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Juan de Monzón

Biografía

Monzón, Juan de. ?, c. 1340 – Valencia, c. 12.XII.1412. Religioso dominico (OP), escritor, teólogo y polemista español.

Su oriundez ha sido discutida por historiadores aragoneses y valencianos; los primeros le suponen natural de la localidad oscense de Monzón; los segundos aducen, entre otras pruebas, un documento condenatorio del antipapa de Aviñón, Clemente VII, en el que se lee: “valentianensis diocesis oriundum”; no obstante, el origen de la controversia pudiera ser su relación con la familia valenciana Monsó.

Joven aún, ingresó en la Orden de Predicadores, posiblemente en el Convento de Valencia. Comenzó sus estudios filosóficos en los de Játiva y Lérida, ampliándolos en el de Barcelona (1355-1359). La Orden lo dedicó a la enseñanza, siendo lector de Física (parte de la Filosofía dentro del sistema escolástico) en los Conventos de Valencia y Castellón (1363-1366). Ordenado sacerdote, en 1366, fue asignado al de Lérida.

Enseñó en los Conventos de Balaguer y Castellón (1368.1371) y, entre 1371 y 1372, desempeñó el cargo de maestro de estudiantes en el Estudio de Barcelona, donde explicó las “Sentencias” de Pedro Lombardo, figurando en el siguiente curso como lector en el Convento de Lérida. Poco después (1374), fue destinado como lector de las “Sentencias” al Estudio de Oxford, lugar al que “no se atrevió a trasladarse”, prefiriendo dirigirse a París. En una deliberación, el Consejo General de Valencia le concedió una ayuda de 100 florines de oro para el viaje y 200 más para graduarse de maestro de Teología (4 de abril de 1375), alegando que “perçó com es natural de dita ciutat”. En tal sentido, Pedro IV el Ceremonioso, rey de Aragón, que le protegía, elevó una súplica el l8 de octubre de 1375, al pontífice de Roma, Gregorio XI, en la que manifestaba su intención de tomar a fray Juan a su servicio, cuando éste obtuviera el doctorado. El 3 de abril de 1376, el Papa escribió al canciller de la Universidad de París pidiéndole le señalase un lugar en las escuelas de su Orden para leer las “Sentencias” y le otorgase más tarde el magisterio y la licencia para enseñar. En 1379 obtenía el grado de bachiller por la Sorbona.

Cuando se produjo, en 1378, el Cisma de Occidente, se declaró Monzón a favor de Clemente VII, al que siguieron casi todos los cardenales, defendiendo la validez de su elección —enseñaba en París— contra los partidarios de Urbano VI, no tardando, sin embargo, en secundar la política de “indiferencia” de su Rey, quien, además de protegerle, le sustrajo de la jurisdicción del prior y le otorgó nuevas prerrogativas; además, quien violase estas disposiciones sería multado con 1.000 morabetinos de oro (2 de octubre de 1381). Aun cuando el Monarca lo llamaba “maestro en Teología”, no lo era todavía. Continuó fray Juan en Valencia, enseñando Teología entre 1380 y 1384. En mayo de 1383 el Capítulo General, reunido en Gijón, le destinó al convento parisino de Santiago para leer las “Sentencias”. El 20 del mismo mes el Rey le extendió una nueva carta de protección. Finalmente, en París, donde no se dio mucha prisa por acudir, se licenció en fecha no bien determinada de 1387, en Teología. Era —escribe Goñi Gaztambide— corpulento “y de espíritu arrogante, y ambicionaba con vehemencia e1 título de doctor; pero, desconfiando de sus letras, llevó consigo la bula de Gregorio XI, que le facilitó la consecución de sus anhelos”.

De esa época datan sus enfrentamientos con la Universidad de París. En sus “vesperias” o disputa que sostuvo la misma tarde de su recepción, y en su primera lección magistral (o “resumpta”) , defendió unas proposiciones atrevidas relativas a la Trinidad, la omnipotencia divina y, en especial, sobre la Concepción de la Virgen María, tomadas —según él— de Tomás de Aquino. De haberse limitado Monzón a negar el privilegio de la Inmaculada Concepción, creencia todavía no definida por la Iglesia y libremente defendida en las escuelas, poco o nada habría pasado. Pero afirmó —tal y como veinticinco años antes habían hecho dos miembros de su Orden— que quienes creyesen en la Inmaculada Concepción, no sólo erraban en la fe, sino que cometían pecado mortal, añadiendo que no hablaba en su nombre, sino en el de su Orden.

