Cipriano, Alfonso. España, c. 1489 – Madrás/Chennai, Tamil Nadu (India), 31.VII.1559. Misionero jesuita (SI).
Fue la suya una entrada muy temprana en la Compañía de Jesús, pues siendo dos años mayor que Ignacio de Loyola, ya le pudo conocer a éste en España, ingresando en el Instituto, en Roma, en 1540. Se sabe que gozaba de un cierto prestigio en la Ciudad Eterna entonces y que era llamado “maestro”. Inicialmente, permaneció bajo la dirección del fundador de la Compañía, todavía no elegido oficialmente como prepósito general. Sin embargo, fue enviado en octubre de 1541 a Portugal para que, desde Lisboa, se pusiese rumbo hacia la India y ayudase en sus trabajos a Francisco Javier. Tuvo que llegar a pie desde Francia, por lo que su entrada en la capital y puerto lisboeta fue muy tardía, en abril de 1542, siendo muy apreciado por Simón Rodríguez. Finalmente, no partió hacia la India hasta el 8 de abril de 1546, cinco años justos después de que lo hubiese hecho Francisco Javier el mismo día de su cumpleaños. Alcanzaban Cochin el 20 de octubre. Se encontró con otros jesuitas en la costa de la Pesquería, especialmente con el que habría de ser el protomártir de la Compañía, Antonio Criminali, al cual eligieron como superior. Alfonso Cipriano trabajó entre Manapad y Punicale.
Francisco Javier, que no era hombre tan capacitado para el gobierno como para las inquietudes misionales, pensó al principio en él para ser superior de Socotora, pero, finalmente, fue remitido a Santo Tomé, donde trabajó desde 1549 hasta el final de sus días.
Se pensó también en él como enviado a Roma, con el fin que relatar los avances de la misión. Sin embargo, Cipriano era un jesuita de fuerte carácter, lo que desembocaba en ocasiones en actitudes imprudentes.
El propio Francisco Javier, en 1552, le tuvo que hacer una llamada al orden en su correspondencia, sabiendo comenzar desde la dureza y terminar con el afecto, a pesar de la falta de tacto de algunas de sus acciones de gobierno.
Alfonso Cipriano fue el que realizó un detallado relato del final martirial del mencionado Antonio Criminali.
Contó con el afecto de cuantos le rodeaban en Tamil Nadu, siendo conocido como “O Santo Padre”. A los que le rodeaban, les llamaba mucho la atención lo que tuvo que padecer este misionero al final de su vida, que se extinguió cuando apenas contaba setenta años.
Obras de ~: “Cartas” Documenta Indica 1553-1557, ed. de J. Wicki, Monumenta Historica Societatis Iesu, vol. 3 (74), Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1954, págs. 297-302 y 677-683.
Bibl.: J. E. Nieremberg, Honor del Gran Patriarca San Ignacio de Loyola, Madrid, María de Quiñones, 1645, págs. 570-571; J. Wicki (ed.), Documenta Indica, Monumenta Historica Societatis Iesu, vols. 1-4 (70, 72, 74, 78), Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1948-1956; F. Mateos, “Compañeros españoles de S. Francisco Javier”, en Missionalia Hispania, 9 (1952), págs. 303-324; S. Gonçalves, Primeira parte da Historia dos Religiosos da CJ e do que fizeram nos reynos e provincias da India Oriental, ed. de J. Wicki, vol. III, Coimbra, 1962, pág. 431; G. Schurhammer, Francisco Javier, su vida y su tiempo, Bilbao, Mensajero, 1992, vol. II, pág. 1056, vol. III, págs. 202-204, vol. IV, pág. 865.
Javier Burrieza Sánchez
