Cárcova, Ignacio de la. España, 1771 – Madrid, 1829. Contador de la Marina, guarda almacén del Apostadero Naval del Río de la Plata.
Hijo de Antonio de la Cárcova y de Josefa de Mier, contador de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes en Buenos Aires y contador del cuerpo de Marina del Río de la Plata, guarda almacén del apostadero naval y contador mayor del reino. El término apostadero tenía un doble concepto semántico y funcional. En su primera acepción sería un puerto con capacidad de albergar, reparar y aprovisionar a buques de la Armada, sirviendo de base de refugio para la defensa frente a posibles enemigos. Su segundo significado lo permite calificar como un departamento marítimo que agrupa a varios buques de la Armada, bajo el mando de un comandante general. Los primeros apostaderos de la Marina española en América —Veracruz y La Habana— son anteriores al último cuarto del siglo xviii y tuvieron adjudicadas funciones importantes muy relacionadas con el desarrollo de la industria naval. El resto de los apostaderos navales de ultramar, que perdurarán hasta las respectivas independencias, no tendrán un reglamento efectivo hasta bien entradas las luchas de la emancipación y sus acciones navales. En no pocas ocasiones existieron roces entre la autoridad naval del apostadero y el virrey, que veía disminuido su poder frente a esta autoridad.
Los funcionarios de los apostaderos eran un comandante y oficiales de Cuenta y Razón, matrículas de mar, maestranza y montes. Estos comandantes de Marina, con sus oficiales subordinados y el contador que hacía de ministro de la Real Hacienda de Marina, integraban la junta del apostadero que ejercía con plenos poderes la regulación de las materias gubernativas con el mismo alcance que las correspondientes a las juntas de los departamentos peninsulares. Tenían como función específica el atender los asuntos económicos y gubernativos de la Armada que ocurriesen en su espacio, sin otra obligación con respecto a virreyes y capitanes generales que rendirles las respectivas cuentas y tener listos los buques, que cualquiera de estas instituciones le requiriesen para cualquier servicio.
En el Estado General de la Armada de 1808 se registraban los siguientes apostaderos: Barbacoa, Buenos Aires, Puerto Cabello, El Callao, Cartagena de Indias, Concepción de Chile, Cuba, La Guayrá, San Juan de los Remedios, Guayaquil, La Habana, Matanzas, Montevideo, Nuevitas, Puerto Rico, Trinidad de Cuba, Valparaíso y Veracruz. Estos dispositivos disminuyeron a medida que los independentistas fueron consolidando sus conquistas. El apostadero de Buenos Aires no era más que una simple batería provisional, porque no se querían multiplicar las fortificaciones por los enormes gastos que originaban y porque su control era encargado a gente no muy laboriosa. Según el estado general de las fuerzas reconquistadoras, formado en Buenos Aires el 16 de agosto de 1806, la Real Marina contribuyó a esa empresa con trescientos veintitrés hombres de desembarco.
Interviene de la Cárcova en las invasiones inglesas. Se casó con Josefa Sáenz, hermana del presbítero doctor Antonio Sáenz, de lucida actuación en la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires, padre de Tiburcio de la Cárcova y abuelo del pintor Ernesto de la Cárcova.
Bibl.: A. J. Carranza Campañas Navales de la República Argentina, vol. I, ts. I y II, Buenos Aires, Departamento de Estudios Históricos Navales, Secretaría de Estado de Marina, Historia Naval Argentina, 1962, págs. 13, 17; V. O. Cutolo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1750-1930), t. II, Buenos Aires, Ediciones Elche, 1969, págs. 126-127; J. Cervera Pery, La Marina española en la emancipación de Hispanoamérica, Madrid, Ediciones Mapfre, 1992, págs. 42-47 y 130-133.
Andrea Lydia Arismendi