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Francisco Jerónimo Simó Villafranca

Biografía

Simó Villafranca, Francisco Jerónimo. Pare Simó. Valencia, 15.XII.1578 –25.IV.1612. Sacerdote, místico, venerable.

Hijo mayor de un modesto carpintero de origen francés y una joven sirvienta, tras la temprana desaparición de sus padres y mientras el menor y único de sus hermanos, Nicolás, era acogido por unos parientes, Francisco Jerónimo, con apenas nueve años, se vio obligado a vagar por numerosas casas trabajando para poder sobrevivir. Fue, sin duda, la dilatada estancia en la residencia del doctor Juan Pérez, “graduado en Theología, varón exemplar e insigne en todo género de virtud, santidad y letras”, la que más honda huella dejó en él. El ambiente respirado en aquel entorno sería decisivo para su posterior trayectoria, comenzando a presentar los primeros síntomas de una precoz vocación religiosa. Pero la permanencia de Simó junto a Juan Pérez, durante algo más de una década, además de estimular su pasión por la religión, supuso el principio de la relación del muchacho con un interesante grupo de personajes que visitaban al teólogo para consultarle “negocios de sciencia y de conciencia”, grupo que sobreviviría a la muerte de su anfitrión y al que acabaría incorporándose con los años el propio Francisco Jerónimo. En esas reuniones se daban cita personajes de la más diversa condición, desde miembros de la jerarquía eclesiástica hasta destacadísimas figuras del mundo espiritual valenciano, en concreto fray Antonio Sobrino y la beata Francisca Llopis, auténticos mentores de Simó. Todos bajo la protección de la marquesa de Caracena, y su esposo el virrey, y el mecenazgo de Jerónimo Núñez, señor de Cella y Samper. Este último conseguiría para Francisco Jerónimo, rechazado en la Cartuja de Portaceli por su salud quebradiza, un beneficio eclesiástico vacante en la capitalina parroquia de San Andrés, del que tomó posesión en 1603, si bien no pudo ser admitido a residencia ni gozar de las prebendas de su cargo hasta ser ordenado in sacris, lo que no ocurriría hasta dos años más tarde, preparado ya para recibir los sagrados órdenes.

Por entonces, Simó compaginaba los conocimientos adquiridos por su espíritu autodidacta y las enseñanzas de sus contertulios con el estudio en la universidad, donde cursó Teología, Latín, Griego y Hebreo.

Nunca llegó a graduarse, aunque todo hace indicar que sacó buen provecho de su paso por las aulas. No en balde, compuso por aquellos días un par de obritas, De Trinitate, de la que nada se sabe, y su Dotrina Espiritual, en la que contestaba a las dudas formuladas por una anónima monja descalza, dejando entrever en sus respuestas algunos de los rasgos de su espiritualidad, contemplativa y de corte interior, sobre la que todavía a día de hoy sigue debatiéndose. Exponente destacado de la mística auténtica, cabecilla de un importante foco prequietista valenciano o simple anécdota espiritual, lo cierto, en cualquiera de los casos, es que éste, a quien pronto comenzó a conocérsele popularmente como el pare Simó, siempre gozó en vida de cierta fama de santo. No era desconocido, desde luego, para las personas de su entorno más próximo. Pero tampoco debía de serlo para otros muchos valencianos que sabían de sus visiones místicas o que incluso habían sido testigos de sus costumbres y prácticas piadosas. Reputación de santo apuntalada por un elenco de virtudes cristianas fieles al modelo de santidad seiscentista.

A finales de 1611 Francisco Jerónimo Simó caía enfermo de muerte y su agonía se prolongaba hasta el 25 de abril del año siguiente, fecha en la que falleció.

Su verdadera historia, sin embargo, acababa de comenzar, originándose en Valencia, a resultas de su discutida santidad, uno de los fenómenos de convulsión religiosa y social más extraordinarios de todos los tiempos. Se desataron tensiones espirituales a duras penas contenidas durante el pontificado del difunto patriarca arzobispo Juan de Ribera, quien a lo largo de varias décadas había logrado mantener la diócesis al margen de los sobresaltos religiosos experimentados en otros lugares del territorio perteneciente a la Monarquía Hispánica. El intento de beatificación de este venerable sacerdote arrastraría así a los valencianos a una contienda sin precedentes, al dividirse en dos bandos opuestos, enfrentados e irreconciliables, cuyos cabecillas se jugaban, en el fondo, el control ideológico y espiritual del reino: simonistas y antisimonistas.

