Botín-Sanz de Sautuola y López, Emilio. Puente San Miguel (Cantabria), 1903 – 22.IX.1993. Banquero.
Su padre, Emilio Botín y López, fue el primer presidente ordinario del Banco Santander, ya que hasta su elección los miembros del Consejo de Administración se turnaban en la presidencia de la entidad. Su madre, María Sanz de Sautuola y Escalante, hija de Marcelino Sanz de Sautuola, fue quien localizó en 1879, junto a su padre, las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira en Santillana del Mar. Emilio cursó estudios de Bachillerato en Villacarriedo y se licenció en Derecho por la Universidad de Madrid; ingresó en el Banco de Santander como consejero el 30 de enero de 1930 y cuatro años después fue nombrado director general. En este mismo año comenzó a expansionarse el Banco de Santander por otras regiones, mediante la absorción de diversas entidades financieras.
Emilio Botín fue un empresario de la banca. Su padre y su abuelo paterno fueron banqueros y su bisabuelo y antepasados por vía de su abuela paterna fueron los López Dóriga, vinculados al negocio de la harina y el comercio marítimo santanderino desde el último tercio del siglo XVIII. Su abuelo paterno estuvo en los orígenes del Banco Santander y su padre fue el primer presidente ordinario del banco; Emilio Botín participó en el proyecto del Banco Central allá en 1920, en Madrid; de modo que ya tuvo afanes de extender territorialmente su actividad bancaria a toda España; probablemente esta ambición se la trasladó a su hijo mayor Emilio, que dio fiel cumplimiento al proyecto de sus mayores. Con todo, los Botín nunca se apartaron de su trabajo mercantil y de banca en Cantabria. Si bien tuvieron participaciones societarias en los negocios cántabros de energía, minería, alimentación, seguros, transportes y otros, terminaron por especializarse en el negocio financiero y limitaron su intervención en negocios industriales, donde no tuvieron éxito, probablemente porque su ventaja comparativa radicaba en el servicio de intermediación financiera y porque la industria santanderina fue declinando en los últimos decenios.
El modelo de banca que eligió Emilio Botín, consecuencia de una especialización financiera, fue el de banca comercial de estilo anglosajón. El patriarca de los Botín fue buen conocedor y admirador del Reino Unido y de Estados Unidos. Es posible que influyera en esta actitud también su conocimiento de la crisis industrial del decenio de 1930. Su tipo de banco estaba cercano al del Banco Hispano Americano, aunque sentía admiración por el Banesto y el Central; y su empeño fue llevar al Santander a formar parte del statu quo bancario que formaban los cinco grandes hasta los años de 1970. En 1948, Botín hizo un viaje a Estados Unidos, acompañado por Ignacio Villalonga, que aparentemente marcó su concepción bancaria internacionalista y desde entonces mantuvo frecuentes contactos y viajes al Reino Unido, así como una gran admiración por el estilo bancario anglosajón.
Ese viaje debió de ser muy ilustrativo para los banqueros españoles, que comprendieron la necesidad que tenía España de integrarse en la economía internacional, aspiración que entonces transmitieron al Gobierno español.
El 4 de marzo de 1950, Emilio Botín fue nombrado consejero delegado y presidente del Banco Santander, cargo que ostentó tras sucesivas reelecciones hasta 1986, cuando cedió la presidencia a favor de su hijo del mismo nombre, Emilio, su sucesor en el liderazgo del grupo. El decenio de 1950 fue expansivo para el banco en toda España, mediante la práctica de una política de absorciones que culminó en 1978 con la toma del control de la Banca Jover y del Banco Comercial Español, a consecuencia de la crisis que afectó entonces a muchos bancos. En el mismo decenio, Emilio Botín estableció las bases en Hispanoamérica de lo que ha llegado a ser el mayor grupo bancario español en el nuevo continente. A tenor de la Ley de Bases de Ordenación del Crédito y la Banca, de 14 de abril de 1962, el banquero fundó Bankinter.
