Clemente de Aróstegui Cañabate, Pedro. Villanueva de la Jara (Cuenca), 31.V.1680 – El Burgo de Osma (Soria), 29.VIII.1760. Arzobispo de Larisa y obispo de Osma.
Perteneciente a una de las familias más distinguidas de Villanueva de la Jara, era hijo de Pedro Clemente de Aróstegui y Garrido y de Isabel Cañabate y Moragón, naturales de dicha villa, y hermano de Alfonso Clemente de Aróstegui, capellán de honor, ministro plenipotenciario en Nápoles y consejero de Estado, así como de Antonio, regidor y administrador de las rentas provinciales de la ciudad de Cuenca y caballero pensionado de la orden de Carlos III.
Estudió Jurisprudencia en la Universidad de Alcalá. Siguió posteriormente la carrera de vicarías del arzobispado de Toledo, donde desempeñó las de Escalona y Alcázar de San Juan, hasta alcanzar en diciembre de 1738 la de Madrid. El buen trabajo que realizó en la capital llevó al arzobispo de Toledo, el cardenal Astorga, a concederle la tesorería y un canonicato de la catedral de Toledo. Al llegar el infante Luis a dicho arzobispado de Toledo, Felipe V, en 1742, obtuvo de Benedicto XIV que Pedro Clemente ejerciese, después de ser nombrado arzobispo de Larisa, la coadministración en lo espiritual del Arzobispado de Toledo, manteniéndosele todas sus prebendas. En 1745, el padre Rávago, confesor real, le presentó al Rey como candidato único para el obispado de Ciudad Rodrigo, a pesar de no figurar en la terna que había preparado la Cámara de Castilla, pero no lo aceptó. El 24 de agosto de 1748, Fernando VI le presentó para el obispado de Osma, que se encontraba vacante por la muerte del obispo Juan Antonio Oruña; Pedro Clemente tomó posesión el 13 de noviembre de ese mismo año.
En Burgo de Osma recibió por estas fechas la visita de su hermano Alfonso, quien se detuvo allí en su camino a Roma como auditor de la Sacra Rota. El cabildo regaló al ilustre visitante una Biblia políglota de las mandadas imprimir por el cardenal Cisneros. Durante su gobierno se aumentaron en cuatro las capellanías del número y coro en la capilla de música de su catedral.
Los buenos oficios de su hermano Alfonso ante Benedicto XIV obtuvieron de éste la concesión, mediante bula, de los frutos de todas las plazas vacantes del obispado de Osma, incluidas las de la catedral, para las mejoras y reparaciones de esa santa iglesia. Durante su mandato renovó el seminario conciliar de santo Domingo y costeó la ampliación del convento de carmelitas descalzos de la ciudad. Construyó, también a su costa, la capilla y el altar del Espino, una de las dos colaterales al altar mayor de la catedral de Osma, en la que anteriormente se veneraba el cuerpo de san Pedro, obispo de esa diócesis, y que con las obras fue trasladado a otra capilla donde Pedro Clemente también pagó de su bolsillo el nuevo camarín que se le hizo, colocando encima el escudo de sus armas y en su interior un rico pectoral que Isabel de Farnesio le había regalado con motivo de celebrar el entierro y honras fúnebres de Felipe V. Al igual que la mayoría de los prelados, Pedro Clemente repartía diariamente limosnas a la puerta de la catedral, pero concedía además unas cantidades fijas o situados que en la villa del Burgo ascendían a 9.000 reales y 150 fanegas de trigo; en Soria, a 15.000 reales y 300 fanegas; en Aranda, a 20.000 reales y 200 fanegas, así como 100 fanegas de trigo para el convento de monjas de Peñaranda de Duero.
En dos ocasiones extremas repartió entre las iglesias, hospitales y conventos de la diócesis —también entre algunos particulares— hasta un total de 1.300.000 reales. Con motivo del gran terremoto de Lisboa de uno de noviembre de 1755, la catedral sufrió daños, que fueron reparados de su peculio particular, una vez asegurado —mediante dictamen de los arquitectos— que la catedral no corría peligro de derrumbe, como se temió en principio. Los trabajos supusieron la limpieza completa de la piedra caliza de sus fachadas y, mediante la entrega de otros 8.000 reales, la renovación de adornos, tanto exteriores como interiores. En el momento de su muerte, en 1760, dejaba en testamento la sexta parte de sus bienes a la catedral, parte que ascendía a 63.587 reales y 20 maravedís. El resto del patrimonio, salvo algunas alhajas para sus familiares, fue repartido entre los pobres, las iglesias y los conventos de la diócesis. Se le enterró el día 31 de agosto de 1760, dos días después del óbito, en la capilla del Espino, según su disposición, donde le cubre una lápida de jaspe morado elegida por el propio cabildo.
Obras de ~: Don Pedro Clemente Aróstegui [...] Arzobispo de Larisa [...]. A todos los Fieles [...] Hacemos saber, que [...] en la observancia introducida por costumbre antigua en los Reynos [...] de comer en los días de Sábado las partes extremas de los Animales [...] de que resultaba, que los Fieles [...] comían indistintamente de todas Carnes, en grave daño de sus conciencias; se sirvió suplicar à su Santidad se dignasse permitir, y conceder [...] se pudiesse comer, no solo las expressadas partes extremas [...] sino hacer comida de las Carnes de todo el cuerpo en los días del Sábado, Madrid, 1745 (en Archivo Histórico Nacional, Clero Secular y Regular, leg. 8643); D. Pedro Clemente Aróstegui por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica Arzobispo de Larisa, del Consejo de su Majestad [...] Hacemos saber [...] que por [...] Henrique Henríquez, Arzobispo de Naziago, Nuncio y Colecta General en estos Reynos se nos remitió [...] el Despacho [...], s. f. (en Archivo Histórico Nacional, Biblioteca auxiliar).
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, I leg. 534; Archivo Histórico Nacional, Estado, Carlos III, exp. 2.
J. Loperráez Corvalán, Descripción histórica del Obispado de Osma con el catálogo de sus prelados, vol. I, Madrid, Ediciones Turner, 1978; J. F. Alcaraz Gómez, Jesuitas y reformismo. El padre Francisco de Rávago (1747-1755), Valencia, Facultad de Teología de San Vicente Ferrer, 1995.
Juan Carlos Saavedra Zapater