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Juan Garrido de Rojas y Loyola

Biografía

Garrido de Rojas y Loyola, Juan. Juan de Loyola. Valdeverdeja (Toledo), 21.X.1686 – Valladolid, 16.III.1762. Escritor jesuita (SI), director espiritual e impulsor de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando entró en la Compañía de Jesús, en Salamanca y en junio de 1704, abandonó su apellido paterno y a partir de entonces se le conoció como Juan de Loyola. Fue enviado, como futuro jesuita en Castilla, a la casa de probación o noviciado de Villagarcía.

Para entonces, podía haber cursado ya algunas disciplinas propias de la Filosofía. Con todo, estudió tres años de Filosofía y cuatro de Teología, además de uno extra como ocurría a los que estaban destinados a ser profesores. Comenzó leyendo gramática latina, como era habitual en la carrera docente de los jesuitas, permaneciendo en esta labor entre 1714 y 1717, tanto en los colegios de Bilbao como en el de Pamplona.

Como profesor de Filosofía pasó al de San Ambrosio de Valladolid, la casa de enseñanza en la Compañía más importante en esta ciudad, donde permaneció otros tres años hasta 1720. Con el único paréntesis de enseñar Teología en el colegio de Segovia, entre 1724 y 1726, fue en los años veinte un hombre de formación en su antiguo noviciado de Villagarcía de Campos.

Ejerció por dos ocasiones de ayudante o socio del maestro de novicios. Allí, coincidió con el joven Agustín de Cardaveraz en la primera de las ocasiones y con Bernardo Francisco de Hoyos en el segundo de los períodos. De ambos dos, fue director espiritual y con ellos se implicó en la expansión de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús en España en aquel siglo xviii. Y aunque tuvo otros oficios, aquélla fue su misión primordial, además del propio de escribir y publicar. Tras haber sido rector del colegio de Tudela (1729-1732), ya en Segovia como rector —donde permaneció entre 1732 y 1736— pudo desarrollar una relación intensa con el mencionado hermano Bernardo Francisco de Hoyos.

Había recibido comunicación de este último, de la supuesta comunicación divina que le convertía en agente promotor de la extensión del culto al Corazón de Jesús. El 14 de mayo de 1733 se produjo la segunda de las revelaciones que recibió Hoyos, definiéndose en ésta los elementos fundamentales de la que se conoce como la “Gran Promesa”. Prosiguieron las experiencias místicas de este joven hermano. Insistía en que Jesucristo le había asegurado su anhelo de que fuese la Compañía de Jesús y los jesuitas los que promoviesen y difundiesen el culto al Corazón de Jesús. Palabras que se situaban en la línea de las visiones de Margarita de Alacoque —de cuya vida se ocupó en un libro Juan de Loyola— y en lo abundantemente comunicado después, en la correspondencia interna de los jesuitas, además de por lo dicho por los de la Compañía en Francia —Gallifet o Croisset—, desde finales del siglo xvii y principios del xviii. Ese mismo año de 1733, Hoyos se fue ganando para esta devoción a los jesuitas más importantes de la provincia de Castilla. En esa línea se sitúan las negociaciones llevadas a cabo por el padre Loyola en la Corte, establecida en el real sitio de San Ildefonso, tan cerca del Colegio de Segovia, del que este jesuita era rector. Al mismo tiempo, en favor de la expansión de esta devoción trabajaban los misioneros populares, fundando al mismo tiempo congregaciones. El más destacado de todos ellos fue Pedro de Calatayud.

No se conformó Bernardo de Hoyos, en sus inquietudes, con la palabra predicada de los misioneros populares. Creyó necesario recurrir a la palabra publicitada, buscando al religioso que pudiese encargarse de escribir un pequeño manual para difundir esta devoción. Por aquellos días, el hermano Juan Lorenzo Jiménez había escrito el Resumen de las glorias del Corazón divinísimo del amor de Jesús. No obstante, a Hoyos no le satisfizo muchas de sus páginas. El Resumen no llegó a publicarse y hubo que esperar un mejor provecho.

La mano definitiva fue la de Juan Loyola en las páginas del Tesoro Escondido. Necesitaban la censura de los padres revisores en España, además de la licencia de Roma y la autorización del provincial. Era necesario evitar cualquier suspicacia o condena. Parecía todo finalmente preparado cuando, en la primavera de 1734, se tuvo noticia de la publicación por Pedro de Calatayud y en Murcia de un libro titulado Incendios de amor sagrado, respiración amorosa de las almas devotas en el Corazón de Jesús su enamorado. El efecto fue contrario al esperado, pues el provincial de Castilla consideró innecesario lo que había escrito Juan de Loyola en colaboración con Hoyos tras el anterior título.

