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Juan Ribalta

Biografía

Ribalta, Juan. Madrid, 1596-1597 – Valencia, 9.X.1628. Pintor.

Nació en Madrid a finales de 1596 o a principios de 1597, tercer hijo de Francisco Ribalta y de Inés Pelayo.

Fue un artista precoz y de gran talento, formado desde muy joven junto a su padre, el pintor más importante e influyente de la escuela valenciana del primer cuarto del siglo XVII. Juan creció muy cerca del maestro, porque su madre falleció tempranamente, en 1601, tres años después de establecerse la familia en la ciudad del Turia.

En 1615, con tan sólo dieciocho años firmó para el Monasterio de San Miguel de los Reyes la tela con Los preparativos para la Crucifixión. Curiosamente, la primera obra conocida de su padre representa el mismo tema (Museo del Hermitage, San Petersburgo) y no cabe duda de que el joven pintor tuvo en cuenta esa composición, y son muchos los aspectos que pueden ponerse en paralelo, comenzando por el fuerte componente narrativo, con abundancia de figuras cuya compleja disposición dan a la pintura un aire de exhibición de todas habilidades artísticas del pintor. La iluminación contrastada es otra nota común, que por otra parte enlazaría con el conocimiento de una temprana copia de Caravaggio presente en esas fechas en Valencia y que fue a su vez copiada por el padre del pintor: La crucifixión de san Pedro (1601). El ejemplar de Juan Ribalta mostraba además componentes manieristas y figuras dependientes directamente de la producción paterna. Incluso la pincelada, que rápidamente irá transformando en toques abruptos directos, se desarrolla en este ejemplar a base de transiciones y modelados que están muy cerca de lo realizado por Francisco Ribalta. De hecho, la caligrafía pictórica de ambos pintores convirtió en el elemento diferenciador fundamental; baste recordar lo dicho al respecto por Antonio Palomino: “la manera del padre fue más definida, y la del hijo más suelta y golpeada”.

Una influencia muy decisiva en la pintura valenciana será la presencia en la ciudad, en 1616, del murciano Pedro de Orrente, cuyo Martirio de san Sebastián para la Catedral resultó capital para la comunidad artística valenciana, y más aún para un pintor dotado, joven y receptivo como Juan Ribalta. Orrente trajo consigo una atractiva simbiosis de la pintura veneciana y del nuevo estilo caravagista. Las composiciones en friso con que compuso gran parte de sus escenas de género, los personajes de tono popular que poblaban esas escenas, el paisaje crepuscular, de luces contrastadas en que éstas se inscribían, condicionarán el devenir de la pintura de los Ribalta, pero fue sin duda Juan quien más explícitamente ahondaría en estos aspectos orrentescos.

Así puede apreciarse en la predela del retablo de la Capilla del Rosario de la parroquia de la Asunción de Torrente, donde el artista realizó los lienzos de La Crucifixión y la Adoración de los pastores. Estas obras pueden fecharse en la segunda mitad de 1616, y la influencia de Orrente es enorme; la lectura de las historias sagradas se hace ya en clave de pintura de género, y no sólo por las figuras y su disposición en horizontal, sino por la inclusión de animales y en la percepción de detalles descriptivos. También la paleta cromática, en gamas terrosas animadas por puntuales rojos y azules, y el empleo de una caligrafía empastada y suelta, describen la fascinación por Pedro de Orrente.

Provenientes muy probablemente de otra predela de altar, son los dos lienzos apaisados del Museo del Prado, adquiridos en 1802 por Carlos IV para la colección real. Representan, de dos en dos, a los cuatro evangelistas, inmersos en la redacción de los textos bíblicos en medio de unos poéticos paisajes. Están realizados con pinceladas menudas, de delicado trazo, una realización de miniaturista preciso, de excelente dibujante. Cabe recordar aquí el pequeño cobre con la Adoración de los pastores del Museo de Bellas Artes de Bilbao, de cuidada ejecución pictórica. En el reverso del cobre, inciso a buril, la representación de la predicación de un santo que se ha identificado con san Luis Beltrán. La relación de Juan de Ribalta con el mundo del grabado hubo de tomarla también de su padre, a quien se debe la invención de una estampa de hacia 1612 dedicada a la difusión de la figura del clérigo visionario Francisco Jerónimo Simó.

