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Ángel Carvajal y Téllez de Girón

Biografía

Carvajal y Téllez-Girón, Ángel. Duque de Abrantes (IX). Madrid, 19.XI.1815 – 3.I.1890. Político y noble ilustrado, caballero de la Orden de Montesa.

Hijo de Ángel María Francisco de Carvajal y Fernández de Córdoba, VIII duque de Abrantes, Grande de España, en quien había recaído la primogenitura al fallecer soltero su hermano Manuel, y que fue maestrante de Sevilla, caballerizo mayor de Isabel II, gentilhombre de Cámara, senador por la provincia de Granada en 1837; y de Manuela Téllez-Girón y Pimentel, dama noble de María Luisa, hija de los duques de Osuna, hermana de Pedro de Alcántara, príncipe de Anglona, teniente general, prócer y senador vitalicio. Al igual que sus padres, Ángel Carvajal y Téllez-Girón nació en Madrid. Muy pronto heredó a su padre, pues, tras el fallecimiento de éste en 1839, le sucedió como duque de Abrantes (IX), duque de Linares (X), conde de Aguilar de Inestrillas (XX), marqués de Aguilafuente (XVI), marqués de Valdefuentes (XII), marqués de Villalba de los Llanos (VIII), marqués de Sardoal (IX), marqués de Goubea, marqués de Navamorcuende (VIII), conde de la Mejorada (XI), conde de Portalegre, conde de Villalba (XIV), conde de la Quinta de la Enjarada (VII), así como en otros tantos señoríos. Para entonces había cursado estudios superiores, como venían haciendo los Carvajal durante varias generaciones, y con tan sólo veinticuatro años ya había iniciado su andadura pública jurando fidelidad a la reina Isabel II en el concepto de gentilhombre con ejercicio que la Reina gobernadora le concede para su hija en 1838. En ese mismo año le concedió también la facultad de usarel uniforme de capitán de Caballería de uno de los Cuerpos de Ultramar, confirmándolo como capitán supernumerario en el Regimiento de Caballería de La Habana, con consideración efectiva y fuero militar.

Al año siguiente, continuando la política de alianzas familiares de sus antepasados, contrajo matrimonio en Madrid con María de África Fernández de Córdoba y Ponce de León, hija de Luis Joaquín Fernández de Córdoba y Benavides, XIV duque de Medinaceli (La Granja de San Ildefonso [Segovia], 12.VIII.1780 – Madrid, 7.VII.1840) y de María de la Concepción Ponce de León y Carvajal (Jaén, 19.VI.1783 – Madrid, 27.VIII.1856), dama de la Reina y dama noble de la Orden de María Luisa.

Apartado de la actividad castrense, se inició en la carrera política en las filas del Partido Conservador y es elegido diputado por la provincia de Cáceres en las elecciones de 15 de septiembre de 1843 (legislatura 1843-1844). En las siguientes, de 3 de septiembre de 1844, obtiene de nuevo el acta por esa provincia y por Madrid, como diputado suplente. Optó a ocupar escaño representando a Cáceres, pero renuncia al haber sido nombrado por la Corona senador vitalicio el 24 de agosto de 1845, pasando así a la Cámara Alta, donde permanece hasta la Revolución de 1868.

Paralelamente comienza una frenética actividad con intención de poner en orden las propiedades de la casa de Abrantes, dispersas por todo el territorio nacional. La primera decisión le lleva a ceder en 1845 los títulos de Villalba de los Llanos y Aguilafuente a sus hermanos, tal vez para negociar una herencia que se distribuía por el territorio nacional por Extremadura, Andalucía oriental, Burgos, Salamanca, Ávila —figuraba en esta última entre los cincuenta mayores contribuyentes— o Madrid, donde adquiere la casa-palacio que hoy ocupa, en la calle Mayor, el Instituto Italiano de Cultura, que vendió en 1874, e internacionalmente por México y Portugal.

La labor de orden y administración tiene sus frutos y, con la adquisición, tras la desamortización, de una de las mayores dehesas de Cáceres, como es la antigua encomienda de Benavente, así como otras importantes fincas en esa provincia y en la de Badajoz, se convierte en una de las principales fortunas de España, por lo que hubo de solicitar licencia a la Reina al menos en dos ocasiones, en 1846 y 1852, que le excusara de sus deberes como gentilhombre para viajar por las provincias y el extranjero. También ve recompensada su labor agrícola, por sus excelentes cosechas de aceite y trigo, con menciones honoríficas al mérito en agricultura que, en varias ocasiones, le concedió el Ministerio de Fomento, responsable de exposiciones como la aragonesa de 1868. Además, el interés por los temas de su familia le llevó a organizar el archivo de su casa y estados e, incluso, a restaurar la capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos donde, desde siglos atrás, se enterraba a sus antepasados.

Puestos en orden sus asuntos económicos y familiares, el IX duque de Abrantes fue nombrado comandante de las Milicias Disciplinadas en 1848, puesto que abandonó para centrarse en la política municipal y nacional, como lo había hecho su padre.

