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Mariano Abasolo

Biografía

Abasolo, Mariano. Dolores Hidalgo (México), c. 1783 – Santa Catalina de Cádiz (México), 14.IV.1816. Revolucionario, insurrecto.

Natural y vecino del pueblo de Dolores en el Estado de Guanajuato. Tenía veintisiete años de edad y ya era capitán del Regimiento Provincial de Dragones de la Reina cuando comenzó la revolución en septiembre de 1810.

Había heredado de su padre, que era español de nacimiento, un considerable caudal, al que se había agregado el de su esposa, María Manuela Taboada, hija de otro rico español, vecino de Chamacuero.

Abasolo, según sostuvo en las declaraciones de la causa que se le abrió en Chihuahua, no tuvo conocimiento de la revolución hasta el momento de estallar ésta el 16 de septiembre, ni tomó parte activa en ella sino arrastrado por Hidalgo y Allende (con el que trabó amistad en el Cantón de Jalapa y empezó a conspirar para conseguir la independencia). Para evitar que aquéllos ocupasen San Miguel el mismo día, mandó avisar a Canal, coronel del Regimiento de la Reina, aviso que aquél no llegó a recibir; no obstante, el sargento de su compañía José Antonio Martínez (que posteriormente sería juzgado y ejecutado en México) declaró que Abasolo le dio orden para entregar a Hidalgo las armas que estaban en el cuartel, pero que no participó en el pronunciamiento, razón por la cual no figuraba su nombre en el bando en el que el virrey Venegas puso precio a las cabezas de los principales jefes de la revolución.

Hidalgo lo nombró coronel en Celaya, y con tal carácter se hizo acompañar de Ignacio Camargo para exigir la rendición al intendente Riaño de Guanajuato, pero no participó en el ataque de la Alhóndiga de Granaditas (donde Riaño estaba atrincherado), según él mismo confesó más tarde.

Fue nombrado mariscal de campo en Acambaro, en octubre de 1810, durante la batalla de las Tres Cruces (que abrió el camino a la capital) y en la cual estuvo al mando de un ala del ejército, cuando el cura Hidalgo fue proclamado generalísimo marchando a México acto seguido, ciudad en la que las fuerzas de Trujillo resistieron durante muchas horas, sucumbiendo finalmente frente al numeroso ejército enemigo.

Mientras, la casa de Abasolo en Dolores fue saqueada y su esposa tuvo que huir con su madre y su hijo para refugiarse en Valladolid (Morelia), con el convencimiento de que allí encontraría a su marido. Pero éste había seguido a Hidalgo hasta Aculco, donde fue derrotado, y luego a Allende hasta Guanajuato. Ocupada esta ciudad por Calleja el 25 de noviembre después de una débil defensa, Abasolo se encaminó con éste a Guadalajara, ciudad que había sido tomada por José Antonio Torres (El amo Torres), en donde se les unió Hidalgo tras huir de Valladolid, acompañado de la esposa de Abasolo, que pudo por fin reunirse con su marido.

Abasolo continuó desempeñando un insignificante papel en la revolución, aunque logró salvar las vidas de algunos españoles presos que eran sacados en partidas para ser degollados por orden de Hidalgo. Participó en la batalla del Puente de Calderón (17 de enero de 1811), defendida por unos cien mil insurgentes, finalmente derrotados por las instruidas tropas de Calleja. Abasolo fue el primero en huir de ella para reunirse con Hidalgo que, al parecer, ya había huido antes que él, pues Abasolo lo encontró en la Hacienda del Pabellón cuarenta leguas distante del campo de batalla. Desde allí, se encaminaron ambos al Saltillo.

Su esposa solicitó el indulto para él, yendo a buscarlo con un salvoconducto facilitado por Calleja para que se presentase ante las autoridades españolas.

Pero Abasolo estimó más conveniente salir del país mientras se tramitaba su indulto, por lo que siguió a los principales jefes, cayendo prisionero con todos ellos en Baján, el 21 de marzo de 1811. De allí fueron conducidos a Chihuahua para ser juzgados por el comandante general de provincias internas, Nemesio Salcedo.

Durante su proceso (el primero en llevarse a cabo) Abasolo no dudó en acusar a sus compañeros, siendo su causa la que sirvió de guía para todas las demás.

Así, en el mes de mayo de aquel mismo año, fueron fusilados todos los acusados, excepto los eclesiásticos.

Lo extenso y pormenorizado de sus declaraciones y las numerosas diligencias a que dieron lugar hacen de este proceso un asunto muy interesante. Calló que era conspirador desde 1808, que entregó algunas sumas de dinero para los gastos que se hacían en Querétaro, y otros pormenores que hubieran podido comprometerlo más.

Su mujer volvió a Dolores en busca de dinero, pero su caudal y el de su marido habían sido aniquilados: sus bienes patrimoniales fueron tomados por Hidalgo, que a su vez mandó sacar el dinero de Manuela de los sepulcros del convento de Santa Carmen de Celaya, en donde había sido ocultado; el resto de bienes de Abasolo fue saqueado por las tropas reales. Finalmente Manuela se embarcó con su marido rumbo a Cádiz, en donde éste murió tras cuatro años de cautiverio el 14 de abril de 1816, en el castillo de Santa Catarina.

Abasolo fue declarado benemérito de la Patria en grado heroico, y su nombre fue inscrito con letras de oro en el Salón del Congreso.

 

Bibl.: A. Pi-Suñer Llorens (coord.), Diccionario Universal de Historia y Geografía, ts. I-III, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1853; A. Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los Héroes y Caudillos de la Independencia, 1962, 2 vols.; R. Ezquerra, “Abasolo, Mariano”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981.

 

Patricia Areal Torres-Murciano

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