Antes de ceder la presidencia del banco, en 1985, en vísperas de la firma del Tratado de Adhesión de España a la Unión Europea, Emilio Botín era también presidente del Banco Santander Argentina, Santander Costa Rica, Santander Dominicano y Santander Panamá; presidente del Consejo Consultivo Internacional del Banco Inmobiliario de Guatemala y del Comité Asesor del Banco de Santander en Puerto Rico.
Asimismo, era vicepresidente de la Compañía Sevillana de Electricidad y presidente de la Fundación Marcelino Botín, creada por su fallecido hermano.
Su estilo empresarial fue muy estricto y estuvo a la altura del talante que requiere una banca comercial.
Como empresario fue un estratega. No tuvo prisas y supo esperar. Su preparación personal duró muchos años y sus objetivos se alcanzaron a lo largo de toda su vida y supo transmitirlos a sus descendientes, que a su vez lo supieron interpretar. Al menos desde los años de 1950, uno de sus objetivos fue establecer su banco en Hispanoamérica, lo cual consiguió con éxito; y desde que España inició la carrera para integrarse en la Unión Europea, preparó la estrategia para convertir al Santander en uno de los grandes bancos europeos.
Supo acudir con acierto a la banca norteamericana para reforzar sus objetivos, como en el caso del lanzamiento de Bankinter. En definitiva, fue un montañés que supo llevar su empresa bancaria a toda España y al resto del mundo, sin prisa y sin pausa, como ciudadano también del mundo.
Los Botín crearon un estilo empresarial, con la figura del ejecutivo que vive al servicio permanente del banco y de sus accionistas; y el sistema tuvo éxito.
Otro aspecto que cabe señalar en Emilio Botín es que siempre supo aprovechar los cambios de la coyuntura económica a favor de la expansión de su banco, al igual que es cierto también que el Grupo Santander contribuyó al desarrollo económico español. A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo XX, España necesitaba liquidez, porque el ahorro interno no era suficiente para que el país creciera económicamente, y la banca privada, conforme al marco legal existente —progresivamente aperturista—, supo crear activos financieros que multiplicaron el dinero existente en el sistema, al tiempo que explotaban su negocio bancario. Estos recursos generados, fruto de la intermediación financiera, junto a las inversiones de capital extranjero, hicieron posible el milagro económico español. En 1991, Emilio Botín había cumplido como banquero al servicio de Cantabria, de España y de la economía hispanoamericana; y supo descansar y disfrutar de los últimos días de su vida en el refugio familiar de Puente San Miguel, que lo había visto nacer.
Fuente y bibl.: Banco de Santander, Memorias-Banco de Santander, 1857-1998.
VV. AA., Aportación al estudio de la historia económica de la Montaña, Santander, Banco de Santander-Centro de Estudios Montañeses, 1957; J. S. Cabarga, Santander. Sidó- Ibera, Santander, Librería Estudio, 1979 (2.ª ed.); VV. AA., Gran enciclopedia de Cantabria, ts. I, II y III, Santander, Editorial Cantabria, 1985; A. Cuervo, La crisis bancaria en España, Barcelona, Ariel, 1987; F. González Urbaneja, Banca y Poder. La pasión por ser banquero, Madrid, Espasa Calpe, 1993; M. Amigot, Los Botín: Nacidos para la banca, Barcelona, Planeta-Agostini, 1994; J. Moreno Lázaro, “Los López Dóriga: Historia de una saga empresarial santanderina, 1770-1914”, en P. Martín Aceña y M. Gárate (eds.), Economía y Empresa en el Norte de España (Una aproximación histórica), San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1994 (col. Cuadernos de Economía y Empresa); J. Hernández Andreu, Fluctuaciones económicas en la España del siglo xx, Madrid, Abacus, 1995; G. Tortella, “El Banco de Santander y el Banco Central: ¿Vidas paralelas?”, en Expansión, Madrid, 19 de julio de 1999, pág. 21; “Los Bancos Santander y Central en la posguerra: Botín y Villalonga”, en Expansión (Madrid), 20 de julio de 1999, pág. 13; E. Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo xx, Madrid, LID-Círculo de Empresarios, 2000.
Juan Hernández Andreu