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Francisco de Alzáybar de Arteta

Biografía

Alzáybar de Arteta, Francisco de. Vizcaya, 12.VI.1695 − Argentina, 18.I.1775. Marino y empresario.

Fueron sus padres Francisco de Alzáybar y María de Arteta. Ingresó en la Marina Real en sus años adolescentes, alcanzando el grado de capitán de mar y guerra. Más tarde se convertió en uno de los más importantes armadores de la Península. En 1724, el rey Felipe V temía que Bruno Mauricio de Zabala no pudiera llevar a cabo la fundación de Montevideo por la deficiencia de los medios disponibles, y llamó a la Corte a Francisco de Alzáybar para concertar con este empresario el envío de pobladores canarios para la ciudad que había de fundarse y la obtención de los transportes adecuados para la travesía. Felipe V ofrecía fuerzas militares, el apoyo oficial para la constitución de un núcleo inmigrante y el armamento de los buques.

Alzáybar tomaba a su cargo la construcción de los navíos, la gestión para la partida de los inmigrantes y la jefatura de la expedición. Cinco buques fueron encargados por el armador a los astilleros de Londres: el San Ignacio, bautizado así en homenaje al santo patrono vascongado, el San Bruno, el San Francisco, el San Martín y Nuestra Señora de la Encina. Del Támesis, donde fueron botados, se hicieron a la vela para Cádiz, entrando a formar parte de la Armada Real que abrió operaciones contra los ingleses en 1726. En el testamento de Francisco de Alzáybar, autorizado el 22 de diciembre de 1768 por el escribano José Lenzano, expresa el testador: “En el año 1724 hice con el rey de España los asientos para fundar y poblar la ciudad de Montevideo, conduciendo las familias a mi costo, y 400 hombres de tropa, arreglada para este puerto (Buenos Aires) y Montevideo, para cuyo aparato y empresa tan grave y de tanta importancia fue preciso traer caudales y navíos y fabricar en el río de Londres cinco navíos a un tiempo, nombrados San Ignacio, de 60 cañones; San Bruno, de 50 cañones; San Francisco, de 60 cañones, San Martín, de 30, y Nuestra Señora de la Encina, de 24. Con esta última por delante envié las primeras familias de Canarias, y yo en persona vine a la fundación con San Bruno, San Francisco, y San Martín, conduciendo con ellos el resto de las familias y la tropa, y quedó fenecida la contrata de la fundación, habiéndome sido preciso gastar considerables caudales en el gasto de la construcción de los navíos, su conducción a Cádiz y los costos de la guerra del año 26 contra los ingleses [...]”.

Alzáybar, en su testamento, se atribuye el título de fundador de Montevideo y se llama: “marqués nombrado por el Rey nuestro señor, de la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo y su fundador”. Del título de marqués no se ha encontrado documentación y, de haber existido, hubiera sido lógico que sus sobrinos hubiesen reclamado la tenencia; en cuanto a su calidad de fundador, arribó a Montevideo en 1729 con la segunda tanda de pobladores canarios, cuando ya hacía un par de años que la ciudad estaba fundada.

El Cabildo de Montevideo, en 1773, negó a Alzáybar la calidad de fundador, expresando de forma unánime que sólo debe conocerse por tal a “Felipe Quinto el Animoso y en su Real nombre el Exmo. Sr. D. Bruno Mauricio de Zabala, gobernador y capitán general que fue de estas provincias [...]”.

En el Padrón de 1751 figuran las propiedades de Francisco de Alzáybar, avaluadas en 86.887 dólares, la fortuna mayor entre los habitantes de Montevideo, tasándose casa, almacén y sitio en 6.000 dólares, una estanzuela en 3.000 dólares, la estancia en 4.000 dólares, ocho esclavos en 1.600 dólares, treinta y seis mil vacunos en 72.000 dólares, doscientas yeguas en 100 dólares y quinientas ovejas en 187 dólares. En su testamento avalúa su estancia de San José en un millón de pesos y declara tener un crédito por 1.191.000 dólares contra la Real Hacienda.

 

Bibl.: L. E. Azarola Gil, Contribución a la Historia de Montevideo: veinte linajes del siglo XVIII, París, Editorial Franco- Ibero-Americana, s. f.; J. A. Apolant, Génesis de la familia uruguaya, t. II, Montevideo, Imprenta Vinaak, 1875 (2.ª ed.).

 

Fabián Melogno Vélez