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Aniceto Coloma Martínez

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Biografía

Coloma Martínez, Aniceto. Almansa (Albacete), 21.VII.1859 – 7.VI.1921. Empresario.

Para situar en su adecuado contexto socioeconómico la actividad de este emprendedor hombre de empresa hay que situarse, con brevedad, en el momento histórico de la segunda mitad del siglo XIX. La apertura del primer ferrocarril que unía Madrid con la costa española, el de Madrid a Alicante, en 1858, acercó, lentamente, la ciudad de Almansa al incipiente surgimiento industrial del calzado en el corredor alicantino del Vinalopó. En el censo de población de 1887 Almansa era una ciudad de 9.719 habitantes, con predominio agrícola, 61,3 por ciento de los activos, con 16,9 por ciento de sector artesano —no podría llamarse todavía industrial— y 21,8 por ciento en servicios (de los que el 40 por ciento eran sirvientes).

En el sector artesanal aparecen 150 zapateros; éstos eran, en su mayoría, artesanos autónomos, pero ya existían tres talleres u obradores: los de Francisco Coloma Díaz, en realidad un comercio de curtidos, y los de Juan Arráez y Matías Villaescusa.

Hacia 1890 Francisco Coloma Sáez (1835-1896) comercializaba las pieles que preparaba en su tenería su hermano Antonio. En 1895, Francisco Coloma cotizó fiscalmente por tres actividades: fábrica de curtidos de cuatro noques, una tienda de zapatería y una tienda de loza. A su muerte se constituyó la empresa Herederos de Francisco Coloma Sáez por los hermanos Aniceto, Herminio y Ernesto Coloma Martínez, que en 1899 trasladaron el taller o pequeño obrador de zapatería al solar de un viejo cuartel de caballería construido en el siglo XVIII, que fue regalado al Rey y se hallaba abandonado. Este taller ya se denominó “fábrica de calzado”. En esta empresa familiar, que cada año fue en auge, se logró la autosuficiencia energética, porque se instaló en 1907 una fábrica de electricidad para uso propio, que generaba la fuerza motriz necesaria para el trabajo. Las máquinas utilizadas eran estadounidenses y pertenecían a la empresa Union Shoe Machinery Co., la mejor del mundo, con una sola agencia de ventas en Europa (París). La fábrica de Coloma fue la primera española que compró este tipo de máquinas.

Entre los hermanos Coloma, Aniceto, el mayor, fue quien tomó las riendas intelectuales del negocio, que adquirió un auge impensable, pues en 1915, Elche (Alicante), por entonces la capital española del calzado, produjo 1,75 millones de pares de zapatos al año, seguida de Almansa (Albacete) con 0,75 millones de pares de zapatos por año. Decir que Aniceto Coloma tomó las riendas intelectuales de la fábrica familiar no es una frase: es un hecho conocido que, al empezar el segundo decenio del siglo XX, mandó a tres hijos varones, plenamente integrados en la empresa, a estudiar a tres ciudades emblemáticas del calzado en el mundo. Viriato marchó a Leicester, Inglaterra, donde se especializó en hormas; Rodolfo fue enviado a Boston, Estados Unidos, donde estudió modelaje y patrones; y César fue a Alemania para estudiar el corte del calzado, aunque se interrumpió su estancia por el comienzo de la Guerra Europea. Tenía un cuarto hijo varón, Mario, pero éste era demasiado joven; si no, es seguro que hubiera hecho también un viaje de exploración como sus hermanos mayores.

Todo lo expuesto hizo que la empresa Coloma se colocara en una posición hegemónica en la fabricación nacional de calzado de caballero, empresa declarada por el Consejo de Industria como la más importante de España.

