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Ignacio Mendizábal y Vildósola

Biografía

Mendizábal y Vildosola, Ignacio Miguel. San Sebastián (Guipúzcoa), c. 1728 – Cabo Santa María (Portugal), 16.I.1780. Capitán de navío de la Armada.

Hijo de José Jacinto Mendizábal y Agustina Brígida de Vildosola. Fue bautizado por el vicario perpetuo en la parroquial de Santa María de la ciudad de San Sebastián (13 de febrero de 1728). Fueron sus padrinos José Miguel de Urruzola y Ana María de Denotesan.

Empezó a servir en la Armada (11 de julio de 1741), sentando plaza de guardia marina en la compañía del departamento de Cádiz. Concluidos sus estudios en la Academia con gran aprovechamiento, pasó por tierra a Cartagena (1744) para embarcar en la escuadra al mando del marqués de la Victoria, siendo destinado seguidamente al navío Santa Isabel, al mando de Ignacio Dauteville, con el cual hizo una salida al corso. Ascendido dicho comandante a jefe de escuadra, quedó mandando una división de navíos, arbolando su insignia en el mismo buque y Mendizábal bajo las órdenes del capitán de navío Juan Hordan, llevando a cabo otras dos salidas con el mismo objeto. A fines del referido año (1744), transbordó al navío Real Felipe, de la insignia del marqués de la Victoria, buque en el que permaneció hasta el año 1747, bajo el mando de los capitanes de navío Carlos de Casanova e Isidoro García del Postigo, trasladándose por tierra a Cádiz, pasando destinado a la compañía de guardia marinas agregado a los batallones de marina de Cádiz, para servir de ayudante Dragón. Embarcó en el navío Soberbio (6 de marzo de 1749), del que era comandante Juan Garbant, haciéndose a la mar seguidamente con la escuadra al mando del general Francisco Liaño y Arjona, para escoltar un convoy hasta las islas Canarias, y, al regresar a Cádiz, desembarcó (8 de abril de 1749).

Fue promovido a alférez de batallones (20 de noviembre de 1749) y pasó a servir a los batallones de Marina como habilitado. Ascendió a alférez de navío (28 de octubre de 1751). Embarcó en la fragata Jasón, mandada por Juan de Echevarría, con la que se trasladó a Buenos Aires, en cuyas provincias estuvo trabajando ocho años en la Comisión de Límites de las posesiones americanas de España y Portugal, superando muchas fatigas y trabajos en aquella penosa comisión.

Ascendió a teniente de fragata (1 de diciembre de 1752) y a teniente de navío (19 de agosto de 1756).

Fue comisionado para llevar a la corte pliegos y efectos del comisario de la referida comisión (agosto de 1760), embarcó para Europa, hizo escala en los puertos de Río de Janeiro, isla de San Miguel de las Azores y Lisboa. Entregó los pliegos en la corte (abril de 1761). Usó de real licencia para San Sebastián. Al acabar fue destinado al departamento de Ferrol (finales de 1761), donde al año siguiente fue destinado al navío Príncipe, perteneciente a la escuadra mandada por el teniente general conde de Vega Florida, buque en el que, a las órdenes del capitán de fragata Martín de Lastania, hizo varias salidas, lo que repitió con los navíos Brillante y Gallardo, que sucesivamente mandó Lastania.

Fue promovido a capitán de batallones de Marina (1 de mayo de 1763) y, nombrado capitán de la primera compañía del primer batallón de Marina (12 de junio de 1763), embarcó con ella en el navío Príncipe, que también mandaba Martín de Lastania. Dio la vela para Cádiz, siguió para las islas Canarias, regresó a Cádiz y después a Ferrol. Al desembarcar continuó mandando su compañía (finales de 1763). Embarcó en el navío Guerrero (mayo de 1764), que mandaba José de San Vicente, con el que llegó a Cádiz, en cuyo departamento desembarcó y se encargó de la compañía de que era capitán, perteneciente al batallón de ese departamento. Ascendido a capitán de fragata (6 de agosto de 1764), fue destinado al departamento de Ferrol, en el que prestó sus servicios.

