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Pilar Solsona Lambán

Biografía

Solsona Lambán, María Pilar. Zaragoza, 22.XII.1881 – Logroño (La Rioja), 20.XI.1966. Escolapia, educadora, pedagoga, superiora provincial, asistenta general (SChP).

Zaragoza, la ciudad que la vio nacer, a finales del siglo XIX, era una ciudad popular, entrañable y acogedora, con una casa común para todos los zaragozanos: el Pilar. También lo fue para Pilar Solsona, que desde su niñez tuvo un amor muy especial a santa María del Pilar. Sus padres, Camilo y Margarita, gozaban de una posición económica desahogada y formaron un hogar feliz con cinco hijos, de los que sobrevivieron tres. Con la muerte de la madre, 12 de septiembre de 1894, el cambio fue radical. En 1896, su padre volvió a casarse, y los hijos del primer matrimonio molestaban en la casa. El 5 de febrero de 1896, María Pilar, de catorce años, fue llevada interna al colegio Calasanz. Inteligente y estudiosa, derrochaba paz y alegría en las clases y juegos, sus notas eran inmejorables; manifestaba facilidad para el francés, era muy diestra en la caligrafía, dibujo, bordado de tapices y recitaba muy bien. La prensa de Zaragoza, 1896, 1899, 1900, recogió algunas de sus declamaciones en acontecimientos importantes del colegio y de la ciudad. El 25 de septiembre de 1905, sacó el título de maestra en la Normal de Huesca. Y pasó de alumna a profesora, la primera profesora seglar del colegio Calasanz. Continuaba residiendo en el colegio. El 12 de diciembre de 1906, ingresó en el noviciado de Carabanchel (Madrid). Tomó el hábito escolapio el 10 de marzo de 1907. Profesó el 19 de marzo de 1909. Quedó destinada en Carabanchel. Del 12 de julio a mediados de septiembre, estuvo con madre Inés Martí y madre Patrocinio Roca, en el convento de las Hijas de la Cruz, en Le Puy (Francia) para perfeccionar el francés. Repitió la experiencia en 1921 y 1929, y llegó a dominar muy bien el idioma galo. El 3 de octubre de 1910, madre Pilar llegó destinada al colegio Calasanz de Zaragoza. De 1910 a 1916, estuvo totalmente dedicada a la educación de las alumnas, especialmente en la sección de internas y mediopensionistas, con clases de francés y dibujo. Para las alumnas era una maestra extraordinaria, transmitía con claridad los conocimientos, era bondadosa, firme y de gran finura de espíritu.

Los años 1916-1921 fue la maestra de junioras del juniorato interprovincial establecido en Zaragoza. Además de su responsabilidad y trabajo de formadora, daba clases de francés a las junioras y a las alumnas de comercio, bachillerato y magisterio, del colegio Calasanz. Madre Pilar estuvo al frente del juniorato cinco años. Muchas escolapias se beneficiaron de ese tiempo tan rico de formación, y todas quedaron marcadas por la impronta de santidad de su maestra. Cerrado el juniorato, se incorporó totalmente a las clases. Era profesora del Calasanz, y superiora y directora de la escuela de Fortis para las alumnas de bachillerato, magisterio y comercio. Bajo la dirección de madre Pilar las alumnas vivían una rica experiencia para la educación en la libertad, con clases al aire libre y gran libertad de movimiento en la casa. El resultado académico fue muy bueno. En octubre de 1923, pasó como superiora y directora al nuevo colegio Pompiliano de Zaragoza. Erigida la provincia escolapia de Aragón, el 23 de diciembre de 1923, fue nombrada segunda asistenta provincial, y en 1924 maestra de novicias. De 1925 a 1930, volvió destinada al colegio Calasanz como superiora, cargo que desempeñó con bondad y firmeza, buscando el bien y tratando de hacer agradable la vida de comunidad. En septiembre de 1928 la nombraron primera asistenta provincial. Por tanto, desde 1916 a 1931, fue superiora y directora en los colegios de Zaragoza, asistenta provincial, maestra de junioras y maestra de novicias; fue competente como directora y maestra, madre entrañable como superiora y muy buena consejera. Tenía preferencia por las niñas pobres y atrasadas.

