Pérez González, Mateo. Bercero (Valladolid), 1771 – Argao (Filipinas), 1842. Religioso agustino (OSA), misionero en Filipinas, lingüista, propulsor económico de la isla de Cebú, escritor.
Hijo de Don Blas Pérez y Doña Isabel González. Vistió el hábito de la Orden de San Agustín en el colegio de Valladolid, en 1789, a los diez y ocho años. Pasó destinado a Filipinas en 1795, y allí sus superiores lo enviaron a la isla de Cebú, en el grupo de las Bisayas (o Visayas), una de tantas islas de mediana extensión que existen en la zona central del gran archipiélago filipino (7.250 km2). Es muy filiforme (36 km de ancho por 216 km de N. a S.), fue descubierta por Magallanes, quien murió en Mactán, una de sus pequeñas islas adyacentes. En Argao residió el P. Mateo Pérez durante treinta y tres años seguidos y a él se debe un gran impulso que dio a toda la isla, tanto en el orden espiritual como en el material. Se encontró a medio construir la iglesia parroquial y pronto consiguió terminarla. Además, levantó a sus expensas un buen convento. Consiguió edificar distintas escuelas y ayudó para la erección de otros edificios de interés público. Su celo y sus virtudes se extendieron por toda la isla. Los naturales de la isla, los cebuanos, llegaron a llamarle “nuestro cura santo”.
Preocupado por el desarrollo económico de la isla, y dándose cuenta de las buenas condiciones naturales de la isla (clima, terrenos), introdujo el cultivo del café, del cacao y del tabaco. Primero lo hizo en áreas próximas a Argao; poco a poco se extendieron estos cultivos por casi toda la isla, y en pocos años Cebú despegó como una de las islas que más pujaban en el archipiélago. También introdujo o potenció el algodón y la caña de azúcar, con lo que, sin quererlo o sin saberlo, formó la “pentalogía” de los cultivos tropicales que hay en el mundo (algodón, cacao, café, caña de azúcar, tabaco). Además de la agricultura creó una incipiente, al principio, y, poco después, próspera, industria textil, con la instalación de numerosos telares. Con la agricultura y la industria textil en estado floreciente y su lógico efecto expansivo, se incrementó el comercio con las otras islas y, por tanto, creció la pequeña flota mercante cebuana. Puede ser sintomático el hecho de que en el censo de población de 1950, la isla de Cebú fuera la que tenía la mayor densidad de población entre las más de dos mil islas habitadas de todo el archipiélago filipino. Y el puerto de Cebú rivalizaba con Manila en el tráfico marítimo con Estados Unidos y otras potencias.
Llamado por sus superiores a Manila, dejó el P. Mateo con pena Cebú. En la capital de las Filipinas desempeñó los cargos de prior local y prior de Manila.
Los años de estancia en Cebú le hicieron un gran conocedor de la lengua nativa, el cebuano, una variedad del idioma bisaya, y en ella escribió distintas obras de moral y de devoción, que alcanzaron diversas ediciones. También tradujo al cebuano el “Kempis” y un compendio del Catecismo, de Pouguet y Fleuri.
Regresó de Manila a la isla de Cebú, en 1837, como prior del Convento de los Agustinos del Santísimo Niño de Cebú, y allí murió en 1842, en olor de santidad, a los 71 años de edad, dándose el caso de que todo el pueblo vistió colectiva y voluntariamente de luto durante algún tiempo en recuerdo y veneración de su “cura santo”.
Obras de ~: Lagda sa pagca malingdon sa tanong Bisaya (‘Modelo del perfecto varón bisaya’), Binondo, Imp. de M. Sánchez, 1865; C. Fleury y F. Pouget, Compendio de la doctrina cristiana, sacado del Catecismo de Pouget y Fleuri y traducido del español al idioma bisaya, trad. al bisaya de ~, s.l., 1867; Quinabuhing cristianos (‘Vida cristiana’), Guadalupe, Pequeña imp. del Asilo de Huérfanos, 1890.
Bibl.: C. González García-Valladolid, Datos para la Historia biográfica de la M. L. M. N. Y Excma. Ciudad de Valladolid, vol. II, Valladolid, Imp. y Lib. Nacional y Extranjera de los H. de Rodríguez, 1894, pág. 216: “Pérez González, R. P. Fr. Mateo”, en VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. XLIII, Madrid, Espasa Calpe, 1921, pág. 660; A. Palau y Dulcet, Manual del Librero Hispanoamericano […], vol. XIII, Barcelona, Librería Palau, 1961, pág. 20, n.º 219.429.
Fernando Rodríguez de la Torre