En 1617 Juan Ribalta se inscribió en el Colegio de Pintores, y unos meses después, ya en 1618 pintó el San Jerónimo del Museo de Barcelona, composición que evoca, además del naturalismo tenebrista de Francisco Ribalta, la estética del toledano Luis de Tristán (1585/90-1624), su estricto contemporáneo, al que probablemente no conoció, pero con el que se asemeja también por la brevedad de su vida y carrera artística. El sentido compositivo, los contrastes lumínicos, la áspera y rotunda fisonomía, las tonalidades terrosas y los golpes rítmicos de pincel, son notas comunes de los dos artistas. A propósito de esa pintura de San Jerónimo, los rasgos y expresión del santo configuraron una tipología frecuente en Ribalta: se puede seguir en otras composiciones, como el san Mateo que acompaña a san Juan en una de las dos telas con evangelistas del Museo del Prado y, del mismo museo, el monumental y abismado San Juan, obra cumbre de la producción del pintor en donde el evangelista aparece de pie, en primer plano y fuertemente iluminado sobre un fondo oscuro, elevando la cabeza en busca de inspiración en una pausa de la redacción de su texto sagrado. Nada se sabe de la procedencia original de esta tela, presente en el museo madrileño al menos desde mediados del siglo XIX.

Juan Ribalta contrajo matrimonio el 7 de marzo de 1818, siendo su esposa Mariana Roca de la Serna, viuda, de desahogada posición, con la que no consta que tuviera descendencia en los diez años de vida en común. Por esas fechas el pintor amplió sus intereses artísticos, participando en unas justas poéticas en honor del santo arzobispo Tomás de Villanueva; al tiempo que se relacionó con el humanista Diego Vich, para el que pintó varias obras, incluyendo algunos temas profanos y una serie de retratos de hombres ilustres valencianos que se custodian en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

Con todo, su actividad profesional estuvo vinculada siempre al taller paterno, conformando con su cuñado Vicente Castelló y con Abdón Castañeda el núcleo de trabajo de los encargos del momento. En la localidad de Segorbe pintaron para la Catedral (Capilla de la Comunión) y para la Cartuja de Valdecristo.

De esos quehaceres han llegado hasta hoy sólo algunas pinturas, cuya atribución concreta a uno u otro pintor resulta problemática. Lo mismo se podría referir con respecto a otros encargos en lugares próximos a Segorbe: el Monasterio de Agustinas de San Martín o las pinturas de la parroquia de Andilla, de 1621.

En este último conjunto se incluye una obra firmada por Juan Ribalta: la Presentación de la Virgen, composición inspirada en Tibaldi, seguramente a través de los dibujos y modelos que poseía el padre del pintor.

En 1624 padre e hijo volvieron a trabajar juntos en Valencia. En esa fecha Francisco había contratado el retablo de Porta Coeli y, bajo la dirección de éste, el taller se reunió para dar cuenta de tan importante encargo. Una de las realizaciones atribuidas a Juan es la representación del San Pedro para una de las portezuelas del retablo. La figura tiene el empaque del San Juan Evangelista del Museo del Prado, y resulta una sugerente revisión de esa misma concepción figurativa, de la representación de un santo monumental y poderoso, vista ahora casi de espaldas, y que parece basado en una composición de Durero.

Juan de Ribalta murió el 9 de octubre de 1628, con treinta años, quizá víctima de una epidemia de tifus. Nueve meses antes había fallecido su padre.

 

Obras de ~: Los preparativos para la Crucifixión, Monasterio de San Miguel de los Reyes, Valencia, 1615; La Crucifixión y la Adoración de los pastores, predela del retablo de la Capilla del Rosario parroquia de la Asunción, Torrente (Valencia), 1616; Cuatro Evangelistas, Museo del Prado, Madrid; Adoración de los Pastores, Museo de Bellas Artes, Bilbao; San Jerónimo, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, 1618; San Juan, Museo del Prado, Madrid; Presentación de la Virgen.

 

Bibl.: A. Palomino, El parnaso español pintoresco laureado, Madrid, 1715 (Madrid, Alianza, 1986, págs. 142-144); A. Ponz, Viaje de España, t. IV, Madrid, Ibarra, 1772-1794, carta VII, párrafo 7 (a propósito de la cita incluida en el texto); M. A. Orellana, Biografía pictórica valentina, Valencia, 1800 (Valencia, Ayuntamiento, 1967), págs. 99-135; J. A. Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, t. IV, Madrid, Ibarra, 1800, págs. 179-182; J. Martínez, Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, Madrid, Manuel Tello, 1866, págs. 151-153; E. Tormo, “La educación artística de Ribalta padre fue en Castilla y no en Italia”, en Revista de Crítica. Hispanoamericana, II (1916), págs. 19-38 y 61-88; L. Tramoyeres, “Los pintores Francisco y Juan Ribalta”, en Archivo de Arte Valenciano, 3 (1917), págs. 93-107; D. F. Darby, Francisco Ribalta and his School, Cambridge, Harvard University Press, 1938, págs. 136-145; D. M. Kowal, Ribalta y los ribaltescos: la evolución del estilo barroco en Valencia, Valencia, Diputación, 1985, págs. 109-118; F. Benito Doménech (comisario), Los Ribalta y la pintura valenciana de su tiempo, Madrid, Museo Nacional del Prado, 1987, págs. 214-247.

 

Leticia Ruiz Gómez

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