Mir y Noguera, Miguel. Palma de Mallorca (Islas Baleares), 11.XII.1841 – Madrid, 29.XII.1912. Escritor y académico jesuita (SI) primero, adversario de la Compañía de Jesús después.
Su familia era católica, con un marcado carácter político liberal-conservador. Decidió su entrada en la Compañía de Jesús, en Loyola (Guipúzcoa) en julio de 1857, después de que lo hubiese realizado su hermano mayor Juan Mir. Bajo las lecciones de Fidel Fita, cursó en Loyola las Humanidades. Antonio Cabré fue su maestro en Ciencias, en el tiempo de la Filosofía, transcurrido en León entre 1860 y 1863. Pertenecía a la provincia de Aragón pero ejerció de profesor de Humanidades en Loyola, entre 1863 y 1864; y pasó al seminario menor de Burgos entre 1864 y 1867 con las disciplinas de Historia, Ciencias y Lógica y continuando, en los días previos a la Revolución Gloriosa de 1868, como profesor del seminario central de Salamanca, en el tiempo en que su obispo se lo había confiado a la Compañía de Jesús.
Tras la llegada al Gobierno de los progresistas —y como era ya costumbre— se decretó la extinción de los jesuitas en 1868. Miguel Mir tuvo que salir de España, estudiando los tres primeros cursos de Teología en St. Beuno’s, mientras que el último —ya ordenado sacerdote— transcurrió en Bañolas (Gerona).
Fue este último tiempo, alumno, de nuevo, del mencionado Fidel Fita y condiscípulo del jesuita de Figueres, Pablo Pastells. Éste, que habría de ser misionero en Filipinas y posteriormente ayudante del padre Astrain en su monumental obra de la Historia de la Asistencia jesuítica de España, fue un intenso investigador en el Archivo de Indias de Sevilla y una autoridad sobre la historia de Filipinas y la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay.
En los días turbulentos de la Primera República —que se prolongó por espacio de once meses— y en los previos a la Restauración canovista y alfonsina, Miguel Mir vivió en Madrid, tras haber realizado la tercera probación en Auzielle (Francia). Trabajó entonces en la traducción a lengua castellana de las cartas de san Ignacio de Loyola, ofrecidas por Roque Menchaca en lengua latina y las entregó, para su edición desde el santuario de Loyola. Además, en la capital de España entregó a la imprenta una importante serie de textos espirituales de la Compañía de Jesús, abarcando desde los ejercicios espirituales o las destacadas obras de autores como Pedro de Ribadeneyra, Juan Eusebio Nieremberg y Luis de La Palma.
Con todo, en Miguel Mir estaba naciendo un desencantamiento hacia la Compañía. Inicialmente, el fundador no estaba incluido en el proceso, aunque terminó siendo centro de sus críticas. Así, dos de sus títulos, Los jesuitas de puertas adentro o un barrido hacia fuera de la Compañía de Jesús —publicado en Barcelona en 1896— y la muy conocida Historia interna documentada de la Compañía de Jesús —ofrecida por la imprenta en dos volúmenes, aunque al año siguiente de su muerte, en 1913—, ambas fueron incluidas en el Índice romano publicado en 1896 y 1923. Deseaba Mir fundamentar sus ideas a través de la investigación y la documentación histórica, aunque la Real Academia de la Historia advirtió un año después de la primera edición de su obra más importante, que en Miguel Mir no existía una metodología histórica seria.
¿Cómo se fue configurando aquel cambio? Mientras preparaba la edición en castellano de las cartas ignacianas, surgieron notables roces con sus anteriores maestros Juan José de La Torre y Antonio Cabré.
La Revolución del 68 había reorientado la actividad científica de este último hacia la de investigación histórica.
Así Cabré se dedicó a la mencionada edición crítica de las cartas de san Ignacio, contando con un manuscrito anotado por Mariano Puyal (muerto en 1855), un jesuita de gobierno en la Compañía que era suprimida y restaurada en la España de la primera mitad del siglo xix. Con la ayuda de su anterior discípulo Miguel Mir, Cabré buscó cartas ignacianas en España, Portugal y Roma, consiguiendo una copia de la colección de la Biblioteca Nacional de París. En la obra interesó al general Beckx, el cual permitió el envío de las copias de las existentes en el Archivo Romano de la Compañía de Jesús. Las tensiones con Mir retrasaban los resultados, decidiendo el prepósito general vincular al trabajo a otro antiguo profesor del jesuita mallorquín, Juan José de La Torre, que habría de ser presentado como un especialista en la historia fundacional de la Compañía. Así, entre 1874 y 1877, se publicaron en Madrid los tres primeros tomos de las Cartas de san Ignacio. El padre La Torre fue nombrado provincial de Castilla, Miguel Mir abandonó la tarea y Cabré, precursor con estos trabajos de lo que habría de ser la Monumenta Historica Societatis Iesu, se vio limitado por su delicada salud.
