Serrat Barnolas, Clemente. Gurb (Barcelona), 12.I.1832 – Segovia, 6.I.1906. Claretiano (CMF), misionero, general de la Congregación.
Hacia 1844 ingresó en el seminario diocesano de Vic (Barcelona), uno de los de mejor nivel académico en la España de aquella época; en él cursó las Humanidades y toda la carrera eclesiástica; fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1856. El lugar de su primer destino fue la ciudad de Olost, con el cargo de vicario parroquial, en el que permaneció sólo seis meses; a continuación, durante dos años, enseñó latín en Santa María de Corcó. Parece que ninguna de estas ocupaciones fue de su agrado.
En julio de 1859 ingresó en la Congregación Claretiana (Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María), que había sido fundada diez años antes por san Antonio María Claret en la ciudad de Vic; allí seguía teniendo su única casa. Quizá la idea de hacerse misionero le rondaba hacía tiempo, pues ya en 1846 había escuchado predicaciones del padre Claret y en 1850 había asistido a su consagración episcopal y a su despedida, cuando partía como arzobispo-misionero hacia Santiago de Cuba. Además había realizado los ejercicios espirituales de preparación para las órdenes sagradas en la casa de los misioneros claretianos y bajo la dirección de tres de los cofundadores. En su discernimiento para ingresar en la congregación intervino directamente el arzobispo Claret, ya regresado de Cuba y en visita a Vic en mayo de 1859.
Tras el preceptivo año de prueba, en 1860 se entrega el padre Serrat a los ministerios propios de la congregación en aquel entonces: predicación de misiones populares y ejercicios espirituales. Su destacada personalidad hace que el exigente superior general, reverendísimo padre José Xifré, deposite en él una gran confianza, de modo que, en 1861, le pone al frente de la comunidad que la Congregación establece en Segovia.
Es un paso trascendental, ya que se trata de la primera casa claretiana fuera de Cataluña; Serrat y sus compañeros tienen que comenzar por perfeccionarse en el castellano. Los siete años que allí permaneció le brindan la oportunidad de trato frecuente e íntimo con san Antonio María Claret, que, por ser confesor de Isabel II, pasa buena parte del verano en La Granja y se prodiga en acciones apostólicas por las iglesias y conventos de Segovia. El régimen surgido de la Revolución de 1868 declara legalmente suprimida la Congregación claretiana; la casa de Segovia tuvo que cerrarse.
Clemente Serrat logra reunirse en Cataluña con sus superiores y con ellos toma la decisión de buscar refugio en el Rosellón francés. En febrero de 1869 el grupo claretiano mayoritario comienza su vida en común en un edificio alquilado en Prades, cerca de Perpiñán, y en junio de 1872 encuentra acomodo algo más holgado en el antiguo convento capuchino de Thuir, situado en la misma zona. En Prades y en Thuir, el padre Clemente desempeña el cargo de formador de novicios y de estudiantes de Filosofía y Teología hasta 1878, año en que es nombrado superior de la ya muy numerosa comunidad de Thuir. En visión retrospectiva se le percibirá como el hombre providencial que, en situación aciaga, supo crear rica solera misionera en las filas de jóvenes sacerdotes y seminaristas que van ingresando; solera que nutrirá a varias generaciones de misioneros claretianos.
Restaurada ya la Congregación en España, tras la restauración política, el padre Serrat pasa, en 1879, a Vic, también en calidad de superior; y a partir de entonces lo será sucesiva e ininterrumpidamente, hasta 1895, en las cada vez más nutridas casas de formación que se van estableciendo en Gracia (Barcelona), Santo Domingo de la Calzada (Rioja) y Cervera (Lérida).
Pero el padre Serrat simultanea esa responsabilidad local con otras de mayor alcance. En el capítulo general de 1876 fue elegido miembro del gobierno general, y en el de 1888 fue reelegido, añadiéndoles el cargo de vicesuperior general; lo será hasta 1899, siempre al lado de la personalidad descomunal del superior general, padre José Xifré, para el cual ya desde mucho antes venía siendo el fiel consejero y también el paño de lágrimas en momentos tan dolorosos como el de la Revolución Septembrina.