El primero —mayoritario e integrado por diversos sectores sociales unidos por muy diferentes intereses, dirigido por los estamentos del Reino, la ciudad y el Cabildo metropolitano, respaldado por las primeras autoridades civiles y eclesiásticas y secundado por las clases populares—, tras difundir la vida y milagros del venerable sacerdote e impulsar su culto público, puso en marcha su beatificación en un tiempo récord, aprovechando la situación de sede vacante que atravesaba la diócesis. El segundo grupo, numéricamente inferior, aglutinó, en líneas generales, a dominicos y franciscanos, que por una vez dejarían de lado sus interminables disputas para hacer frente a una religiosidad de espectro contemplativo que les aterraba.

Sobre todo a la Orden dominicana, a la que le trajo el recuerdo de los ya lejanos grupos luteranos de Valladolid y Sevilla y el miedo a nuevos brotes de alumbradismo.

Claro que la defensa bajo la que ambas religiones enmascararon su oposición al simonismo fue incapaz de ocultar otro recelo que también les desvelaba, y no poco: la pérdida de protagonismo en el ambiente religioso valenciano y las nefastas consecuencias que ello podía acarrear a los procesos de beatificación de sus muchos hermanos muertos también en opinión de santidad.

Partidarios y detractores del venerable se batirían durante un siglo en una pugna abierta que pronto desbordó las fronteras valencianas para instalarse igualmente en la Corte y la Santa Sede, cosechando en ambos escenarios tantos partidarios como detractores e involucrándose en ella la Inquisición, el Consejo de Aragón y la propia Corona. La beatificación del popular pare Simó acabó fracasando al final, pese a continuar siendo venerado hasta bien entrado el Setecientos.

 

Obras de ~: De Trinitate, Valencia, c. 1610 (inéd.); Liras espirituales, Valencia, 1612 (atrib.); Dotrina espiritual que el venerable padre mossén Francisco Gerónimo Simón escrivió a una religiosa descalça para instrucción del alma en las virtudes y exercicios espirituales que más agradan a su Divina Magestad, Valencia, 1612 (atrib.).

 

Bibl.: J. Bau Burguet, “El esposo de María (el venerable Francisco Jerónimo Simó )”, en Flores del clero secular, Valencia, 1918; P. J. Porcar, Coses evengudes en la ciutat y regne de València (1589-1629), transcr. y pról. de V. Castañeda Alcover, Madrid, 1934; R. Robres Lluch, “En torno a Miguel de Molinos y los orígenes de su doctrina. Aspectos de la piedad barroca en Valencia”, en Anthologica Annua (AA), 18 (1971), págs. 353-465; “Simó Villafranca, Francisco Jerónimo”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2481; “Pasión religiosa y literatura secreta en la Valencia de Miguel de Molinos (1612-1625)”, en AA, 26-27 (1980), págs. 281-486; F. Pons Fuster, Místicos, beatas y alumbrados, Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1991; J. Casey, “El pare Simó i els valencians, 1612-1619”, en El Contemporani, 10 (1996), págs. 117-148; M. Andrés, “Místicos y alumbrados en la cornisa valenciana (1575-1675)”, en J. C. Martín de la Hoz y A. Esponera Cerdán (coords.), Enigmas de la Iglesia Valenciana, Valencia, Diputación, 1997, págs. 143-156; A. Felipo Orts, “La actitud institucional ante el proceso de beatificación de Francisco Jerónimo Simó durante el siglo xvii”, F. Pons Fuster, “La proyección social de la santidad frustrada de Francisco Jerónimo Simó (1612-1619)”, y E. Callado Estela, “Aproximación a los simonistas. Una contribución al estudio de los defensores de la beatificación de Francisco Jerónimo Simó”, en Estudis, 23 (1997), págs. 117- 148, 149-184 y 185-210, respect.; E. Callado Estela, Devoción popular y convulsión social en la Valencia del Seiscientos. El intento de beatificación de Francisco Jerónimo Simó, Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 2000; Iglesia, poder y sociedad en el siglo xvii. El arzobispo de Valencia fray Isidoro Aliaga, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2001.

 

Emilio Callado Estela