Alonso Coronel, María. Sevilla, 1267 – XII.1330. Dama, matriarca.
Hija de Alfonso Fernández Coronel y de Sancha Vázquez de Acuña, o Íñiguez de Aguilar. En 1282, a los quince años, casó con Alonso Pérez de Guzmán por iniciativa del rey Alfonso X, quien de ese modo premiaba la actuación de este caballero en el conflicto que le enfrentaba con su hijo Sancho. María Alonso, además de la calidad de su linaje, aportaba una rica dote, compuesta por la villa de Bolaños, ciertos lugares y heredades en León, Galicia y Portugal, aceñas y pagos en Jerez, las heredades y olivares en el Aljarafe sevillano, casas principales en Sevilla, dinero, joyas y otros bienes.
Entre 1283 y 1287 nacieron los cinco hijos del matrimonio, tiempo que en su mayor parte doña María pasó en África, acompañando a su esposo, el cual se encontraba al servicio del sultán meriní Abū Yūsuf. A mediados de 1286 regresó a Castilla, tras fingir desavenencias matrimoniales que hicieron posible la autorización del sultán, para así conseguir sacar importantes sumas acumuladas por su marido como botín o pago de sus servicios.
Desde ese momento, y durante los cinco años siguientes, doña María se convirtió en la administradora e inversora de las remesas de oro africano que su marido le hacía llegar, adquiriendo gran cantidad de bienes raíces y señoríos que fueron el basamento de la potencia económica de su linaje.
Es ésta una época clave de su vida, porque en ella se asienta su imagen de mujer extraordinaria, fuerte y virtuosa, complementaria por sus valores del varón insigne que fue Guzmán el Bueno. En estos años sitúa la crónica de Barrantes Maldonado la hazaña de castidad heroica que protagonizó para vencer la tentación a que le sometía la forzada separación de su esposo en edad tan joven. Este hecho espeluznante —introducción de un tizón ardiente en la vagina—, cuya certeza literal es imposible determinar, contribuyó decisivamente a la construcción del mito en torno a María Alonso y al paradigma de comportamiento heroico femenino tan propio de las mujeres del linaje Coronel. Otro momento esencial fue el de su reacción ante el infanticidio cometido ante los muros de Tarifa por los moros, tras el primer momento de terrible dolor, apoyando a su marido y anteponiendo a todo la dignidad.
Pero al margen de la construcción de un arquetipo femenino de gran fortuna, María Alonso Coronel, que hasta 1309, año de su viudedad, aparece siempre en actitud subordinada y complementaria del gran héroe fundador de la casa de Guzmán, se convierte desde entonces en verdadera matriarca del clan político más importante de Andalucía en tiempos especialmente agitados y difíciles. Sus condiciones de excelente administradora se proyectaron a los asuntos públicos, articulando los intereses y posiciones de los Guzmán, Ponce de León, La Cerda, Enríquez y Coronel, linajes que formaron el primer núcleo estable de la alta nobleza en el reino de Sevilla hasta el reinado de Pedro I. Este grupo fue partidario de María de Molina y del infante don Pedro, conservando siempre el dominio de la ciudad frente a otros bandos emergentes.
Coherentes con la actitud de mantener a toda costa la solidaridad familiar fueron los desvelos en favor de su amplia parentela, que alcanzaron incluso a la única hija bastarda de su marido, Teresa Alfonso, a la que crió y luego casó convenientemente. Igualmente, prestó gran atención a la crianza de los miembros más jóvenes del clan, entre los que destacaron, además de sus propios hijos, Juan Alfonso, Isabel y Leonor de Guzmán, su sobrino Alfonso Fernández Coronel, y su nieto Fernán Pérez Ponce, futuro maestre de Alcántara. Su papel como muñidora de la solidaridad del clan en torno a su hijo Juan Alfonso, II señor de Sanlúcar, se vio indirecta pero elocuentemente reconocido cuando en 1325 fue expulsada de Sevilla, junto con su hijo, su nieto Pedro Ponce de León, su yerno Luis de la Cerda, su pariente Pedro Núñez de Guzmán y otros caballeros, por el almirante Tenorio, quien se había apoderado de la ciudad.
Pasados estos sucesos, se retiró a una vida consagrada a las buenas obras y al cuidado de familiares y deudos. Otorgó testamento el 13 de noviembre de 1330, mandándose enterrar junto a su marido en el monasterio cisterciense de San Isidoro del Campo, cuyo patronato asumieron los esposos en 1301. Murió a fines de diciembre de ese mismo año de 1330.
Bibl.: P. Barrantes Maldonado, Ilustraciones de la Casa de Niebla, Madrid, Imprenta Nacional, 1857 (ed., Cádiz, 1998); P. de Medina, Crónica de los Duques de Medina Sidonia, Madrid, Codoin, 1861; M. González Jiménez, “Guzmán el Bueno y su tiempo”, en Les Espagnes médiévales. Aspects économiques et sociaux. Mélanges offerts a Jean Gautier Dalché. Annales de la Faculté des Lettres et Sciences Humaines de Nice, 46 (1983), págs. 237-246; R. Homet, “El género y la heroicidad en los linajes castellanos: la casa de Niebla”, en Temas Medievales (Buenos Aires), 7 (1997), págs. 75-96; M. A. Ladero Quesada, “Doña María Alfonso Coronel, matriarca sevillana, en los comienzos de la casa de Guzmán (1267-1331)”, en Poder y sociedad en la Baja Edad Media hispánica. Estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín, vol. I, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002, págs. 427-460.
Rafael Sánchez Saus