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Matías Barrio Mier

Biografía

Barrio Mier, Matías. Verdeña (Palencia), 10.II.1844 – Madrid, 23.VI.1909. Jurisconsulto, catedrático y político tradicionalista.

Nació en el seno de una de las principales familias de la comarca de Cervera de Pisuerga. Su padre, José Barrio, de rancio abolengo en Verdeña, fue un ferviente carlista que inculcó sus ideas a su hijo desde la niñez y que falleció, en los años ochenta, siendo diputado provincial. Su madre, de nombre Susana, nacida en San Juan de Redondo y que era la segunda mujer de su padre, fue también de ideas tradicionalistas, muy devota y piadosa. Asistió cinco años a las escuelas de Verdeña, Redondo y Cervera y debió su profunda formación católica, además de a sus progenitores, al tío de su madre, Celestino de Mier, deán de la catedral de Toledo, ciudad a la que se trasladó con nueve años de edad para estudiar el primer curso de segunda enseñanza en su instituto provincial (1853-1854).

Los dos cursos siguientes los estudió en los colegios Politécnico y Masarnau de Madrid, agregados al Instituto de Noviciado (1854-1856). Volvió luego a Toledo, donde realizó los tres últimos cursos y obtuvo el título de bachiller en Artes, con nota de sobresaliente, en 1859. Muchacho precoz, a los quince años comenzó sus estudios universitarios en Valladolid, simultaneando los jurídicos con los filosóficos hasta obtener los grados de licenciado en Derecho Civil y Canónico y en Derecho Administrativo (26 de noviembre de 1864) y de bachiller en Filosofía y Letras.

Durante su estancia en la capital del Pisuerga (1859- 1865) fue, en la Universidad, dos meses catedrático sustituto de Instituciones de Hacienda Pública y de Derecho Político y Mercantil (noviembre-diciembre de 1864), así como vicepresidente de la sección de Administración del ateneo vallisoletano (1864-1865).

Para el curso 1865-1866 trasladó su expediente académico a la Universidad Central de Madrid, en la que recibió la investidura de doctor en Derecho Civil y Canónico (30 de noviembre de 1866), realizando además los doctorados en Derecho Administrativo y en Filosofía y Letras, dos cursos de la licenciatura de Teología y la mayor parte de las asignaturas de la facultad de Ciencias, obteniendo en estos estudios, a pesar de su heterogeneidad, casi siempre nota de sobresaliente y múltiples premios ordinarios y extraordinarios.

En los años prerrevolucionarios, en los que soplaban vientos favorables para los neocatólicos, ejerció interinamente el cargo de promotor fiscal del Juzgado de Cervera durante sus vacaciones del verano de 1866, y fue nombrado profesor auxiliar de la facultad de Derecho de la Universidad Central durante los cursos 1866 a 1868; enseñó durante ese tiempo en la cátedra de Legislación Comparada, y a veces, también, en las de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional. Desde marzo de 1867 compaginó su trabajo universitario con el de redactor de la revista católica madrileña La Cruzada, semanario de “ciencias, literatura y artes” en el que publicó artículos y poesías. Tras el triunfo de la revolución Gloriosa, a la que combatió desde su revista, obtuvo por oposición la plaza de oficial letrado de Hacienda de la provincia de Soria (2 de octubre de 1868), pero renunció a tomar posesión del cargo, permaneciendo en Madrid, donde fue destituido de su puesto de profesor auxiliar y se vio obligado a abandonar sus estudios teológicos por suprimir el ministro Ruiz Zorrilla las facultades de Teología. A falta de un mes para cumplir la edad legal mínima para ser diputado, presentó su candidatura monárquico-católica por la circunscripción de Palencia en las elecciones para las Cortes Constituyentes de enero de 1869, pero salió derrotado a pesar de obtener ocho mil votos. Desde ese mismo mes fue miembro y propagandista infatigable de la Juventud Católica de Madrid, en cuya Academia desempeñó el cargo de presidente de la sección de Filosofía y Letras y pronunció una serie de conferencias sobre “el Génesis ante la ciencia” (1869); perteneció luego a las juventudes de Valladolid —donde disertó sobre el trabajo— y Oviedo. Como profesor titular ejerció la docencia en varias universidades, siendo la primera la recién creada Universidad Literaria de Vitoria, de la que fue catedrático desde el 1 de octubre de 1869, mes en que cesó la publicación de La Cruzada.