Al prudente consejo de Clemente Serrat parece deberse la sana neutralidad mantenida por los Claretianos en la delicada cuestión del Integrismo eclesiástico español; neutralidad que para algunos sacerdotes tenía visos de connivencia con el liberalismo y los disuadió de ingresar en la congregación. A consejo del padre Serrat se debió también el primer ensanchamiento del campo ministerial de la congregación: la aceptación de misiones “ad gentes” en el Golfo de Guinea.
En 1899 murió inesperadamente el reverendísimo padre Xifré; al padre Clemente, en cuanto vicesuperior general, le tocó convocar el capítulo general de elección de nuevo gobierno. El resultado estaba cantado de antemano, pues nadie tenía un currículum comparable al de Serrat. “Desde su ingreso en la Congregación, no había faltado a ninguna de las reuniones importantes ni a ninguno de los Consejos de Gobierno interior y exterior. Asiste con el venerable fundador a los capítulos generales de Gracia de 1862 y 1864, en que se fijaron las bases de la redacción definitiva de las constituciones y se acercaron cuanto era posible al verdadero estado religioso” (Juan Postíus).
“El P. Serrat, íntimo del Fundador, compañero de todos los Cofundadores —ya desaparecidos—, conocedor y gobernante del Instituto antes de la Revolución, forjador de novicios y escolares en Thuir, constantemente desde entonces en el Gobierno General, era genuino representante de la tradición. Bien visto de todos, admirado y respetado de todos, querido de todos” (Cristóbal Fernández).
El 26 de diciembre de 1899 el padre Serrat fue elegido superior general de su Congregación; tenía sesenta y siete años. La elección supuso para muchos misioneros claretianos un gran alivio, pues cuantos le habían tratado como formador o superior sabían de su gran humanidad y afabilidad, que contrastaba con las actitudes a veces algo rígidas y autoritarias de su gran predecesor el padre José Xifré.
Los seis años del generalato del padre Serrat fueron de una gran creatividad en la organización de la congregación, ahora ya “adulta”, sin presencia del fundador ni de los cofundadores. En 1895 había sido dividida en dos provincias, Cataluña y Castilla (que abarcaban también algunos territorios americanos), pero —a falta de una legislación pertinente— la autonomía de estos organismos era casi simbólica. En varios capítulos provinciales, presididos por Serrat en 1901, y en un capítulo general extraordinario, convocado y presidido por él en 1904, se fueron llenando los vacíos legales existentes, se determinó la creación en España de una tercera provincia (Bética) y la autonomía de las regiones americanas bajo la figura jurídica de viceprovincias, y se decidió el traslado de la sede del gobierno general de Santo Domingo de la Calzada a Aranda de Duero (Burgos). En el mismo año consiguió del Gobierno español que la prefectura apostólica de Fernando Poo (entonces Guinea Española) ascendiese a vicariato; el vicario apostólico, reverendo padre Armengol Coll, fue consagrado obispo —el primero de la Congregación Claretiana— en Roma el 19 de junio de 1904.
El 6 de enero de 1906, mientras el reverendo padre Clemente Serrat realizaba una visita de animación al noviciado y filosofado de Castilla, establecidos en Segovia, una bronquitis contraída tres días antes le originó la muerte. Durante su generalato, la Congregación Claretiana pasó de mil trescientos sesenta y ocho a mil cuatrocientos ochenta y seis miembros.
Bibl.: I. Ruiz, “El Rvdmo. P. Clement Serrat (datos biográficos)”, en Anales de la Congregación de Misioneros Hijos del I. Corazón de María, 10 (1905-1606), págs. 354-365; J. Postíus, “[Nota necrológica sobre el P. Serrat]”, en El Iris de Paz, 23 (1906), págs. 20-23; C. Fernández, Compendio Histórico de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, Madrid, Coculsa, 1967.
Severiano Blanco Pacheco, CMF