Además, la empresa, con centenares de trabajadores de ambos sexos, avanzó en solitario en cuestión de relaciones laborales: se estableció un economato de empresa —que solucionó el problema del desabastecimiento de harina durante los años de la Primera Guerra Mundial—; el pequeño botiquín se convirtió en hospitalillo, atendido por médicos y enfermeros que cubrieron un inexistente seguro oficial de enfermedad; los trabajadores enfermos, inválidos o jubilados percibieron una pensión de una caja social alimentada por la empresa; el clima de bienestar social fue innegable y cualquier trabajador almanseño de Coloma estaba orgulloso de pertenecer a esta fábrica, que generaba riqueza para toda una ciudad —lo que ahora se denomina “creación de empleos indirectos o inducidos”—. En 1928 el número de trabajadores de la industria zapatera en Almansa era de 1.537, de los que 849 pertenecían a la empresa Coloma, SA; la seguían quince fábricas, la segunda en importancia ocupaba 150 trabajadores. En 1935 la producción española de zapatos estaba encabezada por Elda (Alicante), con 5,2 millones de pares de zapatos al año, seguida de Almansa, con 3 millones de pares de zapatos por año.

Pero, antes de estas cifras esplendorosas, se había producido el fallecimiento de Aniceto Coloma, el 7 de junio de 1921. El ayuntamiento, el 17 del mismo mes, acordó rotular una calle con el nombre de Aniceto Coloma. Y después de su sentida muerte se produjo un hecho insólito: a iniciativa de los centenares de técnicos y obreros de la empresa se realizó una suscripción colectiva para levantarle un monumento en el rellano de la escalera de entrada a la fábrica. La iniciativa culminó con la petición al genial escultor Mariano Benlliure para que se encargase de la obra.

El monumento, en mármol, consistió en un busto del homenajeado que lleva sobre sus hombros un obrero y una obrera. Su inauguración tuvo verdadero alcance nacional. Fue el sábado 14 de octubre de 1922. En el pedestal figuraba la siguiente inscripción: “A Don Aniceto Coloma, sus obreros, empleados y amigos.

1859-1921”. El acto fue presidido por el gobernador civil, como delegado regio de Su Majestad el rey Alfonso XIII. En la ceremonia tomaron la palabra el obrero Francisco Eliecer Serrano, el alcalde de Almansa, el cura párroco, el ingeniero de montes Herminio González (hijo político de Aniceto Coloma), el diputado en las Cortes por Albacete Antonio Gotor y el gobernador civil. “El Sr. Benlliure dijo, con frases sentidas, que era la primera vez que asistía a la inauguración de una obra suya, en atención al caso especial del homenaje” (diario ABC). “Es un signo muy consolador y de franco optimismo el que en estos tiempos de encarnizadas luchas sociales, el elemento obrero consagre un entusiasta homenaje a un ejemplar patrono que supo conquistar su cariño” (diario Defensor de Albacete).

Según Manuel Requena, fue “republicano y masón” (J. Cano Valero et al., 1999: 456). Contrajo matrimonio con Herminia Candel, con quien tuvo ocho hijos, de ellos cuatro varones dedicados a la industria del calzado.

Con todos los problemas propios de la industria manufacturera española, sigue siendo Almansa, en el siglo XXI, uno de los centros del calzado en España, gracias a las iniciativas y actuaciones, durante 1896-1921, del hombre de empresa Aniceto Coloma.

 

Fuentes y bibl.: “Esquela”, en Defensor de Albacete, 8 de junio de 1921, pág. 1. Redacción, “Noticia necrológica”, en Defensor de Albacete, 16 de octubre de 1922, pág. 4; Zegrí, “Inauguración de un monumento”, en ABC, Madrid, 17 de octubre de 1922, pág. 11; J. Pérez y Ruiz de Alarcón, Historia de Almansa. Apuntes, Madrid, Talleres Tipográficos Rollán, 1949, págs. 209-215; J. Gómez Cortés, R. Piqueras García y M. J. S ánchez Uribelarrea, “Orígenes de la industria del calzado en Almansa. El caso de la familia Coloma”, en Congreso de Historia de Albacete, 4. Edad Contemporánea, Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses Don Juan Manuel, 1984, págs. 353-365; F. J. García Martínez, “La industria del calzado en Almansa: de los orígenes a la economía sumergida”, en Cuadernos de Estudios Locales (Almansa, Ayuntamiento, Asociación Torre Grande), n.º 9, II.ª Época (1990), págs. 3-4 y 6 [sin paginación]; J. Cano Valero et al., Historia de la provincia de Albacete, Toledo, Azacanes, 1999, págs. 454 y 456-457.

 

Fernando Rodríguez de la Torre