Embarcó en el navío Terrible (26 de abril de 1765), cuyo comandante era Francisco Garganta, hizo varias salidas al corso hasta finales de noviembre del mismo año, en que desembarcó con su compañía para prestar servicios en el departamento de Cádiz. Pasó destinado al buque Princesa (29 de junio de 1766), cuyo comandante era Miguel Clarebont, buque con el cual hizo el corso a la altura del cabo San Vicente hasta finales de ese año. Embarcó en Ferrol de segundo comandante en el navío San Julián (abril de 1769), mandado por Joaquín Gutiérrez. Salió de Ferrol, fondeó en Cádiz, desempeñó una comisión en Santa Cruz de Tenerife y, a finales de año, regresó a Ferrol y desembarcó. Al año siguiente pasó a formar parte de la dotación del navío Santo Domingo, del que era comandante Juan Antonio Cordero, con el cual salió en conserva con el Santísima Trinidad y el Guerrero (21 de julio de 1770), bajo la insignia del jefe de escuadra Pedro de Castejón. Después de varias salidas de pruebas de mar con los citados buques, siguió para Cádiz a bordo del Santo Domingo. A la llegada a esa bahía dio la vela convoyando a varias embarcaciones que hacían viaje a América, dejándolos franqueados en las Canarias, antes de regresar a Cádiz. Tomó posesión de la fragata Palos (diciembre de 1770), cuyo mando le había sido dado para hacer viaje redondo a Manila.

Alistado el buque, dio la vela (18 de marzo de 1771). Finalizado el viaje fondeó en Cádiz (17 de julio de 1772). Viaje penoso, sin otra novedad relevante que los contratiempos propios de una navegación larga y poco experimentada hasta entonces. Después de descargar, llevó el buque al arsenal de La Carraca para su desguace. Desarmado a fines de aquel año, cesó en el mando y pasó a Ferrol embarcado de transporte en el navío San Joaquín (principios de 1772).

Ascendió a capitán de navío (21 de abril de 1774). Ese mismo año se le dio el mando de la fragata Magdalena, con la que salió para Cádiz en conserva de los navíos San Genaro y Santo Domingo y de aquella bahía con los mismos buques y el navío Rafael, todos bajo el mando del jefe de escuadra Pedro de Castejón, siguió a Cartagena de Levante, de donde regresó con tropas de transporte a las órdenes del brigadier Miguel Gastón. Después siguió para Ferrol, donde desembarcó.

Le fue conferido el mando del navío San Lorenzo (1776) que se encontraba en Ferrol. Se encargó de su habilitación y armamento. A continuación, dio la vela en conserva del Galicia para Cádiz (octubre del mismo año), salió a desempeñar comisión (1 de noviembre de 1776) y, una vez cumplida, regresó a Cádiz (17 de diciembre 1776).Volvió a salir con destino reservado (4 de abril de 1777). En junio entró en el puerto de La Habana y se incorporó a la escuadra del general Juan Bautista Bonet. Dio la vela (28 de enero de 1778) en unión del resto de los buques de la citada escuadra, navíos Magnánimo, Ángel de la Guarda, San Joaquín, San Gabriel, San Román y las fragatas Santa Cecilia y Santa Bárbara, integrándose en la Son de la Tortuga con la escuadra del jefe de escuadra Antonio de Ulloa, volviendo a La Habana. A continuación se trasladó con caudales del comercio a Cádiz.

A la llegada se integró en la escuadra mandada por el teniente general Luis de Córdoba, compuesta de 31 navíos, siete fragatas, dos urcas, dos brulotes, una saetia y una tartana, además de otros cuatro navíos que se hallaban en carena. Firmada por el rey Carlos III la cédula de declaración de guerra contra Inglaterra (22 de junio de 1779), al día siguiente se hizo a la mar la citada escuadra. El navío San Lorenzo no salió.

