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Diego Antonio de Parada Vidaurre

Biografía

Parada Vidaurre, Diego Antonio de. Huete (Cuenca), 26.IV.1698 – Miraflores (Perú), 26.IV.1779. Arzobispo de Lima (XV).

Hijo de Marcos de Parada y de Isabel Vidaurre. Hizo sus estudios eclesiásticos en las Universidades de Alcalá de Henares y Salamanca y se graduó de doctor in utroque jure. Ganó el concurso de oposición para canónigo de la Catedral de Astorga, en la que fue además provisor y vicario general durante dieciséis años. Benedicto XIII le nombró obispo de La Paz en 1752. Viajó a Sudamérica. Desde Buenos Aires se dirigió a las alturas andinas por el acostumbrado recorrido que atravesaba las provincias de Córdoba, Catamarca, Tucumán, Jujuy y Salta. Ingresó en su sede paceña en enero de 1754. Realizó hasta por tres veces la visita pastoral de su obispado y reconstruyó el seminario. Habiendo fallecido el 28 de enero de 1761 el arzobispo de Lima, Diego del Corro, el rey Carlos III presentó, para sustituirle, a Diego Antonio de Parada. Fue preconizado por el papa Clemente XIII. Llegada la noticia a Lima, tomó posesión de la sede el deán Marín de Poveda (4 de julio de 1762). A su vez, el Cabildo eclesiástico de los Reyes designó (con 1000 pesos de ayuda de costa) al canónigo Bernardo Zubieta (12 de octubre) para recibir a Parada en la población de Ica, al sur de Lima.

Tomó posesión personal de la archidiócesis, como XV prelado, el 24 de noviembre de 1762. Gobernaba entonces el virreinato peruano Manuel de Amat y Junyent, no muy afecto a los asuntos de la Iglesia. El primer cuidado que asumió Parada fue la reconstrucción del palacio arzobispal, que había quedado destruido por el devastador terremoto del 28 de octubre de 1746. En esos dieciséis años los anteriores arzobispos (Barroeta y Del Corro) habían vivido en casas particulares; y el Cabildo se reunió bajo una ramada inmediata a la destruida Catedral.

Con las reformas materiales emprendió Parada la no menos necesaria reforma del clero y de las órdenes religiosas. Sin duda que el crecido número de eclesiásticos contribuía a un lamentable desmadre de vida y costumbres. Algo semejante ocurrió en los monasterios de monjas. El arzobispo dispuso que en los cinco conventos más antiguos se restringiese el número de postulantes.

Se calcula que el número de clérigos de la arquidiócesis llegaba a quinientos (sin contar a los regulares) y el de las monjas a mil trescientas. El 8 de noviembre de 1775 el arzobispo promulgó un decreto que intentaba corregir los abusos que se habían introducido.

Por Real Cédula del 3 de julio de 1766 se había impuesto que los religiosos dejasen las “doctrinas” (parroquias de indios) cediéndolas al clero diocesano, reservándose sólo dos dentro de cada obispado. Le tocó a Parada ejecutar en el de Lima la Ordenanza Real.

En 1766 se inauguró en Lima la iglesia consagrada al Corazón de Jesús, llamada comúnmente de los Huérfanos por la cercanía del albergue de Nuestra Señora de Atocha, que existía desde comienzos del siglo xvii.

En la madrugada del 9 de septiembre de 1767 se cumplió en Lima el decreto de Carlos III que ordenaba la expulsión de la Compañía de Jesús en todos los dominios de la Corona española. Como la preparación de este asunto se rodeó de un gran secretismo, uno de los primeros sorprendidos fue el arzobispo. Sólo le cabía el acatamiento de los hechos consumados.

Una de las consecuencias del decreto de extrañamiento de los jesuitas fue la erradicación de las doctrinas de los doctores de la Compañía. Se le ordenó al prelado la convocatoria del VI Concilio Provincial limense. Al iniciarse éste (1 de enero de 1772) se hallaban reunidos cuatro obispos y los procuradores de las iglesias locales y de las órdenes. Por parte de la Corona asistió el fiscal José Perfecto de Salas, funcionario de confianza de Amat y gestor de las operaciones de expulsión de los jesuitas.

El concilio se efectuó entre enero y noviembre de 1773. Aunque se intentó que los obispos condenasen el probabilismo, no obtuvo mayoría. El teólogo Francisco Marimón fue separado de la asamblea por resistirse a las intenciones del Monarca y desterrado a la población de Chancay, al norte de Lima.

Las actas del VI Concilio fueron remitidas a Madrid y Roma, pero, por diversas circunstancias, ni el Rey ni el Papa dieron la aprobación respectiva.

En 1775 se recibieron en Lima los decretos pontificios aprobatorios de los informes sobre las virtudes heroicas de fray Juan Macías y fray Martín de Porres.

Parada solicitó al Papa (5 de abril de 1775) la ansiada beatificación de ambos.

Por su avanzada edad y una larga enfermedad, el arzobispo Parada se retiró al vecino pueblo de Miraflores. Allí falleció el 26 de abril de 1779, el mismo día en que cumplía 81 años. El siguiente 11 de mayo se celebraron solemnes exequias en la iglesia mayor de los Reyes. La oración fúnebre fue pronunciada por el cura de Araguay José Antonio de León.

 

Bibl.: G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; R. Vargas Ugarte, Historia General del Perú, t. IV, Lima, editor Carlos Milla Batres, 1981; A. Tauro del Pino, Enciclopedia Ilustrada del Perú, t. XII, Lima, Peisa, 2001 (3.ª ed.); H. Priego Sánchez-Morate y J. A. Silva Herránz, Diccionario de personajes conquenses (nacidos antes del año 1900), Cuenca, Diputación Provincial, 2002.

 

Armando Nieto Vélez