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Antonio María Cascajares Azara

Biografía

Cascajares Azara, Antonio María. Calanda (Teruel), 2.V.1834 – Calahorra (La Rioja), 27.VI.1901. Arzobispo, senador, cardenal.

Su familia, una de las más distinguidas de Aragón, le destinó a la carrera de las armas en el Cuerpo de Artillería, en el cual el apellido Cascajares era muy conocido y respetado. Era el menor de los hijos de Agustín de Cascajares y Bardaxí, VIII barón de Bárcabo, y de Catalina de Azara y Mata.

Hechos los estudios preparatorios en el colegio dirigido por Santiago Masarnau, ingresó en el de Artillería de Segovia, donde cursó y aprobó con brillantez todas las materias de aquella carrera, siendo uno de los más jóvenes entre sus compañeros cuando fue promovido al grado de alférez. Pero el joven y aristócrata artillero se sintió llamado al sacerdocio y, venciendo cuantos obstáculos se le opusieron, se despojó del uniforme de teniente de Artillería para vestir el hábito eclesiástico. Quiso ser jesuita, y vistió la sotana durante algunas semanas; pero, finalmente decidió ser sacerdote secular, e hizo el curso breve de Teología para ordenarse. Nombrado poco después beneficiado de la metropolitana de Zaragoza, continuó los estudios y obtuvo la licencia en Sagrada Teología y en Derecho en el seminario de aquella ciudad, desde 1868 hasta 1875. Fue nombrado sucesivamente canónigo de Gerona, arcediano de Toledo, arcediano y luego tesorero de la metropolitana de Zaragoza.

En 1876, el Gobierno lo propuso para la sede episcopal de Cuenca. Monseñor García Gil, arzobispo de Zaragoza, al informar sobre ello, dijo que la conducta de aquel sacerdote era irreprensible, que era fiel al propio cargo de prebendado, que presidía con celo dos asociaciones de señoras, y que a intervalos desplegaba un celo y recogimiento especiales. Sin embargo, manifestaba la opinión de que, en conjunto, el canónigo Cascajares no poseía la ciencia ni la constancia de carácter necesaria para un obispo. Algunos lo consideraban un tanto ambicioso; sin embargo, a juicio de dicho prelado, la carrera de Cascajares se debía principalmente a sus muchas relaciones y a un hermano general y senador del reino. Recibidas estas noticias, se consiguió que el Gobierno desistiese de la mencionada presentación.

En 1878, Cascajares fue nombrado deán de la metropolitana de Burgos y en 1880 fue presentado nuevamente para la sede de Teruel. Las personas que informaron entonces repitieron los elogios mencionados y añadieron que se dedicaba al púlpito y al confesionario, que era de buenos principios y muy piadoso. Sin embargo, no le juzgaban suficientemente instruido para ser obispo. Y también en esta ocasión el Gobierno cedió, pero volvió a presentarlo en noviembre de 1881 para el obispado de Tuy.

El cardenal Moreno repitió y amplió los anteriores elogios y concluyó que bien se podía confiar a Cascajares una diócesis pequeña; es más, su promoción sería conveniente, si se tratase de nombrarlo prior de las Órdenes Militares, por pertenecer él mismo a la Orden de Calatrava. Por lo cual, dejando de lado la propuesta para Tuy, León XIII lo aceptó y preconizó como obispo de Dora, prelado nullius de Ciudad Real y prior de las Órdenes Militares el 27 de marzo de 1882.

Recibió la consagración episcopal en la Real Capilla el 4 de junio del mismo año, siendo consagrante el nuncio Bianchi y padrino el mismo rey Alfonso XII.

Tomada posesión de su prelatura por poder el 21 de junio siguiente, hizo su entrada solemne en Ciudad Real el 2 de julio inmediato. Dispuso la celebración de unos ejercicios espirituales para los párrocos y sacerdotes en general, dirigidos por dos jesuitas; a estos ejercicios siguieron otros, dados a los alumnos del seminario, en cuyo último día se instaló con gran solemnidad la Congregación de San Luis Gonzaga.