Ocupó, así, cargos de gran responsabilidad en diferentes campos de la Administración, como la Junta de Beneficencia, dirección de la Sociedad de Seguros Mutuos contra incendios de casas de Madrid, en enero de 1849, Junta Superior de Bienes Nacionales, en 1859, la Comisión Provincial de Estadística, donde cesó en 1864, miembro de la Comisión encargada de informar sobre las franquicias concedidas a las empresas de ferrocarriles en España, y vocal del Consejo Superior de Agricultura, cuando era ministro de Fomento Romero Robledo. En 1853 había tenido su último contacto con la carrera militar al haberse expedido Real Despacho que le nombraba coronel del Regimiento de las Milicias Disciplinadas, pero manifestó enseguida su desinterés por el cargo.

En reconocimiento a su labor, Isabel II le concedió la Gran Cruz de Carlos III libre de pruebas y gastos (renunció a esa dispensa) y el Collar de dicha Orden.

También en 1870, el rey de Portugal le concedió la Gran Cruz de la Orden de Nuestra Señora de la Concepción de Villaviciosa, y también fue distinguido con la de los Santos Mauricio y Lázaro de Italia.

Caballero de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y noble ilustrado, como su padre, pertenecía a varias Sociedades Económicas de Amigos del País y colaboraba con numerosas iniciativas culturales y científicas, como lo demuestra la donación de dos objetos al Museo Arqueológico Nacional, el apadrinamiento de alguno de los caballeros que “han de ejecutar la suerte de quebrar rejoncillos en la próxima Real función de toros” o su permanente interés por el progreso nacional, que se refleja en el encargo que recibe para incorporarse como vocal a la Junta Central encargada de promover y ejecutar la Exposición General Española de la Industria y de las Artes, convocada para 1875. Tras la aprobación de la Constitución de 1869 que da paso al Trienio Liberal, fue elegido senador en los comicios de marzo de 1871 por las provincias de Ávila y Granada; opta por esta última el día 16 de mayo.

Viudo, contrajo nuevas nupcias y en secreto, con Josefa Ximénez de Molina, primera condesa de Jiménez de Molina en Portugal, aunque natural de Granada, con quien tuvo tres hijos. Precisamente otra vez fue elegido senador por esa provincia en 1876, una vez restaurada la Monarquía borbónica. Pero, al año siguiente, ya con la nueva Constitución, el 18 de marzo solicitó, en virtud del artículo 21, ser nombrado senador por derecho propio, cargo que juró el 1 de mayo de ese año y que ya ocupó hasta su fallecimiento.

En el Senado, donde tuvo como presidente a su consuegro el marqués del Duero, Manuel Gutiérrez de la Concha, participó en alguno de los procesos seguidos contra supuestas prácticas fraudulentas, como la de “los cargos de la piedra”, como vocal o como juez de la Cámara Alta constituida en Supremo Tribunal de Justicia.

Siempre vinculado a las filas del Partido Conservador, entró en franca confrontación con su propio hijo, Ángel Carvajal y Fernández de Córdoba, marqués de Sardoal (y que fue luego décimo duque de Abrantes), que protagonizaba constantes cambios de opinión y apoyos políticos entre el Partido Radical y el Partido Liberal, si bien alcanzó a ser ministro, senador, diputado y alcalde de Madrid, y cuyas intervenciones parlamentarias se caracterizaban por polémicas confrontaciones que le llevaron a batirse en duelo en dos ocasiones con Francisco Romero Robledo, y otros incidentes parlamentarios estuvieron a punto de resolverse por la misma vía. Las dificultades económicas provocadas por su hijo el marqués de Sardoal, impenitente jugador, estuvieron a punto de dar al traste con la fortuna del duque de Abrantes, que habiéndose vinculado a grandes negocios financieros era ya una de las principales fortunas territoriales de España en los comienzos de la Restauración. Además, las peculiaridades de su segundo matrimonio le hicieron dispersar títulos y propiedades a su muerte, ocurrida en su domicilio de Madrid, calle Mayor, número 122, a las once y cuarto de la noche del 3 de enero de 1890.

Tres días después, una comisión del Senado acompañó sus restos a la Estación del Norte, pues fue enterrado fuera de Madrid.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Duque de Abrantes (Jerez de la Frontera); Archivo del Senado, HIS000303, HIS-0003- 01, HIS-0029-09, HIS-0281-01 e HIS-0435-05.

P. E. de Tebar, Las segundas Cortes de la Restauración. Semblanzas parlamentarias. Senado y Congreso de los Diputados, por D. Pedro E. de Tebar y D. José Olmedo, Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, 1880; M. Sánchez Ortiz, Las primeras Cámaras de la Regencia. Datos electorales, estadísticos y biográficos, Madrid, E. Rubiños, 1886; D. de la Válgoma y Díaz-Varela y J. L. de la Guardia y Pascual de Pobil, barón de Finestrat, Real Compañía de Guardias Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Histórico de la Marina, 1943; V. Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Montesa que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo xix, Madrid, Hidalguía, 1957.

 

María Ángeles Valle de Juan y José Manuel Zuleta de Reales y Alejandro, duque de Abrantes