En esta Universidad enseñó durante cuatro años la asignatura de Derecho Político y Administrativo Español, desempeñó también el puesto de bibliotecario de la institución. El ejercicio de este último cargo, unido al hecho de que continuaba cursando estudios en la Universidad Central, le llevó a matricularse en la Escuela Superior Diplomática de Madrid, en la que cursó los tres años de la carrera de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios; obtuvo el título el 22 de septiembre de 1872. En abril de 1871, representó a los centros de las juventudes católicas de Palencia y Vitoria en la Asamblea general de la Juventud Católica de España, celebrada en Madrid.

Al iniciarse el reinado de Amadeo I, y tras haberse modificado la geografía electoral, fue elegido diputado por su distrito natal de Cervera en las elecciones de marzo de 1871, tras derrotar al ex diputado moderado Julián Gómez Ingüanzo, resultó elegido secretario del Congreso de los Diputados con los votos de la minoría carlista. Como parlamentario, el más joven de la legislatura, participó en la discusión de varias leyes y defendió varias enmiendas, pero sobre todo demostró su gran apego a la causa tradicionalista, combatiendo los principios revolucionarios —el principal, la libertad de cultos— y la monarquía democrática; es más, asumiendo la interpretación católico-monárquica de que el rey Amadeo era un “extranjero” que había usurpado el trono español a don Carlos y que era además “el hijo del carcelero del Papa”, se negó siempre a asistir con la Mesa del Congreso, como era su obligación, a los actos y recepciones oficiales de Palacio. En noviembre de 1871 contrajo matrimonio en Llanes con Maximina de Marcos Sánchez, que pertenecía a una de las familias más distinguidas de esa población asturiana. En las elecciones generales de abril de 1872, se presentó nuevamente a diputado por Cervera, pero en esta ocasión los amaños electorales de Sagasta pudieron más y resultó electo el diputado cunero Antonio Navarro Rodrigo, y aunque logró encausar en los tribunales a algunos de los implicados, no consiguió la anulación del acta. Profesionalmente, desde 1872 formó parte en diferentes y variados tribunales de oposición para cubrir plazas de archivero, profesores de universidad y de primera enseñanza, notarios, etc. A pesar de sus muchas ocupaciones docentes, siempre ejerció la abogacía, sobre todo en Madrid, Vitoria, Valladolid y, en menor medida, Palencia, obteniendo en el foro grandes éxitos.

Tras la proclamación de la República, y habiéndose agudizado la guerra civil carlista, fue separado de su cátedra de la Universidad libre de Vitoria tras negarse a ingresar en la milicia de los Voluntarios de la República —que pasó a ser obligatoria—, cesando de docente el 30 de septiembre de 1873. Tras recibir el título de doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central el 13 de junio de 1874 y ganar una nueva oposición, fue nombrado catedrático de Geografía Histórica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza el 19 de junio, pero la nueva persecución que sufrió por parte del gobierno y las vicisitudes de la guerra, hicieron que nunca llegase a tomar posesión de esta plaza. En julio de ese año se celebró el juicio por los delitos electorales de dos años antes y, tras defender brillantemente como abogado sus propias demandas, consiguió que el Tribunal por Jurado de Palencia condenase a prisión a algunos caciques de aldea, pero muy pronto su reparación moral se vio frustrada al ser éstos indultados por el gobierno y él desterrado a Francia por motivos políticos.

Encontrándose en Dueñas pasando unos días en casa de su amigo y condiscípulo Obejero, fue detenido por los agentes del gobernador el día 23 y llevado preso a Palencia y más tarde a Santander, donde fue embarcado en un buque oficial que le llevó a Bayona, adonde llegó el 25 de julio; allí fue puesto en libertad.