Cuando llegaron a Valladolid algunos ejemplares de la obra de Pedro de Calatayud, comprobaron en sus páginas que no era la obra indicada para una devoción como ésta. Algunas tensiones surgieron con el obispo de Valladolid y fue el arzobispo de Burgos, Manuel de Samaniego, el que concedió las indulgencias para la mencionada obra de Juan de Loyola. Además, se ofreció a solventar los gastos de su publicación. Finalmente, el obispo vallisoletano Julián Domínguez concedía las indulgencias requeridas.

El libro fue llevado a las prensas vallisoletanas de Alonso del Riego y una vez que salió de la imprenta, Bernardo de Hoyos se lo remitió a los príncipes de Asturias —el futuro Fernando VI y su esposa—, a los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio, a importantes aristócratas y damas de la Corte, algunas de ellas educadas en los monasterios de Salesas de la Visitación. A través del arzobispo de Burgos, la obra llegó a muchos prelados españoles y éstos eran los que debían escribir a Roma para conseguir del Papa la festividad del Corazón de Jesús. A pesar de los éxitos de adhesión, Felipe V podía haber insistido más en Roma. Era necesario el apoyo del confesor real, Guillermo Clerk, al que podía llegar Juan de Loyola y, finalmente, se redactó la carta de solicitud del Monarca.

Calatayud, en sus misiones populares, también estimuló la difusión del Tesoro Escondido. Agustín Cardaveraz lo hizo por las provincias vascas y otros jesuitas lo realizaron a través del confesionario y los sermones: “No se le pasó convento, ni monasterio donde a él le pareciera que debía ser bien recibido o no rechazado, que no enviase algún ejemplar de su Tesoro [...] ni dejó en paz a librero que pudiera ayudarle en la propagación de su librito por toda España”. Con todo, aunque las páginas escritas por Juan de Loyola superaban las del libro de Calatayud o la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús del padre Croisset —que había sido traducida por los lectores españoles por Melchor de Peñalosa—, Hoyos todavía pensaba que no era suficiente.

Era menester un libro en el cual se tratase histórica y teológicamente la devoción y culto al Sagrado Corazón. Por lo menos, había que traducir la obra del padre Gallifet, Excelencia de la Devoción al Corazón de Jesús. La segunda edición del Tesoro Escondido salió a la luz en Barcelona en 1735, gracias al apoyo económico del arzobispo de Tarragona, Pedro de Copóns, prelado que impulsó decididamente el oficio y misa del Corazón de Jesús.

Bernardo de Hoyos encargaba, en 1735, a Juan de Loyola la elaboración de la Novena del Sagrado Corazón.

Fue la primera demostración pública de esta devoción en junio de ese año, celebrada en la capilla de la Congregación del colegio de San Ambrosio, con la aprobación del entonces obispo de Valladolid. Meses después moría Hoyos en el colegio de San Ignacio, ordenado ya como sacerdote. Pocos meses después de aquel acontecimiento, Juan de Loyola fue enviado a aquella casa —la primera fundación de los jesuitas en Valladolid— para convertirse en instructor de tercera probación. Fue el período entre 1736 y 1741. Por entonces, Juan de Loyola publicaba (en 1737) El Corazón de Jesús descubierto a nuestra España, además de llevarse a cabo la reimpresión de su novena. Para ello, se empezó a contar con la infraestructura de la Congregación de la Buena Muerte.

Concluido este período, pasó a ser rector del colegio de Pamplona (1741-1744), padre espiritual en el colegio real de Salamanca en 1745 y vicerrector en el mismo, en 1746. Una vez más regresó a la ciudad del Pisuerga, de la cual no buscará nuevos destinos hasta su muerte. Primero, fue confesor y operario del colegio de San Ignacio, pasando el último de su vida en el de San Ambrosio según expone Ruiz Jurado, aunque Uriarte había situado su muerte en el colegio vallisoletano de San Ignacio.

