Sánchez Valencia y Rendón Ávila, Juan. El Estampío. Jerez de la Frontera (Cádiz), 1879 – Madrid, XII.1957. Bailaor de flamenco.
Sus comienzos en el baile, fueron a partir de los once años, aunque también quiso dedicarse al toreo, actuando en sus años jóvenes, en festejos menores y capeas, en pueblos andaluces y extremeños, llegando a vestirse de luces, en novilladas sin picadores; figurando en los carteles con el apodo taurino de El Feo.
En 1904 tuvo un desafortunado debut en el café madrileño de La Marina, bailando un tango flamenco, tras cuya actuación fue despedido. Pero al día siguiente se presentó en otro café cantante de la calle de la Magdalena, alcanzando un gran éxito con un baile de chufla de su creación, llamado del Picador, que había ideado una noche que tenía dos copas en el cuerpo, después de haber visto picar en una corrida a un picador con muy mala suerte. Este baile cómico lo repetiría muchas veces, en los escenarios, saliéndole numerosos imitadores.
El Estampío aprendió mucho de una bailaora llamada Salud Rodríguez, más conocida por La Hija del Ciego, que solía bailar “en hombre”, así como de otros bailaores famosos de su tiempo; hasta conseguir un juego de brazos exclusivo e inimitable, al decir del cantaor y tratadista, Fernando el de Triana, quien lo definió como “Artista grande, de la vieja solera del baile flamenco”, diciendo de él que eran “muy pocos los bailadores que le echan al baile la salsa y la gracia que le echa Estampío, con un rítmico conjunto, que todos quieren copiar, aunque nadie lo logra”.
El gran bailaor que, en algunas ocasiones, salió a bailar al extranjero, lo hizo vestido de torero, a finales de los felices años veinte, en los mejores teatros de Londres y París, formando parte de la compañía de los Ballets Rusos de Serge Diaghilev.
Especializado en el baile por alegrías de Cádiz y en el zapateado, que ejecutaba maravillosamente, popularizó perfeccionándolo el llamado Zapateado de las Campanas del antiguo bailaor Enrique el Jorobao, de Linares (Jaén), el cual enseñó a sus discípulos predilectos, la jerezana Rosa Durán y el mexicano Roberto Ximénez.
Juan Sánchez El Estampío, una vez retirado del baile activo, abrió academia en la calle San Carlos, de Madrid.
Se dice que vivía completamente solo y, cuando murió, en 1957, dejó una regular fortuna, que pasó a manos de Hacienda, al no encontrar el Juzgado parientes a quienes poder adjudicarla.
De él decía Rosa Durán, su aventajada alumna, y paisana al crítico Ángel Álvarez Caballero: “Era un fenómeno El Estampío”. ¡Uy, qué baile “El Estampío”, qué pies, qué dolor de persona, qué bailaor más bueno!.... Yo fui su primera discípula”.
Y Roberto Ximénez aseguraba al mismo autor, que el maestro jerezano “era en ese entonces, la máxima autoridad en la enseñanza, en la profundidad del baile flamenco” y que con él estudió todo el repertorio flamenco. Añadiendo Ximénez que El Estampío le estuvo dando clases, en Madrid, durante más de ocho años, hasta que falleció, solo, en su humilde vivienda del madrileño barrio de Lavapiés; añadiendo: “Yo lo enterré. Su sepultura es de mi propiedad”. Lo que certifica que nadie conocía la existencia de los ahorros del maestro, a la hora de su muerte, ya que al parecer los guardaba bajo el colchón de su propia cama; por lo que tuvo que ser un alumno suyo, el mexicano Roberto Ximénez, agradecido a sus enseñanzas, el que le enterrara a su costa; y que, pese a que el Juzgado mandó un exhorto a Jerez, que estuvo largo tiempo expuesto en los Juzgados, no se le encontraron parientes, que reclamaran tal herencia.
Fuentes y bibl.: Archivo Biográfico de la Cátedra de Flamencología (Jerez de la Frontera, Cádiz).
A. Puig, Ballet y baile español, Barcelona, Montaner y Simón, 1944; E. Neville, “Adiós al ‘Estampío’”, en ABC (Madrid), 28 de diciembre de 1957, pág. 69; J. Blas Vega y M. Ríos Ruiz, Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, Madrid, Cinterco, 1988.
Juan de la Plata