En territorio francés pasó poco tiempo, pues inmediatamente después cruzó la frontera y se dirigió a la Corte carlista de Oñate para ofrecer sus servicios al Pretendiente. El titulado Carlos VII, que acababa de inaugurar la Universidad de Oñate, le otorgó el título de doctor en Derecho Administrativo y le nombró catedrático de Derecho Romano, a la vez que le confería los cargos de decano de la Facultad de Derecho y de bibliotecario, puestos que desempeñó entre octubre de 1874 y finales de 1875, en que el rey carlista le designó corregidor de Vizcaya, con el doble carácter preliberal de autoridad gubernativa y judicial.

Al terminar la guerra en abril de 1876, cesó en el cargo de corregidor y emigró a Francia, fijando su residencia en París. Durante su exilio en la capital francesa (1876-1877) completó su formación con el estudio del sánscrito en la Escuela de Altos Estudios y de varias materias en la Sorbona, la Escuela de Derecho, el Colegio de Francia y la Universidad Católica, mientras que privadamente aprendía los idiomas francés, inglés e italiano. También aprovechó este tiempo para viajar a Bélgica, Alemania, Suiza, Inglaterra e Italia.

Entusiasta defensor de la soberanía pontificia, en octubre de 1876 fue en peregrinación a Roma para asistir a los actos conmemorativos del tercer centenario de la muerte de santa Teresa y poder saludar reverentemente a su idolatrado papa Pío IX, cuya cruzada contra el liberalismo mantenía al considerarse prisionero en el Vaticano del Estado italiano. Tras volver a España, con la amnistía política de abril de 1877, y haber perdido sus derechos en la Universidad de Zaragoza, obtuvo en una nueva oposición la cátedra de Derecho Romano en la Universidad de Valencia en 1879, en la que enseñó durante el curso 1880-1881, siendo en este tiempo presidente de la Juventud legista de esa capital. Al año siguiente fue destinado, mediante permuta, a la cátedra de Derecho Civil Español de la Universidad de Oviedo, en la que empezó su magisterio en octubre de 1881; después fue nombrado decano de la Facultad de Derecho el 6 de marzo de 1883, cargo que desempeñó hasta diciembre de 1884, cuando lo cesó el ministro Alejandro Pidal, antiguo correligionario suyo, entonces canovista, por defender la autonomía universitaria y por ser objeto de un motín de estudiantes ultramontanos que pidieron su cabeza. Eran estos los sucesos ovetenses eco de los disturbios universitarios madrileños que siguieron al discurso de apertura pronunciado por el catedrático republicano Miguel Morayta en la Universidad Central.

Su última acción como decano de Oviedo fue la de organizar el colegio de Recoletos bajo el protectorado de la institución universitaria en 1884. En representación del claustro de la Universidad de Oviedo asistió al Congreso Jurídico español que se celebró en Madrid en 1886 y, a raíz de su discurso sobre sucesión testamentaria, fue nombrado académico correspondiente de la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación. Aunque la Juventud Católica española le designó su representante en el Congreso científico internacional de París de abril de 1888, no asistió al mismo. Ese año se opuso a la escisión integrista en las filas carlistas provocada por Ramón Nocedal, remitiendo un mensaje de adhesión a don Carlos, avalado por la firma de dos mil paisanos de Cervera, que obtuvo una inmediata respuesta de gratitud por parte del Pretendiente. Al crearse las juntas tradicionalistas, origen de la reorganización juntista del partido, con motivo de la conmemoración del decimotercer centenario de la conversión de Recaredo y de la “unidad católica de España” (concilio de Toledo), presidió la Junta Regional Carlista de León, nombrada en marzo de 1889, y entró también a formar parte de la Junta Central de Madrid, que presidía el marqués de Cerralbo. En 1890 fue vocal de la Junta diocesana de Oviedo para auxiliar en los trabajos del Segundo Congreso Católico Nacional Español, celebrado en Zaragoza ese mismo año. En 1892 obtuvo en reñida oposición el que fue su último destino docente: la cátedra de Historia del Derecho Español en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, y entonces fijó su residencia en Madrid. Cabeza del carlismo en Palencia durante más de treinta años, alcanzó en esos años un papel muy notable en el Partido Tradicionalista, al que fue siempre fiel. Sobre su identificación con la causa que aquél representaba, baste decir que su primer hijo llevó el nombre de su padre y los tres siguientes los de Carlos, Jaime y Blanca, que eran los de los miembros más distinguidos de la familia real carlista. Al terminar los tradicionalistas con su retraimiento electoral en 1890, volvió al Congreso de los Diputados, donde representó al distrito de Cervera de Pisuerga por espacio de dieciocho años (1891-1903 y 1905-1909), pues salvando la interrupción de la derrota electoral de 1903, fue elegido en las ocho consultas electorales restantes habidas entre febrero de 1891 y abril de 1907, siendo en estos años el líder parlamentario de la minoría carlista. En 1899 alcanzó la máxima jefatura del Partido al ser nombrado por el pretendiente Carlos VII su jefe delegado en España, en sustitución de Cerralbo, cargo de representante “regio” que mantuvo el resto de su vida y desde el cual superó la crisis de fin de siglo al recomponer y dinamizar la estructura del Partido (círculos, juntas, prensa, etc.), alcanzando entonces los carlistas su máxima representación en las Cortes de la Restauración (1907).