El hecho fue denunciado a la Facultad de Teología, celebrándose al día siguiente una sesión extraordinaria, en la que el decano expuso lo sucedido, aprovechando la ocasión para enaltecer la Facultad por encima del propio Pontificado y de la Iglesia. De cualquier forma, fray Juan no quiso retractarse. Una comisión compuesta por seis miembros, ampliada a doce y, finalmente, a veintiocho, empleó más de dos meses en reducir la nueva doctrina a catorce proposiciones.

Tras mucho discutir, interrogar y amonestar a fray Juan, se pensó en organizar una disputa pública acerca de tales disposiciones, escogiendo seis maestros, entre los que figuraba Pedro d’Ailly, mas Monzón puso toda clase de obstáculos e inconvenientes; finalmente, el 13 de junio de 1387, cuatro de ellos, d’Ailly entre ellos, prefirieron —por motivos no muy claros— inhibirse del asunto. La Facultad censuró entonces las proposiciones, sin tacharlas de heréticas, y le instó, primero en privado y luego en público, a retractarse (6 de agosto de 1387). Prometió éste hacerlo en un plazo de tres días, lo que no cumplió. Unidas entonces la Universidad y la Facultad, al tomarlo por una burla, confiaron al franciscano Juan Vital la impugnación a Monzón, lo que éste hizo en su “Defensorium pro I.M. Conceptione”, sometiendo al obispo de París la cuestión como a su juez ordinario, quien prohibió al dominico ausentarse de la ciudad hasta la conclusión del pleito, pero no quiso darse por enterado.

Finalmente, el obispo prohibió enseñar la doctrina de las catorce proposiciones —en beneficio de la tesis inmaculista— bajo pena de excomunión, manifestando su propósito de proceder conforme a derecho contra la persona de fray Juan, caso de poder detenerlo (25 de agosto de 1387).

Muchos dominicos se pusieron de su parte, negando la autoridad de la Facultad y del obispo de París, lo que supuso el inicio de la ruptura entre ambas partes.

Como el franciscano Duns Escoto, llamado “el Doctor Sutil”, había arrastrado tras de sí a toda su escuela, Monzón hizo otro tanto con la tomística. Y si los discípulos del primero formularon el voto de defender el inmaculismo a ultranza, sus contrarios hicieron idéntico propósito respecto al asunto, acabando el litigio por convertirse en un duelo entre el nominalismo y el tomismo, y en conflicto entre la Soborna y la Orden de Predicadores.

Monzón apeló al Papa de Aviñón, viajando hasta esta ciudad, muy seguro de su triunfo y acompañado de una docena de maestros dominicos. Además, para los gastos del pleito se impuso a todas las provincias dominicanas de obediencia aviñonesa una contribución de 1500 florines, que fue acogida fervorosamente.

No sólo Monzón fue expulsado de la Sorbona; también lo fueron todos los dominicos, quedando así excluidos de cualquier actividad académica y pastoral, con gran perjuicio para la propia Universidad, no volviendo a ser admitidos hasta 1403.

La Universidad de París, citada a comparecer en la causa (Cuaresma de 1388), envió a cuatro eminentes maestros, entre ellos a d’Ailly, que atacaron los puntos débiles de las tesis del dominico, si bien el fondo mismo de la doctrina inmaculista siguió igual antes y después del proceso.

Clemente VII encomendó el proceso a tres cardenales; uno de éstos prohibió a fray Juan ausentarse de la ciudad antes de su conclusión; pero, temiendo salir malparado, pidió ayuda al nuevo rey Juan I el Cazador, quien escribió a Clemente (Roberto de Ginebra), por cierto, pariente del monarca francés, intercediendo por el dominico (19 de julio de 1388); otro tanto hizo con el cardenal de Viviers y el Sacro Colegio, con el mismo resultado negativo.

Once días más tarde, Juan I ordenaba a fray Juan presentarse urgentemente en su Corte, maniobra destinada sin duda a encubrir y facilitar su huida. Poco después, el Cazador escribía a Clemente (6 de enero de 1389), dándole unas muy poco convincentes explicaciones tratando de justificar la huida. Para él, sin duda, este proceso tenía un carácter de debate teológico más que el de un juicio. Por su parte, Monzón admitía en 1391 haber huido de Aviñón para evitar su muerte.

Motivos para este temor no le faltaban; así lo reconocía Gerson, admirado de que no le hubieran condenado a la pena capital. Con todo, prosiguió el proceso mediante citaciones fijadas en lugares públicos y frecuentes reuniones de cardenales en presencia de Clemente.