Después, las diferencias con Miguel Mir fueron de carácter político y de actitudes religiosas. En aquellos momentos, el papa León XIII había aconsejado a los católicos una actitud de tolerancia hacia su participación política y sobre todo hacia los regímenes liberales, tan condenados anteriormente por su antecesor Pío IX en documentos pontificios como la encíclica Quanta cura y el catálogo de errores modernos, el Syllabus. Lo consideraba el Pontífice de la “Doctrina social de la Iglesia” como un “mal menor”.
Una decisión que no fue bien recibida por numerosos jesuitas españoles. Miguel Mir era muy cercano al nuncio pontificio en Madrid, Mariano Rampolla. En aquellos momentos, el jesuita fue enviado por sus superiores como profesor de inglés a El Puerto de Santa María, entre 1882 y 1883. Cuando regresó a la capital de España, Mir fue nombrado miembro numerario de la Academia de la Lengua Española. No había leído su discurso de entrada, bajo el título de Causas de perfección de la lengua castellana en el Siglo de Oro de nuestra literatura —que habría de ser contestado con numerosos elogios por Marcelino Menéndez y Pelayo— cuando el provincial de Aragón le requirió en el colegio de Zaragoza como operario.
Sin duda, aquello resultó una contrariedad que le costó superar, cuando se trataba de retratar a sus superiores provinciales, e incluso a los prepósitos generales Pedro Beckx y Antón Anderledy, llegando a solicitar su salida de la Compañía de Jesús. Tampoco, desde posiciones de integrismo católico, se recibió demasiado bien las actitudes políticas y religiosas que había demostrado Miguel Mir. Aparecieron estas ideas en el discurso que escribió para el “Certamen literario mariano” que había convocado en 1888 el arzobispo de Zaragoza, Francisco Benavides, en el momento en que se celebraba el jubileo sacerdotal de León XIII.
Además, la publicación del mismo salió sin la censura previa que acostumbraba la Compañía de Jesús.
Ante tales conflictos, el provincial le apartó de la escena y le envió a realizar los Ejercicios Espirituales a Veruela. Miguel Mir volvió a pedir su salida de la Compañía, concediéndola finalmente el general Anderledy en 1891.
La nueva época se distinguió por su ocupación como secretario perpetuo de la Real Academia, viviendo en el mismo edificio. Para entonces, Fidel Fita —su antiguo maestro— ya era académico numerario desde 1879 y habría de suceder a Marcelino Menéndez y Pelayo como director el mismo año de la muerte de este último y del propio Miguel Mir, en 1912. El exjesuita mallorquín, mientras buscaba documentación antijesuítica, concluía un nuevo título en 1897 —ya había publicado el año anterior el mencionado panfleto “Los jesuitas de puertas adentro...”—, Curiosidades de mística parda. Muy traducida a diferentes lenguas —a saber italiano, francés, alemán y portugués—, fue la obra de refutación que escribió a lo expuesto por el inglés John W. Draper, bajo el título Harmonía entre la ciencia y la Fé (1881). Como se ha mencionado antes, no conoció la publicación que le ha otorgado mayor repercusión posterior y que sirvió de base para buena parte de la literatura antijesuítica posterior. Con todo, ofreció ediciones utilísimas de Valdivieso, Alonso de Cabrera, Alonso de Madrid, Juan de los Ángeles y el arzobispo de Granada y monje jerónimo, Hernando de Talavera. Tradujo la obra de su paisano mallorquín Ramón Llull, Libro del amigo y del amado y en el mismo año de su muerte, en 1912, apareció su libro Santa Teresa de Jesús: su vida, su espíritu, sus fundaciones.
