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Miguel de Zavala y Auñón

Biografía

Zavala y Auñón, Miguel de. ?, s. m. s. XVII – p. m. s. XVIII. Consejero, regidor y economista.

Las escasas noticias que se poseen acerca de su vida refieren que fue un alto funcionario de la Administración borbónica surgida tras la llegada al trono de Felipe V. Fue regidor perpetuo de la ciudad de Badajoz, superintendente de la Pagaduría de Juros y Mercedes y miembro del Consejo del Rey. Esta escasez de información contrasta con la enorme difusión e influencia que alcanzó el único texto que se le atribuye, la Representación al Rey N. Señor D. Phelipe V, como una de las obras económicas más emblemáticas de toda la Ilustración española. Publicada en 1732, año de la muerte de Gerónimo de Uztáriz y tan sólo ocho años después de que viera la luz su influyente Teórica, y práctica de comercio, y de marina.

Tal y como sugiere indiscutiblemente su título, la finalidad de la Representación de Zavala no era muy diferente, en cuanto a su espíritu y forma, a la de buena parte de la literatura arbitrista o proyectista española de su tiempo. Su punto de partida era la constatación del bajo nivel del desarrollo económico español, en lo referente tanto a su pasado más reciente y sus posibilidades potenciales, como al pujante crecimiento que venían alcanzando otros países europeos —los ejemplos, particularmente, de Francia, pero también de Holanda e Inglaterra, están muy presentes a lo largo de todo el libro—. Zavala aspiraba a influir en las más altas instancias de la administración borbónica con el fin de que se emprendieran aquellas reformas que consideraba más adecuadas para alcanzar “la felicidad, mayor alivio, riqueza y abundancia de su Monarquía”. Su obra, cuyo formato y contenido eran muy claros, se estructuraba en forma de una “Representación” dirigida a la más alta autoridad de ésta, en la que, en primer lugar, se identificaban las “causas poderosas” del subdesarrollo económico español y la pobreza de sus súbditos para, a continuación, mostrar las soluciones precisas más viables a las mismas. Según Zavala, tres eran tales causas: la desorganizada y opresiva estructura fiscal, en particular, respecto al conglomerado de impuestos que componían las seculares Rentas provinciales castellanas (alcabalas, cientos, millones, etc.); la escasez del cultivo y producción agraria, o, más en general, la falta de desarrollo rural; y, por último, la disminución de los “comercios”, que Zavala identificaba con la continua pérdida de las tradicionales posiciones comerciales e industriales españolas, lo cual estaba afectando, no sólo a la posición económica de la Monarquía en el conjunto de la economía internacional, cuanto al propio desarrollo de sus colonias. A cada una de estas causas dedicará la Representación una de sus tres partes. En la primer parte, se analizan son detalle los perjuicios ocasionados por las Rentas provinciales, particularmente evidentes en la injusta distribución de la carga fiscal, la excesiva presión fiscal sobre la renta familiar, los efectos desincentivadores que generaban sobre el comercio y las actividades agrícolas e industriales y, por último, el bajo nivel recaudatorio en términos de ingresos públicos percibidos por la Hacienda Real, entre otras razones, debido al alto coste que suponía su gestión. La solución pasaba por reemplazar este perjudicial conjunto de impuestos, que gravaban particularmente el comercio y el consumo, incluido el destinado a los bienes de primera necesidad, por una contribución única que, siguiendo el ejemplo del catastro de Cataluña, se impusiera, con una tasa única del 5 por ciento, en forma de un tributo “real”, “perpetuo e invariable”, que gravara la propiedad inmueble de tierras, molinos, casas, etc., y de otro “personal”, aplicado sobre los salarios y las rentas del trabajo a todos los trabajadores del estado llano, ya fueran campesinos, jornaleros, maestros, oficiales o comerciantes, y del que, por tanto, quedaban exceptuadas las tradicionales clases exentas. Los depurados y bien argumentados cálculos económicos que Zavala realizaba sobre el consumo familiar y agregado, la presión fiscal y la recaudación potencial de este nuevo impuesto le permitían augurar ventajas de toda índole, a nivel tanto familiar como del agregado del Estado.

En cuanto al análisis de la situación de la agricultura española, parecía especialmente centrado en las realidades agrarias que Zavala hubo de conocer mejor, como la extremeña o, en menor medida, la andaluza. Las causas del subdesarrollo agrario eran cuatro: la tasa sobre el precio del grano, la defectuosa organización y gestión de los pósitos públicos, la prohibición a la exportación del grano y el elevado volumen de superficie de tierras que permanecían sin cultivar. Las soluciones para cada una de ellas se articulaban en los términos exactamente contrarios. Zavala era partidario de establecer el libre comercio interior del grano, lo cual implicaba, principalmente, la libertad de precios y el libre tráfico, si bien se mostraba partidario de mantener una estructura de pósitos públicos modernizada y eficiente. En cambio, aunque abogara por la libre exportación del grano, esta circunstancia se debía limitar al caso en el que el mercado interior estuviera abastecido y existieran excedentes probados. Por último, era partidario de reformas moderadas para conseguir ampliar el área de tierra cultivada, que se ceñían primordialmente al reparto de baldíos y tierras comunes y de propios municipales, incluyendo las tierras incultas del monte bajo, con “facultad de adehesarlas” y de transformarlas en tierra para pasto o granos.

