrandecía cada día en su ser: el servicio a los demás desde su entrega total a Dios, con fe viva, tenacidad constante, coherencia cabal, humildad, pobreza ejemplar y austera en grado supremo. Fue mendigo de la caridad, como fiel hijo de san Juan de Dios, durante los cincuenta y dos años de religioso hospitalario.

Lleno de virtudes y méritos, gastó su vida en favor de los niños pobres y necesitados. Falleció en el hogar y clínica San Juan de Dios, el 11 de septiembre de 1978. Su cuerpo fue trasladado desde el cementerio San Rafael hasta la capilla del hospital de San Juan de Dios de Córdoba, el 20 de mayo de 1999, donde descansa eternamente.

 

Bibl.: J. Muñoz Cascos, El Hermano Bonifacio, Excelentísimo señor limosnero, su biografía, Córdoba, Fernández Hidalgo, 1984; J. M. R., “Fray Garbanzo: un hombre ejemplar”, en Paz y Caridad (PC), 210 (1999); J. Pérez Acosta, “Centenario del Hermano Bonifacio Murillo”, en Juan Ciudad (JC), 446 (1999); P. Moyano Llamas, “Una cruz para un mendigo (concesión de la cruz de Beneficencia a Fray Bonifacio)”, en PC, 163 (1999); A. López Martín, “Primer Centenario del Hermano Bonifacio Murillo”, en JC, 444 (1999); J. Murillo Rojas, “El Hermano Bonifacio, pobre para los pobres”, en JC, 432 (1999).

 

José Luis Martínez Gil, OH