Merino, Pedro. Palencia, ú. t. s. xvi – Salamanca, 22.XII.1649. Mercedario (OdeM), teólogo, escolástico, catedrático de Artes y de Moral en Salamanca, intérprete de Zumel y provincial de Castilla.
Natural de Palencia como Francisco Zumel —a quien siguió como discípulo aprovechado e intérprete digno de su maestro—, y de quien se conocen muchos datos biográficos, aunque se ignora la fecha exacta de su nacimiento. Tampoco hablan, ni Tirso —que lo conoció bien— ni Garí —que suele informarse— de su familia.
Ingresó en el Convento de la Merced de Valladolid, donde hizo su año de noviciado, en torno a 1596, y sus superiores, viendo su virtud y amor al estudio, le enviaron como conventual a la casa de la Vera-Cruz de Salamanca. Allí convivió con ilustres catedráticos, entre ellos Francisco Zumel; y, a su debido tiempo, cursó Filosofía y Teología en la Universidad salmantina. Aparece firmando con Tirso en el Convento de Guadalajara, a principios del siglo xvii, siendo profesor suyo. Se documentan sus matrículas universitarias en la ciudad del Tormes, años después, como teólogo a principios del siglo xvii ya, con estancias en Guadalajara, conviviendo con fray Gabriel Téllez después de su profesión, a quien debió de dar clase de Artes y acaso también de Teología. Y consta documentalmente ser profesor en dicha Universidad de Salamanca durante los cursos 1615 a 1618. El primer año era ya catedrático de Artes, mientras que en el segundo y el tercero aparece como “Sustituto de Lógica”. Justamente los años 1616-1618, Tirso, desde finales de 1608 presbítero, después de residir en Soria y Toledo, pasó a formar parte de la recién creada P rovincia de Santo Domingo, con otros cinco mercedarios, bajo la vicaría del padre Juan Gómez, más joven de lo que Tirso desearía para ese cargo, según declara en su Historia, en párrafos autobiográficos.
Como quien habla de un amigo y profesor bien conocido —tanto en los estudios como en el gobierno de la provincia de Castilla—, Tirso lo cita una docena de veces al historiar momentos y personajes de la orden en relación con Merino. Fray José Antonio Garí y Siumell coincide con Tirso al afirmar que “fue Maestro de Teología o de número, doctor y catedrático en la Universidad de Salamanca, ocupando en ella, entre otras cátedras, la de Moral por espacio de 16 años; y, siendo jubilado y decano de la misma”.
En cuanto a Tirso, la vez primera que le menciona es a propósito de una teoría que venía circulando por la Corte sobre la conveniencia de seguir o no entregando dinero a los moros, en las costas africanas, redención tras redención —mercedarios y trinitarios—, dando libertad a cautivos en número relativamente reducido, cuando se podría crear un ejército que —de una vez por todas— invadiese el espacio de la cautividad africana y liberase a todos los españoles cautivos. Se llamó “redención preservativa”. Pues bien, dice Tirso que el general de la Merced, el maestro fray Gaspar Prieto, respondió con razones contundentes a los “mercaderes en la profesión e idiotas en la suficiencia”. Y añade: “Ya veremos, en el generalato que se sigue, resucitadas otra vez las cabeças de esta hidra y ser el Hércules que las agote el padre Maestro Fray Pedro Merino, Provincial entonces de Castilla”. Y, en efecto, en el generalato del reverendísimo fray Juan Cebrián —“hijo” del Convento de El Olivar, Estercuel (Teruel)—, después de precisar que se celebró Capítulo para elegir provincial de Castilla —acabado su trienio el maestro fray Blas de Tineo—, al que asistió el mismo Tirso, como comendador cesante asimismo del Convento de Trujillo (Cáceres), que gobernó entre 1626 a 1629, en mayo, la víspera de la dominica “in Cantate”, en la casa mercedaria de Guadalajara, juntos todos los vocales con derecho a voz y voto, que eran sesenta y ocho, “todos, menos uno, a favor del Maestro Fray Pedro Merino, que salió electo, Catedrático de Teología Moral, natural de Palencia y conterráneo del sapientísimo Çumel, cuya hechura fue, cuya Cátedra obtuvo, y cuyo retrato vivo, en lo docto y observante, pudo consolar su pérdida. [Se refiere a la de Zumel, fallecido en 1607]. Está vivo y no permite su modestia alabanzas merecidas de mí, que, su discípulo, por verdaderas que sean, dirán que incurro en las excepciones que llaman generales”. Acaba —como se ve— de desvelar Tirso que tuvo como maestro al padre Pedro Merino, ahora su provincial. Tirso fue discípulo suyo, no, ciertamente, en Salamanca —como se tiene afirmado—, sino en el Convento de Guadalajara, después de finalizada su profesión. Más tarde añade: “Volvió a retoñecer el arbitrio de la redención preservativa [...]. Salió luego a la causa nuestro Provincial Merino, y presentando al mismo Conde Duque otro Memorial, no tan cansado, lució en él los aciertos de sus útiles estudios.
Respondía en él a todas sus alegaciones”.