La parte menos interesante de la Representación era, sin duda, la tercera, versada sobre el deterioro comercial e industrial español. Zavala era partidario de una política comercial exterior proteccionista y se mostraba, en general, a favor del libre comercio interior —supresión de las aduanas interiores aún vigentes—, a pesar de lo cual defendía, de forma exhaustiva y con argumentos pocos novedosos, el comercio realizado a través de compañías privilegiadas, con las “prerrogativas, honras y franquezas que convengan”. Este medio, que debería implantarse en el comercio colonial y en cuya materialización se debería implicar también a la nobleza, era concebido como la manera más eficaz de “establecer con permanencia todo género de fábricas” y de que volviera a florecer una industria nacional más competitiva.

La Representación fue un texto muy influyente en todo el siglo XVIII español. Su éxito perduró hasta el emblemático Informe de Ley Agraria (1795) de Jovellanos, y aún con posterioridad. Sus principales legados intelectuales fueron tres: el análisis de la situación agraria del interior peninsular, los cálculos económicos y de aritmética política mediante los que Zavala ilustró la necesidad de sus reformas y, por último y de manera muy especial, su estudio de los perjuicios de las rentas provinciales y de la conveniencia de restituirlas por una sola contribución. Esta última cuestión explica, en buena medida, las dos reediciones, ya mencionadas, de que la obra fue objeto a lo largo de ese mismo siglo. En 1749 fue reeditada, seguramente a iniciativa del marqués de la Ensenada, en una Miscelánea económico-política colectiva que incluía, además de la propia Representación, unas Instrucciones de Martín de Loynaz, de un ministro anónimo y de la Real Cédula de 1747 que articulaba las operaciones necesarias para el establecimiento de la Única Contribución. Esta misma Miscelánea se volvería a editar en 1787, en el momento preciso en que estaba siendo aplicada la importante reforma tributaria programada bajo el ministerio de P. de Lerena, basada en el establecimiento de un “impuesto de frutos civiles”.

Obra no traducida en el extranjero, pero muy bien conocida en Francia e Italia, la Representación fue una muestra del nuevo reformismo económico español alentado tras la llegada al Trono de Felipe V. No obstante, fue una especie de contrapunto de la Teórica, y práctica de comercio, y de marina (1724) de Gerónimo de Uztáriz, del que Zavala se distanció debido a su defensa del sistema de compañías de comercio privilegiadas, su cercanía a un sistema tributario afín al catastro catalán y, en particular, la importancia que atribuía a la agricultura en el desarrollo económico español. Debido a este último motivo, conectaba con el espíritu y las líneas de reflexión de la economía post-colbertista francesa —en particular, con la obra de Vauban—, fue la principal obra de la primera mitad del siglo XVIII español que rompió con la línea industrialista, hegemónica en ese período —Uztáriz, Ulloa, Santa Cruz de Marcenado—, y adelantó algunos de los principios del liberalismo agrario que comenzó a ser dominante en los ambientes intelectuales españoles a partir de 1760.

 

Obras de ~: Representación al Rey N. Señor D. Phelipe V (que Dios guarde) dirigida al más seguro aumento del Real erario y conseguir la felicidad, mayor alivio, riqueza y abundancia de su Monarquía: Que distribuidos los tributos proporcionalmente sea menos la paga de sus vasallos, resultando mucho más crecido el fondo de la Real Hacienda: Que restableciéndose las labores y demás exercicios del campo se reparen las carestías que los años estériles ocasionaran, haciéndose útiles las muchas tierras incultas que se hallan en todo el reino: Que florezcan en nuestros dominios un comercio superior al de las demás naciones de Europa, con permanente seguridad en el establecimiento de fábricas de todos géneros: Que solos nuestros españoles hagan el comercio de América, trayéndose a España y circulando en solo ella, los inmensos tesoros que producen aquellos riquísimo Reynos, Madrid, 1728 (reed. con el tít., Miscelánea económico-política o Discursos varios sobre el modo de aliviar los vasallos con aumento del real erario junto con la Instrucción que para la subrogación de las rentas provinciales en una única contribución dio don Martín de Loynaz al excelentísimo Marqués de la Ensenada, s. l., 1749 y 1787).

 

Bibl.: A. Matilla Tascón, La única contribución y el catastro de Ensenada, Madrid, Ministerio de Hacienda, 1947; J. Fontana, “La supervivencia del mito de la única contribución. Noticia de algunos arbitristas españoles de comienzos del siglo xix”, en Hacienda Pública Española, 17 (1972), págs. 111- 119; J. Hernández Andreu, “Evolución histórica de la contribución directa en España desde 1700 a 1814”, en Revista de Economía Política (REP), 61 (1972), págs. 31-90; R. Calle Sáiz, “El proyecto de Vauban y su influencia sobre el pensamiento financiero de Zavala y Muñón”, en REP, 77 (1977), págs. 7-28; M. Grice-Hutchison, El pensamiento económico en España (1177-1740), Barcelona, Crítica, 1978; V. Llombart, “El pensamiento económico de la Ilustración en España”, en E. Fuentes Quintana (ed.), Economía y economistas españoles. Vol. III. La Ilustración, Barcelona, Galaxia Gutenberg- Círculo de Lectores, 2000, págs. 7-89; N. Guasti, “Más que catastro, catástrofe. Il dibattito sull’imposizione directa nel Settecento Spagnolo”, en Storia del Pensiero Economico, 40 (2001).

 

Jesús Astigarraga Goenaga