Finalmente, estos tres cardenales pronunciaron su fallo (27 de enero), agravando la excomunión de fray Juan, de tal manera que todos los cristianos evitasen su trato, condena por contumacia que en nada afectaba a la doctrina de la Inmaculada Concepción.

Pudo ponerse a salvo Monzón abandonando la obediencia de Clemente VII, las tierras del rey de Francia y acogiéndose al partido del Pontífice de Roma, a la sazón Bonifacio IX. Primero se refugió en la Corona de Aragón, y posteriormente se instaló en Aix, entonces capital de Provenza, componiendo allí un polémico tratado sobre el Cisma, en el que arremetía contra Clemente. Habiéndole encargado Bonifacio IX una misión entre los dominicos aragoneses, se excusó alegando que ponía en peligro su vida. Prefirió, por tal motivo, escribir su “Dialogus” (1391) en favor de la tesis urbanista, en el que pedía se celebrase un concilio general para terminar con el Cisma de Occidente.

Posteriormente se retiró a Sicilia —que reconocía al Papa de Roma—; allí fray Simón del Puy, obispo de Catania y también dominico, le ofreció el cargo de subcolector de espolios (17 de junio de 1393), teniendo tiempo para dedicarse a la traducción de los sermones del cisterciense Bernardo de Claraval para el infante Martín el Joven, rey de Sicilia.

A principios de 1401, se incorporó a su Convento de Valencia, llegando a ser consejero del nuevo rey de Aragón, Martin I el Humano. El martes, 18 de abril de 1412, compareció ante el Parlamento de Alcañiz como delegado del duque Alfonso de Gandía, uno de los cinco candidatos al trono, tras el óbito de Martín I (31 de mayo de 1410), sin haberse resuelto la sucesión, presidido por Gil Ruiz de Lihori, gobernador de Aragón; allí pronunció una arenga en latín, en favor de los pretendidos derechos del duque al trono. Se trata de la última noticia que se tiene sobre su vida.

En medio de una vida agitada por las persecuciones tuvo tiempo para defender de palabra y por escrito sus convicciones teológicas y urbanistas. La mayoría de sus obras —que permanecen inéditas— las compuso por encargo de Urbano VI y Bonifacio IX.

Puede decirse que no se conoce apenas nada sobre su pensamiento teológico-filosófico.

 

Obras de ~: Tratatus de Conceptione B.V., s. l., 1387; Littera super 14 propositionibus condemnatis, s. l., 1387; Impugnatio condemnationis l4 propositionum, s. l., 1387; Defensio conclusionis posite in lectura Sententiarum, s. l., 1387; Informatorium (en el que que arremete contra Clemente VII), s. l., 1389; Dialogus super Schismate, s. l., 1391; Allegationes honorabilis fr. Joh. de Montesono, s. l., s. f. (contra una cédula del rey opuesta a los derechos de la Iglesia); Alegaciones, en favor del duque de Gandía, s. l., diciembre de 1412; Glossule super libros Perihermeneias, s. l., s. f.; Correptorium contra epistolam fundamenti schismatis, s. l., s. f.; Opus quod dicitur scopos 72 [...] ad Bonifacium papam IX, s. l., s. f.; Traslació dels sermons de Sent Bernat sobre’l libre dels Cantics, s. l., s. f. [del que sólo se conserva el prólogo]; Místicas consideraciones del Rosario, s. l., s. f.

 

Fuentes y bibl.: Informaciones aportadas por: Jesús Arribas Castán (Zaragoza); Francisco Javier Pastor Muñoz (Madrid), arqueólogo; Revista Aguiluchos (Madrid), misioneros combonianos; Agustí Bachs i Gall (Barcelona), periodista de investigación.

VV. AA., “Monzón, Juan de”, en Enciclopedia Universal ilustrada Europeo-Americana, vol. XXXV, Madrid, Espasa Calpe, 1918; J. Lasso de la Vega y J. M. Rubert (dirs.), Diccionario Enciclopédico Labor, Barcelona, Editorial Labor, 1965; M. Gaibrois y J. L. Alborg, Historia Universal, Madrid, Editorial Gredos, 1973; J. Goñi, “Monzón, Juan de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 514-518;

www.info@arramendi.espersonales.com/espana/albacete/angarmegia/tomismo_medieval_espana-l.htmWww.larramendi.es/poligrafos/juan_de_monzon.htm

www.franciscanos.org/virgen/rambla.html

 

Fernando Gómez del Val

 

 

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