Castro Quero, Pedro. Porcuna (Jaén), 11.IV.1871 – Granada, 29.XII.1963. Jesuita (SI), fundador de las Obreras del Corazón de Jesús (OCJ).
Nació en el seno de una familia humilde y sencilla formada por Juan Castro Cobo y Balbina Quero López, y que eran, al decir del padre Castro, “honrados y cristianos prácticos, aunque pobres en bienes materiales”.
Al cumplir los once años, sus padres decidieron llevarlo al Seminario de Baeza (Jaén), pues aunque él no recordaba haberlo pedido, sí se definía como un chico que gustaba de ir a la iglesia, de rezar el rosario y tener muchas estampas. En este seminario pasó varios años hasta que fue trasladado al de Jaén.
Se ordenó sacerdote el 24 de septiembre de 1893.
La ordenación la recibió en una camilla por encontrarse muy enfermo. Repuesto de su enfermedad fue nombrado capellán castrense, cargo que desempeñó durante varios años y que le llevó a diferentes destinos: Ceuta, Melilla, Logroño y Granada, donde aprovechó para licenciarse en Derecho Canónico.
Después de estar algún tiempo fuera del Ejército volvió a él de nuevo y fue trasladado a Algeciras (Cádiz), donde tuvo una mala experiencia y pidió el traslado a Granada. Ya en esta ciudad, además de sus trabajos habituales, ejerció también como capellán de unas religiosas a las que conocía de su anterior estancia en esta ciudad.
Todo hubiera seguido igual en la vida del padre Castro si no hubiera sido porque le denegaron una plaza que él había solicitado, lo cual le pareció totalmente injusto. Este incidente hizo que de forma inesperada y rotunda cambiara el rumbo de su vida. Después de manifestarle al padre Provincial su deseo de ingresar en la Compañía, éste le dijo que estaba admitido. Esto ocurrió en agosto de 1905 y el 8 de diciembre de ese mismo año comenzaba su noviciado.
Una vez concluida su formación pronto se dedicó por completo a tareas apostólicas en residencias de la Compañía donde principalmente tenía muchas horas de confesionario y el acompañamiento de Asociaciones como la del Apostolado de la Oración; pero no se encontraba satisfecho consigo mismo. Poco a poco fue dando un giro a su actividad, dedicándose cada vez más a misiones populares, predicación en novenas, ejercicios espirituales.
Destinado en la casa de Madrid vuelve a surgir la crisis en su vida: “Y otra crisis sufría. Sin ser públicamente malo, sin escandalizar con una conducta de mal religioso, no estaba satisfecho de mí.” Su crisis se resolvió con una nueva decisión de entrega: pidió su traslado a misiones, concretamente a las Islas Carolinas.
Su opción fue la respuesta a la carta que el provincial había leído pidiendo voluntarios para hacerse cargo de esas islas. A finales de 1920 salía de España rumbo a la misión de Kiti en la isla de Ponapé. Entre su equipaje llevaba algo que ya le definía: una maleta llena de estampas del Corazón de Jesús. Ya en los apostolados realizados con anterioridad fue un entusiasta propagador de esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús, siendo muchas las entronizaciones que hacía en las casas particulares, dejando en los hogares la imagen del Divino Corazón para que presidiera la vida familiar. El viaje en barco fue largo y duro, como también lo fueron los años de estancia en aquellas islas: la soledad a la que tuvo que hacer frente, el trato con los nativos tan diferentes a su cultura, la enfermedad de su pierna, las distancias que se veía obligado a recorrer para atender a una feligresía muy dispersa, los desplazamientos en pequeñas barquillas por mares difíciles.
Trabajó cuanto pudo en tareas de evangelización con pocos recursos y muchos deseos de llevar a las personas al encuentro con Jesús, pero su pierna estaba mal y ello hizo que sus superiores decidieran que regresara a España, adonde llegó en 1937 en plena guerra civil. A su vuelta a España, estando en Matagorda, voluntariamente se enroló en el cañonero Cánovas del Castillo, como capellán del barco.
Pronto se inició su mejoría y con ella su dedicación a nuevas tareas apostólicas. A su vuelta a España siente la tarea de fundar una Congregación Religiosa, encontrándose en 1939 con M.ª Jesús Herruzo. Sus vidas se entrecruzan y sus ideales se unen. A partir del 15 de noviembre de 1940, fecha en que da comienzo la Congregación Obreras del Corazón de Jesús, de la que es fundador, sus mejores energías las dedicará no sólo a los ministerios, sino también a la dirección de sus Obreras, a las que siempre intentará ayudar. En estos últimos veinte años de su vida fue destinado varias veces a Córdoba. Pero vuelve a ser la ciudad de Granada, tan emblemática en su vida, la que lo acogerá en su último período. Tras su fallecimiento, sus restos mortales fueron trasladados a Villanueva de Córdoba, donde descansan en la iglesia del Dulce Nombre, en la Casa Madre de las Obreras del Corazón de Jesús.
Fuentes y bibl.: Informaciones aportadas por la Congregación Obreras del Corazón de Jesús, octubre 2007.
Obreras del Corazón de Jesús, Constituciones, Córdoba, Obreras del Corazón de Jesús, 1969 (Córdoba, Tipografía Católica, 1994); Método completo de corte y confección. Sistema propio hispano-americano, Córdoba, Obreras del Corazón de Jesús, 1981; Antorcha vocacional, Villanueva de Córdoba, Congregación de Obreras del Corazón de Jesús, 1983-1985; Directorio, Córdoba, Obreras del Corazón de Jesús, 1994; C. Muñiz, Un apóstol sin tapujos y con sentido común. Semblanza del P. Pedro Castro Quero, SJ, Granada, Gráficas del Sur, 1996; J. Tovar Patrón, Los curas de la última Cruzada, Madrid, FN editorial, 2001 (en concreto, pág. 453).
José Martín Brocos Fernández