En el momento de su fallecimiento era decano de la facultad de Derecho de la Central, consejero de Instrucción Pública (1902) y vocal de la Comisión general de Codificación (1899). Fue enterrado en la capilla del Rosario de su villa natal.

Hombre de gran instrucción, que, al parecer, llegó también a completar sus licenciaturas en Ciencias y Teología, fue un orador correcto, culto y elegante, que exponía sus ideas con sencillez, claridad y lógica.

Vicepresidente del Ateneo de Palencia, perteneció a muchas otras asociaciones y corporaciones religiosas, científicas y literarias, en las que se distinguió por su catolicismo, dinamismo e ilustración. Fue colaborador de El Correo Español (Madrid, 1892) y de otros periódicos tradicionalistas, y autor de varios trabajos jurídicos, científicos y literarios, aunque sólo publicó algunos de manera dispersa. Entre sus escritos se encuentran los reglamentos de organización de las Universidades de Vitoria (1869) y Oñate (1874), un estudio local acerca de la historia de su comarca —Tradicciones Pernianas— y otro sobre el Derecho de los pueblos orientales, basado éste en sus conferencias de la Academia católica ovetense sobre las “Instituciones jurídicas del pueblo hebreo”. Sus lecciones de Historia del Derecho, tomadas taquigráficamente para su publicación, fueron su mayor aportación académica.

 

Obras de ~: Teoría fundamental de las circunstancias agravantes y atenuantes de los delitos. Discurso leído ante el claustro de la Universidad Central en el acto de recibir la investidura de Doctor en Derecho Civil y Canónico, Madrid, Imprenta de Segundo Martínez, 1866; Historia General del Derecho Español. Contestación al programa de dicha asignatura, de conformidad a las explicaciones del catedrático, Madrid, Imprenta A. Marzo y Librería V. Suárez, 1893-1894, 3 vols. (2.ª ed. corr. y aum., s. f., 4 vols.; reeds. hasta 1930); Programa de Historia general del Derecho español, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1894 (1897); et al., Bases para la reorganización de las escuelas normales de maestros y maestras, Madrid, 1897.

 

Bibl.: D. González Andrés, Los políticos de Palencia y su provincia (Bocetos y semblanzas), t. I, Palencia, Imprenta y Librería de Melchor Atienza, 1889-1891, págs. 259-291; M. Sánchez de los Santos, Las Cortes españolas de 1907, Madrid, A. Marzo, 1908; M. Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, Madrid, Imprenta de J. Palacios, 1903, pág. 40; M. Ferrer (ed.), Escritos políticos de Carlos VII, Madrid, Editora Nacional, 1957, pág. 241; J. C. Gómez-Rodulfo (ed.), Cartas inéditas de Carlos VII, Madrid, Montejurra, 1959; S. Francia Lorenzo, “Territorio Perniano. Un manuscrito de Matías Barrio y Mier en el Archivo Capitular de Palencia”, en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 71 (2000), págs. 455-468; J. Canal, El carlismo, Madrid, Alianza, 2000.

 

Gregorio de la Fuente Monge

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