Sin embargo, ya desde los primeros días de la administración del priorato se encontró con las graves dificultades que el Tribunal y el Consejo de las Órdenes Militares le plantearon, y que él no estaba capacitado para afrontar con éxito; de forma que él mismo suplicó al Rey que lo trasladase a otra diócesis; por ello, al quedar vacante la sede de Santander, a fines de 1883, Alfonso XII mostró vivo deseo de verlo destinado allí. Pero la Santa Sede prefirió asignarle la diócesis de Calahorra, que era tranquila, mientras que Santander resultaba bastante más difícil por las diferencias políticas allí existentes. Su preconización tuvo lugar el 27 de marzo de 1884.

Al vacar en 1889 la diócesis de Vitoria, la reina regente María Cristina de Habsburgo, que nutría el mismo aprecio por Cascajares que su difunto consorte, pidió que se le trasladase a dicha diócesis, pero él mismo dio a entender que no aceptaría de buena gana, y así se desistió de dicho nombramiento. Estos datos demuestran que fue un prelado piadoso, de buenos principios, fiel a su deber y celoso, además de poseer modales corteses y aristocráticos. Y aunque su ciencia eclesiástica era más bien escasa y deseaba vivir lejos de los problemas y dificultades que comporta la administración de una diócesis, sin embargo tuvo fama de prudente y supo rodearse de personas competentes.

Fue el obispo español por el que la Familia Real mostró mayor aprecio y el que tuvo mejores relaciones con personajes del Ejército, de la política y de la aristocracia, ya que fue constantemente adicto a la dinastía reinante.

El 17 de diciembre de 1891 fue promovido al arzobispado de Valladolid y creado cardenal el 29 de noviembre de 1895, y el 26 de junio de 1896 el Papa le asignó el título presbiteral de San Eusebio. Se empeñó por superar la división de los católicos mediante la reagrupación de sus fuerzas en una empresa colectiva, que terminó en rotundo fracaso al tener más carga de ilusión que de organización, pues no fue posible convencer a los carlistas para que aceptaran la dinastía reinante. Quiso el cardenal en un primer momento que las masas católicas hasta entonces neutras o marginadas se acercaran al poder y más tarde intentó crear un potente partido católico en torno al general Polavieja, que también fracasó al carecer de los instrumentos requeridos para poder tener una presencia política efectiva en el conjunto de los restantes grupos que se alternaban en el poder y en la oposición. Por ello, no consiguió que cristalizara el proyecto de León XIII de crear asociaciones y partidos dentro de la legalidad vigente. Murió cuando se disponía a tomar posesión del arzobispado de Zaragoza, para el que acababa de ser nombrado el día 18 de abril de 1901. Fue enterrado en su pueblo natal.

 

Obras de ~: Sobre la fe, Valladolid, 1893; “Prólogo”, en R. de Valenzuela Sánchez-Muñoz, Apuntes biográficos del barón, de la Linde, Madrid, Imprenta de los Huérfanos, 1893.

 

Bibl.: VV. AA., El Cardenal Cascajares y el Cuerpo de Artillería. Homenaje, Madrid, 1896; M. de Castro Alonso, Episcopologio vallisoletano, Valladolid, José Manuel de la Cuesta, 1904, págs. 476-498; J. Jimeno, M. Corchado y L. Higueruela, Cien años del Obispado Priorato de las Órdenes Militares. Avance para la Historia, Ciudad Real, Instituto de Estudios Manchegos, 1977, págs. 176-181; R. Ritzler y P. Séfrin, Hierarchia catholica, vol. VIII, Padua, Typis et sumptibus Domus editorialis Il messaggero di S. Antonio, 1978, págs. 38, 46, 48, 166, 170, 250, 432 y 580; F. Díaz de Cerio, Regesto de la correspondencia de los obispos de España en el siglo XIX con los nuncios, según el fondo de la Nunciatura de Madrid en el Archivo Vaticano (1791-1903), vol. I, Città del Vaticano, Archivo Vaticano, 1984, págs. 389-407; V. Cárcel Ortí, León XIII y los católicos españoles. Informes vaticanos sobre la Iglesia en España, Pamplona, Eunsa, 1988, págs. 212-214; “Los nombramientos de obispos en España durante el pontificado de León XIII. Primera parte: 1878-1884”, en Analecta Sacra Tarraconensia (AST), 69 (1996), págs. 141-279; “Los nombramientos de obispos en España durante el pontificado de León XIII. Segunda parte: 1885-1903”, en AST, 70 (1997), págs. 321-504.

 

Vicente Cárcel Ortí

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