Destacó dentro de la Compañía de Jesús de su tiempo, fue un hombre de trato suave, muy prestigiado y recurrido por distintos hijos espirituales como director, sin que primasen unas clases sociales sobre las otras. A la hora de su muerte, el rector de San Ignacio de Valladolid dio cuenta por carta a la provincia de Castilla de las cualidades que “adornaban” al padre Juan de Loyola (20 de marzo de 1762), destacando las diversas ocupaciones que desarrolló: “En todas [...] conservó un porte muy edificativo, así dentro como fuera de casa, sin que se viese en él otra cosa que un celo grande de la salvacion de las almas y adelantamiento en la virtud en aquellos sujetos que la obediencia puso á su cargo, no omitiendo trabajo ni industria que pudiese conducir á este fin [...]. Su genio apacible le inclinaba á oir con inalterable paciencia á todo género de personas, consolándolas según la necesidad de cada una”. En conclusión, como escritor respondió a las necesidades espirituales de su tiempo, a los intereses apostólicos: “El camino de su salvacion —continúa Eugenio de Colmenares— le hizo tan laborioso en su aposento, que pudo dar á la estampa muchos libros dirigidos á fomentar la devocion de los fieles”. Y así ocurrió cuando ofreció a la imprenta novenas, hagiografías, traducciones de obras necesarias para la expansión de la devoción del Sagrado Corazón, así como otras páginas que permitían su fundamentación.

Finalmente, tras la muerte del padre Loyola, el papa Clemente XIII aprobaba en febrero de 1765 la misa y oficio del Corazón de Jesús, limitada para el reino de Polonia y para la archicofradía de Roma. No lo extendió, el papa Pío IX a la Iglesia universal, hasta el 23 de agosto de 1856.

 

Obras de ~: Retiro espiritual para uso de las comunidades religiosas, escrito en francés por el padre Luis de Burdalue de la Compañía de Jesús, traducido al español por el P. Juan de Loyola, de la misma Compañía, Salamanca, 1727; Novena a San Ignacio de Loyola, Salamanca, 1729; Thesoro escondido en el Sacratíssimo Corazón de Jesús, descubierto a nuestra España en la breve noticia de su dulcísimo Culto, propagado ya en varias provincias del Orbe christiano, Valladolid, por Alonso del Riego, 1734; Vida de el dulcíssimo Director de las almas San Francisco de Sales, obispo y Principe de Geneva y fundador de la orden de la Visitación de Santa María, Madrid, por Manuel Fernández, 1735; El Corazón Sagrado de Jesús descubierto a nuestra España en la breve noticia de su dulcísimo culto, propagado ya en varias provincias de el orbe christiano, Madrid, Imprenta de Alonso Balvàs, 1736; Historia de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en la vida de la V.M. Margarita María, religiosa de la Visitación de Santa María, del Monasterio de Paray-le-Monial en Charolois, escrita en francés por Juan José Languet, obispo de Soissons, traducida en nuestro idioma por el P. Juan de Loyola, Salamanca, por Antonio Joseph Villagordo, 1738; Vida del V.H. Juan Berchmans, Joven Angel de la Compañía de Jesus, Valladolid, Imprenta Alonso Riego, 1739; Meditaciones del Sagrado Corazón de Jesús para el uso de sus congregantes y devotos según el methodo de los Exercicios de N.P.S. Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesús, Valladolid, Imprenta de la Congregación de la Buena Muerte, 1739; Vida de San Carlos Borromeo, cardenal y arzobispo de Milán, Valladolid, Imprenta Congregación de la Buena Muerte, 1752; Historia del cielo empyreo, Valladolid, 1755; Vida del P. Bernardo Francisco de Hoyos de la Compañía de Jesús: arreglada y aumentada de cómo la escribió y dejó inédita el P. Juan de Loyola, edición José Eugenio Uriarte, Bilbao, Imprenta del Corazón de Jesús, 1888 (trad. al it. con otros documentos en Vallisolet. Beatif. et Canonz. S.D. Bernardo F. de Hoyos. Positio super virtutibus, Vaticano, 1961, págs. 382-903).

 

Bibl.: J. E. Uriarte, Principios del Reinado del Corazón de Jesús en España, Madrid, Imprenta Blas María Araque, 1880; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jesús, vol. V, Bruxelles, Oscar Schepens, 1894, págs. 125-128; A. Astrain, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, vol. VII, Madrid, Razón y Fe, 1925, págs. 124-136; G. González Pintado, Vida del Padre Agustín de Cardaveraz, San Sebastián, Ediciones Fax, 1947, págs. 18-144 y 271-296; “Curriculum vitae P. Loyola, scritti, personalità morale”, en Vallisolet. Beatif. et Canonz. S.D. Bernardi F. de Hoyos. Positio super virtutibus, El Vaticano, 1961, págs. 369-381; M. Ruiz Jurado, “Loyola, Juan de”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Roma- Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia de Comillas, 2001; J. Burrieza Sánchez, El poder de la enseñanza y el sermón: presencia de la Compañía de Jesús en el ámbito geográfico de Valladolid (1545-1767), tesis doctoral, Valladolid, 2003, págs. 553-569; Valladolid, tierras y caminos de jesuitas, Valladolid, Diputación Provincial, 2007.

 

Javier Burrieza Sánchez

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