Al hablar Tirso de fray Isidro de Valcázar, que falleció en Madrid, después de regentar cátedras en Valladolid y Santiago, y desempeñar cargos de responsabilidad en la provincia de Castilla, hace su elogio, finalizando así: “Dejó doctísimos discípulos y, entre ellos, dos que pudieran fundar Universidades, los padres Maestros Fray Pedro Merino y Fray Diego Bueno. Murió entre los brazos del primero, siendo Provincial”.
Renunció el general Diego Serrano, al ser promovido a obispo de Albarracín, y se convocó Capítulo Electivo para maestro general en Barcelona, en 1633, al que asistió Merino —entre los candidatos, por ser “hechura de Cebrián”—, pero salió elegido el padre maestro fray Diego Serrano, provincial de Andalucía.
Renunció Merino al cargo que se propuso de vicario general de las provincias de Perú. Dice Tirso que, ante consejos ajenos, decidió —al no haber salido general de la orden— ejecutar la sentencia de “Cesar aut nihil”. Y se retiró a su Colegio. Merino alargó su trienio unos meses, hasta la elección del nuevo general en diciembre. El capítulo de Castilla de 26 de noviembre de 1632 había, bajo la presidencia del general Serrano, elegido provincial al padre Salmerón, y Tirso fue uno de los definidores provinciales, y nombrado historiador, para terminar la obra de Alonso Remón. Y el padre fray Hernando de Canales —uno de los que habían ido a Santo Domingo con Tirso en 1616— visitador general de las islas de Barlovento, La Española y Cuba. Fue como visitador de Perú, por renuncia de Merino, el padre fray Gonzalo Maldonado.
El general “cuidó de esta general Historia de la Orden, mandándome a mí que la escribiese, cuyas faltas correrán por parte de mi insuficiencia —confiesa humildemente Tirso— y por la suya las alabanzas”.
Cumplido el tiempo del padre Diego Serrano, se convocó capítulo general en Murcia, el 9 de mayo de 1636. Asistió Tirso y presentó la continuación de la Historia de la Orden desde el siglo xv, donde la había dejado Remón, y aunque se la aprobaron, no quiso imprimirla y quedó inédita en el Archivo de Madrid, hoy editada, quedando sus originales en la Real Academia de la Historia. Fue elegido definidor general el padre Pedro Merino, y general el padre maestro fray Dalmacio Sierra, gran amigo de Tirso.
El padre Pedro Merino fue propuesto para obispo de Valladolid en Honduras el año 1647. “Pero por amor a la virtud y retiro, con mucha modestia y humildad, renunció el obispado” (Garí), el 15 de mayo de dicho año. Falleció en Salamanca el 22 de diciembre de 1649.
Obras de ~: Triunfo de la Religión de la Merced. Estampa famosa con los sujetos más insignes de la Orden, Salamanca, 1611; Memorial en defensa de la redención de cautivos, según la forma en que oy la exerce el sagrado Orden de nuestra Señora de la Merced, Salamanca, impreso en Madrid, 1627; Juramento y Estatuto de la Universidad de Salamanca [...] de enseñar y defender la doctrina de los gloriosos Santos Doctores San Agustín y Santo Tomás [...], hecho por la Junta de Comisión, Salamanca, año 1627; Vida de San ramón Nonat, Salamanca, s. f.; Centum resolutiones ad totidem quaesita Ecclessiarum cathedralioum Hispaniae (ms. desapar.); Generalis disputatio de matrimonio a Patre Magistro Fr. Pedro Merino, Beatae Mariae de Mercede cathedrae Scoti moderatore, Salamanca, 1627 (ms.); Vida, Muerte, y Milagros de Nuestro Glorioso Padre San Pedro Nolasco, Illustríssimo Patriarca de la Sagrada Orden de los Redentores de Nuestra Señora de la Merced [...], Salamanca, en casa de Antonia Ramírez, 1628; Copia de carta de Fr. Pedro Merino, renunciando el Obispado de Honduras, de que le había hecho merced Su Majestad, Salamanca, 1647; De canonizatione Sanctorum (ms. Incompleto), Salamanca, 1649; Sobre el Apocalipsis de San Juan [...] y nueva exposición de los misterios que contiene, s. l., s. f.; Vida, muerte y milagros de Nuestro Glorioso Padre San Pedro Nolasco [...], Roma, Imprenta Iuicci-Via Bonella, 4, 1929.
Bibl.: A. Hardá Múxica, Bibliotheca Scriptorum [...] Ordinis de Mercede [...], s. l., s. f. (ms. en la Real Academia de la Historia, Madrid); A. de Arques y Jover, Biblioteca Scriptorum [...] Ordinis de Mercede, Madrid, 28 de marzo de 1785 (ms. en Archivo Curia de la Merced de Castilla); J. A. Garí y Siumell, Biblioteca Mercedaria, Barcelona, Imprenta de los Herederos de la Viuda Pla, calle de la Princesa, 1875; G. Placer, Bibliografía Mercedaria, vol. II, Madrid, Publicaciones del Monasterio de Poio-Revista Estudios, 1968; G. Téllez (seud. de T. de Molina), Historia general de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, intr. y ed. de Fr. M. Penedo Rey, vol. II, Madrid, Provincia de la Merced de Castilla, 1974.
Luis Vázquez Fernández, OdeM