Alfaro, Cristóbal de. Valtierra (Navarra), 1654 – Madrid, 26.I.1729. Platero de oro.
Su formación artística debió de comenzar en Valtierra, en algún taller local. Pronto viajó a Madrid con su familia y en esta ciudad debió continuar su aprendizaje en el arte de la platería de oro, ingresando en la Hermandad de Mancebos el 29 de junio de 1677.
El 23 de junio de 1678 alcanzó el grado de maestro platero de oro por la Congregación de San Eloy de Madrid. Realizó como pieza de examen una firma de santa Teresa guarnecida con diamantes tallados en trasflor, como consta en el libro de aprobados de la Congregación. El 19 de julio de 1679 se casó con Juana Morano Fernández. Tuvo con ella tres hijas pero enviudó pronto, porque en 1686 ya se había casado de nuevo con Melchora Inés Montaña. Con su segunda esposa tuvo cinco hijos, uno de ellos, Benito, también llegó a ser platero de oro. Fue elegido mayordomo de la Congregación de San Eloy en 1688 y aprobador desde 1689 a 1691. El 15 de junio de 1690 fue nombrado platero de oro de la reina Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II. Las primeras obras que realizó Cristóbal para el servicio de la Reina fueron dos pares de arillos, una caja de oro, una muestra de reloj de campana y una sortija, todo ello guarnecido de diamantes. Los encargos se sucedieron con regularidad desde el momento de su nombramiento y en ellos se compaginaron joyas realizadas por Alfaro con otras adquiridas a comerciantes, en las que el platero ejercía, meramente, la función de intermediario. El 4 de septiembre de 1693 regaló, a manera de limosna, a la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza y el Niño, patronos de su pueblo natal, dos coronas de plata y un rostrillo guarnecidos con mucha pedrería, lo que indica su buena situación económica. A finales de 1698, debió ingresar en el puesto de ayuda de la furriera, con derecho a tener llave, faldriquera y sello, optando, además, al uso de vestuario o uniforme. El 23 de marzo de 1699 ingresó en la hermandad de criados fundada por los reyes Felipe III y Margarita de Austria bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación, san Hermenegildo y santa Margarita.
También, en 1699, los patronos de la iglesia parroquial de Valtierra, debido a la fama que había alcanzado en la Corte, le encargaron la fabricación de una custodia, que Cristóbal envió en mayo de ese mismo año. La custodia, que actualmente se conserva en el tesoro parroquial, responde al modelo portátil de sol y está realizada en plata sobredorada y adornada con claveques de colores. Resulta curioso el nudo en forma de águila bicéfala sobre la que reposan dos ángeles portando cuernos de la abundancia. En el interior del pie lleva burilada la marca de la villa de Madrid y de Juan Muñoz. No lleva marca personal, cuestión que plantea dudas sobre la autoría de la pieza.
Con la llegada del nuevo rey, Felipe V, se le confirmó en su cargo de platero de Cámara. Asimismo, el 18 de julio de 1701 volvió a jurar la plaza de ayuda supernumerario de la furriera y más tarde, el 25 de marzo de 1715, pasó a formar parte del servicio del infante Felipe. Entre su clientela se encuentran los nombres de los nobles más importantes de la corte: el marqués de Santa Cruz, los duques de Osuna, la duquesa de Medinaceli, la duquesa de Medina Sidonia, el duque de Gandía, la duquesa de Frías y la condesa de Taboada y Maceda, entre otros. Continuó trabajando para la Real Casa, realizando joyas y toisones para el Rey hasta su fallecimiento, ocurrido en Madrid, el 26 de enero de 1729. Se le sepultó en la bóveda de Nuestra Señora de la Concepción, en la iglesia de san Pedro el Real.
Bibl.: F. A. Martín, Catálogo de la plata de Patrimonio Nacional, Madrid, Patrimonio Nacional, 1987; A. Aranda Huete, “Los Alfaros, plateros de oro del rey Felipe V”, en Anales de historia del arte (Madrid), 4 (1993), págs. 711-718; A. Aranda Huete, La joyería en la corte durante el reinado de Felipe V e Isabel de Farnesio, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999; “Cristóbal de Alfaro, platero navarro en la corte madrileña”, en Ondare. Cuadernos de artes plásticas y monumentales, 19 (2000), págs. 571-579.
Amelia Aranda Huete