Obras de ~: “Del restablecimiento de la Filosofía escolástica”, en Revista Católica de España (1872), t. III, págs. 241- 256; La condesa de Bornos, ensayo biográfico, Madrid, Aguado, 1880; Harmonía entre la ciencia y la Fé, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1881; Causas de perfección de la lengua castellana en el Siglo de Oro de nuestra literatura, Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública del R. P. Miguel Mir, el día 9 de mayo de 1886, Madrid, Tipografía de los Huérfanos, 1886; Discurso leido por el R. P. Miguel Mir, de la RAE, en representación del Jurado Calificador del Certamen literario que, para solemnizar el Jubileo sacerdotal de N. S. Padre el Papa León XIII, fue celebrado en Zaragoza el día 8 de Enero del año 1888, Zaragoza, Tipografía de Mariano Salas, 1888; La Creación según que se contiene en el primer capítulo del Génesis, Madrid, Gregorio del Amo, 1890; Bartolomé Leonardo de Argensola, Zaragoza, Imprenta del Hospicio Provincial, 1891; Los jesuitas de puertas adentro o un barrido hacia fuera de la Compañía de Jesús, Barcelona, 1896; Curiosidades de mística parda, 1897; Espíritu de Santa Teresa de Jesús o Resumen de los rasgos principales de su vida, de los principales de su doctrina espiritual y de sus afectos y aspiraciones á Dios, Madrid, Imprenta Sucesores de Cuesta, 1898; Causas de la perfección de la lengua castellana en el siglo de oro de nuestra literatura, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1908; Santa Teresa de Jesús: su vida, su espíritu, sus fundaciones, Madrid, Jaime Ratés, 1912; Historia interna documentada de la Compañía de Jesús, Madrid, Imprenta Jaime Ratés Martín, 1913, 2 vols.
Ediciones de ~: Vida y misterios de Cristo Nuestro Señor por el P. Pedro de Rivadeneira, Madrid, Murillo, 1878; Vida del Sr. González de la Palma, escrita por su hijo el Padre Luis de la Palma, de la Compañía de Jesús, manuscrito del siglo xvi, publicado y precedido de un prólogo, Madrid, Murillo, 1879; De la hermosura de Dios y su amabilidad por las infinitas perfecciones del ser divino, compuesto por el P. Juan Eusebio Nieremberg, Madrid, Miguel Olamendi, 1879; Romancero español por el maestro Josef de Valdivieso, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1880; Tratado de la Tribulación por el P. Pedro de Rivadeneira, Madrid, José del Ojo y Gómez, 1885; Vida de Doña Estefanía Manrique de Castilla por el P. Pedro de Ribadeneira, Madrid, Tipografía de los Huérfanos, 1886; Don Bosco y su siglo, en los funerales de cabo de más celebrados en Turín en la iglesia de María auxiliadora el 1.º de marzo de 1886, discurso pronunciado por el eminentísimo Señor Cardenal arzobispo de Turín Cayetano Alimonda, traducido por el P. Miguel Mir, Barcelona, Sarrió, 1888; Sermones del P. Fr. Alonso de Cabrera de la Orden de Predicadores, discurso preliminar, Madrid, Baillo Baillière, 1906.
Bibl.: C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, Bruxelles, O. Schepens, 1894, vol. V, págs. 1118-1120 (Bruxelles, O. Schepens, 1900, vol. IX, pág. 681); F. T. Moreno [bajo el pseudónimo Bachiller Francisco de Estepa], Los jesuitas y el padre Mir: cartas a un académico de la Española, Madrid, La España Editorial, 1896; A. M. Alcocer, “Mn. Miquel Mir”, en Bolletí Diccionari llengua catalana, 7 (1912- 1913), pág. 290; El padre Mir y San Ignacio de Loyola: retratos de San Ignacio, hechos dentro y fuera de la Compañía, Estudio crítico con nuevas revelaciones sobre la vida de San Ignacio por S. Pey Ordeix, Madrid, Imprenta Libertad, 1913; R. Ruiz Amado, Don Miguel Mir y su Historia interna documentada de la Compañía de Jesús, Barcelona, Librería Religiosa, 1914; Z. García Villada, “Don Miguel Mir y su Historia interna documentada de la Compañía de Jesús”, en Razón y Fe, 39 (1914), págs. 382-387; M. Batllori, A través de la història i la cultura, Montserrat, Publicaciones de la Abadía, 1979, págs. 307-316; M. Revuelta González, La Compañía de Jesús en la España contemporánea, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 1984-1991; M. Batllori, “Mir y Noguera, Miguel”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, vol. III, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, págs. 2684-2685.
Javier Burrieza Sánchez