El 5 de marzo de 1931, en compañía de la superiora provincial, madre Paz de Moraza y de madre Mercedes Reig, madre Pilar viajó a la Argentina para establecerse allí, ante las instancias repetidas de los padres escolapios, para que fundaran en esa nación. El 25 de marzo llegaron a Córdoba, lugar de su destino y abrieron una casa. Las dificultades que encontraron fueron mayores de las previstas, pero por fin, a primeros de febrero de 1932, se encargaron de la escuela Veinticinco de mayo, perteneciente a la Sociedad de Beneficencia de Córdoba, que había gozado de gran prestigio en la ciudad, pero entonces estaba en franca decadencia. Bajo la dirección de las escolapias, no sólo cambió aquella situación, sino que la superó, aumentando considerablemente el número de las alumnas, por la competencia pedagógica de las religiosas, y los logros académicos obtenidos. En 1934 estableció un colegio en Río Cuarto (Córdoba). Ese mismo año, con las tres casas existentes, se erigió el vicariato de Argentina, dependiendo de la provincia de Aragón. Madre Pilar fue nombrada vicaria provincial hasta 1941. Desde la llegada a la Argentina fueron diez años (1931-1941), de magisterio constante con las religiosas y con las alumnas, de iniciativas acertadas. Dirigió el vicariato con equilibrio, firmeza y dulzura, poniendo unos buenos cimientos escolapios en la provincia de Argentina.

En mayo de 1941, fue convocado el Capítulo General para celebrarlo en Zaragoza. El 22 de julio, madre Pilar salió del puerto de Buenos Aires rumbo a España. El 13 de agosto de 1941, fue elegida superiora provincial de Aragón y reelegida en el capítulo de 1947. Los años de su provincialato (1941-1953), fueron muy fecundos y de expansión para la provincia. Fundó casas en España: Logroño, 1943, residencia universitaria de Zaragoza, 1944, escuela de magisterio de la Iglesia, Zaragoza,1948, Peralta de la Sal (Huesca), 1949, colegio de Soria, 1949. En Argentina: Buenos Aires, 1943, Cerro de las Rosa (Córdoba), 1950, Concordia (Argentina), 1952. En Francia, Narbona, 1951. Ese mismo año 1951, se fundó la misión del Japón, y en 1953, en Santiago de Chile. Fueron doce años en los que madre Pilar sirvió con amor, abrió nuevos caminos, promovió una mejor formación de las novicias. Viajera incansable, a todas partes acudió solícita, resolviendo problemas prácticos, afianzando la vida comunitaria, velando por la educación integral humana y cristiana de las alumnas, buscando vocaciones para la Iglesia. En la provincia era voz común entre las religiosas, alumnas, ex-alumnas y familias que madre Pilar vivía constantemente en un clima de paz y caridad heroica.

En el Capítulo General de 1953, fue nombrada asistenta general; tenía setenta y un años. Como asistenta general visitó las casas de Cuba, 1954, California, 1954, y Japón, abril de 1957-diciembre de 1958. En todas partes fue para las hermanas un ejemplo viviente. A los setenta y ocho años, relevada de todos sus cargos fue enviada a Narbona (Francia), a los pocos meses, por motivo de salud, a Logroño. Allí falleció en 1966. El proceso para su canonización se inició en Zaragoza (30 de abril de 1991-28 de noviembre de 1992). La Positio sobre su vida, virtudes y fama de santidad, se entregó en la Congregación para las causas de los Santos de Roma, el 14 de septiembre de 1995.

 

Obras de ~: “Diario de la fundación escolapia en Argentina (5 de marzo de 1931-1 de marzo de 1932)”, en Positio super virtutibus [Pilar Solsona], Roma, 1995, págs. 518-549; “Pensamientos”, en Positio super virtutibus [Pilar Solsona], Roma, 1995, págs. 465-499; Comentario al Padrenuestro, Zaragoza, 1999.

 

Bibl.: M. L. Labarta, “M. Pilar Solsona, superiora provincial (1941-1935)”, en Escolapias, Datos para nuestra historia, Zaragoza, El Noticiero, 1971, págs. 582-587; Positio super virtutibus M. Pilar Solsona, Roma, 1995; T. Sesma, Pilar Solsona, Vida y mensaje, Zaragoza, 1997.

 

María Luisa Labarta Araguás, SChP