El objetivo era unirse con otra escuadra francesa para desarrollar el plan de campaña acordado entre las dos naciones. Consistía esta acción conjunta y combinada en realizar, una vez más, esa idea antigua de invadir las islas Británicas. Dirigió las operaciones de mar, como jefe supremo, el almirante francés conde de Orvilliers. El capitán de navío Mendizábal pasó a mandar el navío Santo Domingo (1779), una vez finalizada la carena. Se integró en la división de navíos que mandaba el general Juan de Lángara. Salieron a navegar de patrulla, desde que entraron en el océano (2 de enero de 1780), se dirigieron, por mal tiempo, con vientos del primer cuadrante, hacia San Vicente al no poder entrar en puerto seguro. Por la noche (13 de enero de 1780), Santo Domingo perdió la verga mayor en un fuerte vendaval, limitando su velocidad con respecto al resto de la fuerza, quedándose retrasada.

Al estar a la altura del cabo Santa María, avistaron velas sospechosas: era una fuerza inglesa mandada por el almirante Rodney que había salido de Inglaterra (27 de diciembre de 1779), con veintidós navíos de línea y diez fragatas que escoltaban un convoy de doscientas velas en el que iba la tropa, municiones de boca y guerra para Gibraltar. Los navíos de línea tenían los fondos forrados con planchas de cobre, con lo que habían conseguido superar en velocidad a los buques franceses y españoles, que no los llevaban.

Doblaron el cabo San Vicente (10 de enero de 1780) acompañándoles hasta entonces la fortuna. Pusieron rumbo de componente este en dirección al estrecho de Gibraltar. A eso de las 13,30 horas se encontraron las dos fuerzas a unas doce millas. Los buques ingleses más avanzados alcanzaron al Santo Domingo. A partir de ese momento y de acuerdo con el parte redactado por el general Lángara (21 de enero), los hechos ocurrieron así: “Izó su insignia. Al poco rato, como a las 16,30, abrió fuego el navío Edgar, que llego a ponerse al costado de babor del Santo Domingo, y a tiempo de ir a hacerle la señal de romper el fuego, lo verificó con una descarga y lo siguió con tal gallardía, que tuvo a bien el ingles alejarse de él, viniendo el nuestro hacia la escuadra, pero alcanzado por otros dos navíos enemigos, por la aleta de estribor uno y por la de babor el otro empezó a hacer un bizarro fuego por ambas bandas y con los guardatimones. Lo que ocasionó según creímos que cuando estaba sirviendo la viveza y el acierto de sus descargas del más agradable espectáculo y lucimiento del valor de su comandante, oficiales y gente, le ocurriese, con el viento en popa la desgracia de volarse por su mismo fuego a las cuatro y media, habiéndose desaparecido enteramente el buque al disiparse un densísimo humo que quedó después de la llamarada y tuvieron un fin tan funesto aquellos valientes españoles dignos de mejor suerte”.

Este doloroso suceso, que impresionó fuertemente a todas las naves españolas, es el que la Marina quiso perpetuar para eterno recuerdo poniendo una lápida en la tercera capilla del Este, nave de la izquierda del Panteón de Marinos Ilustres con la siguiente redacción: “A la memoria del Capitán de navío D. Ignacio Mendizábal. Muerto gloriosamente en el navío de su mando. Santo Domingo en el combate de cabo Santa Maria, 16 de Enero de 1780”.

Juzgado glorioso el combate del cabo de Santa María, se promovió al empleo de teniente general al general Lángara; a jefe de escuadra al brigadier Vicente Doz; a brigadieres, a los capitanes de navío, comandantes de buque, y a su inmediato empleo a los demás capitanes, oficiales y guardias marinas de todos lo navíos y fragatas de la escuadra.

El rey Carlos III, teniendo muy presente el doloroso sacrificio de sus fieles y esmerados vasallos que dotaban el navío Santo Domingo, concedió a la viuda del capitán Mendizábal, Tomasa Rizán y Coghen, que se la atendiera con la pensión extraordinaria de media paga mensual durante su vida, de la que gozaba su marido, sin perjuicio de la correspondiente viudedad y goces que le correspondieran, como al resto, y a su hijo Antonio, niño de cinco años de edad, se le sentó plaza de guardia marina por gracia especial, y más adelante (1 de agosto de 1786) le otorgo Su Majestad la gracia de hacerle su caballero paje, corriendo de su real cuenta su educación y carrera.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Central de la Armada, Exp. personal, leg. n.º 620/738.

C. Fernández Duro, Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, t. VII, Madrid, Museo Naval, 1973, págs. 231 y 263.

 

Alfonso Rivero de Torrejón