Vázquez de Acuña, Teresa. Portugal, f. s. XIII – Toledo, 1345. Noble, ama de Pedro I.
Dama portuguesa hija de Vasco Martínez de Acuña, señor de Taboa y de Señorina Fernández Chanciño, viuda, en primeras nupcias, de Rui González de Portocarrero.
Pasó su infancia en el país vecino, siendo prontamente casada con Fernán Gómez de Toledo, camarero mayor de Fernando IV y notario mayor del Reino de Toledo. Con él se trasladó, antes de 1298, a vivir a Toledo, a las casas solariegas que su marido poseía en la parroquia de San Antolín y que fueron rehabilitadas y ampliadas por el matrimonio gracias a una considerable donación en metálico del propio Rey.
Durante su matrimonio, llevó una vida adecuada a su situación de dama de la alta aristocracia toledana, ocupándose de su familia, ya que tuvo siete hijos, pero también de las propiedades y bienes gananciales, debido a las continuas ausencias de su marido en servicio del Rey, al que sirvió como consejero privado y embajador, además de desempeñar sus oficios cortesanos.
Su esposo murió en 1331, dejándola en una todavía joven viudedad. Su carácter y formación no pasaron desapercibidos en la Corte, donde el toledano Martín Fernández de Toledo, señor de Orgaz, había sido nombrado, en 1334, ayo del recién nacido infante Pedro, primogénito de Alfonso XI, y donde se hallaban, como vasallos del Rey, sus hijos mayores, que ya gozaban de muy alta categoría, como demuestra el que fueran armados caballeros de la Orden de la Real Banda de Castilla en 1332. Todo ello influyó para que fuera designada por Alfonso XI ama del infante Pedro, cargo que ocupó hasta su muerte, acaecida antes de la mayoría de edad del futuro Rey. Gracias a su ascendencia en la Corte del infante, sus hijos y nietos fueron ocupando posiciones privilegiadas, hasta el punto de que, en 1350, con un Rey adolescente mayor de edad, su hijo Gutierre Fernández de Toledo fue nombrado guarda mayor del Rey, y Pedro Suárez Vázquez, camarero mayor, mientras que su nieto, Pedro Suárez de Toledo, fue repostero mayor, y Diego Gómez, alférez mayor. El poder familiar también influyó en la llegada al arzobispado de Toledo de otro de sus hijos, Vasco Fernández de Toledo.
Llevó una vida aristocrática gracias a las propiedades gananciales que había adquirido con su esposo, a las que se unieron adquisiciones de fincas urbanas y explotaciones comerciales como el mesón del hierro y del carbón, el mesón de la Calahorra, donde se vendía el pan, y otras tiendas en la alcaicería de Toledo.
Sus servicios, incluso, fueron compensados póstumamente, en los privilegios concedidos a sus descendientes por Pedro I.
Aunque tuvo que trasladar su residencia toledana, al ser sus casas solariegas donadas en mayorazgo a su hijo primogénito por su esposo, cuando falleció quiso ser enterrada en la parroquia de San Antolín, donde aquéllas estaban, en la capilla funeraria donde reposaba su esposo.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Clero, carpetas 2978 y 3071, docs. 1 y 10, respect.; Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, C-6, fols. 100- 101; C-7, fol. 48; O-6, fol. 92 y M-20, fol. 224.
L. Salazar y Castro, Índice de las glorias de la casa de Farnese, vol. II, Madrid, Francisco del Hierro, 1716, págs. 588 y 593 (ed. facs., Ollobarrem (Navarra), Wilsen, 1997); P. López de Ayala, Crónicas de los Reyes de Castilla D. Pedro, D. Enrique II, D. Juan I, D. Enrique III, enmiendas de G. Zurita y corr. y notas de E. Llaguno Amirola, Madrid, Imp. de Don Antonio de Sancha, 1779, año XI, cap. XVII; J. Porres Martín- Cleto, Historia de las calles de Toledo, vol. III, Toledo, Zocodover, 1982, págs. 1670-1672; P. Molenat, Campagnes et Monts de Tolède du XIIe au XV siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1997, pág. 164; B. Martínez Cabiró, “Doña Inés de Ayala”, en Toletum, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (2002), págs. 112-113.
Pilar Morollón Hernández
