Gautier Larraínzar, Heraclio. Guadalajara, 10.VIII.1911 – Ascó (Tarragona), 28.VII.1938. Aviador militar.
Hijo de uno de los primeros aerosteros militares que hubo en España, ingresó Heraclio Gautier a los dieciséis años de edad en la Academia Militar de Ingenieros, en Guadalajara, de la que salió promovido a teniente en 1932. Decidido desde niño a ser aviador, logró ser en 1935 observador de aeroplano (pese a las dificultades creadas por la situación que a la sazón pasaba España). El 18 de julio de 1936 se encontraba encuadrado en las Fuerzas Aéreas de Marruecos, como observador de los Breguet XIX de Tetuán, y participó desde el primer momento en las operaciones del Estrecho, pasando en septiembre a formar parte del grupo de bombardeo 1-G-22, organizado con algunos Junkers 52 sacados del “puente aéreo”.
Con este grupo participó en los combates desarrollados en torno a Madrid aquel otoño, y en la dura batalla del Jarama, en febrero de 1937, en la que los Junkers marcaron la pauta de aquel “bombardearemos, caiga quien caiga” de Calderón.
Ascendido a capitán por méritos de guerra, continuó en la misma unidad, tomando parte en los vuelos de abastecimiento a los defensores del santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, en el frente Sur, y, posteriormente, en el frente Norte, combatió en las campañas de Vizcaya y de Santander. Destinado como jefe de observadores al grupo 3-G-28, de trimotores Savoia 79, participó en la dura batalla que se desarrolló en torno a la villa de Belchite, en agosto y septiembre de 1937, donde las fuerzas nacionales, abastecidas desde el aire, realizaron una increíble y desesperada resistencia ante fuerzas enemigas veinte veces superiores en número. La labor del capitán Gautier, como jefe de observadores, fue calificada por el Mando como “muy precisa, de gran eficacia en sus bombardeos, muy valiente...”, pero él quería ser piloto, y en 1938 realizó el correspondiente curso, y el de caza, y terminado éste, fue destinado al grupo 3-G-3.
Cruzado el Ebro por las fuerzas gubernamentales el 25 de julio de 1938, era para éstas fundamental tender y mantener puentes y pasarelas sobre el río, constituyendo la existencia de estos medios de paso, preocupación constante de ambos contendientes a lo largo de la batalla, siendo la Aviación nacional la encargada de localizarlos y atacarlos a medida que eran tendidos. Durante la noche del 27 al 28 de julio, y para reponer los destruidos en los bombardeos del día anterior, tendieron los pontoneros republicanos un puente en Ascó, por el que al amparo de la niebla matinal, comenzaron a pasar una considerable cantidad de artillería y medios blindados.
Era necesario un reconocimiento del río, a baja altura, y se encargó realizarlo a la escuadrilla 7-E-3, que aquella misma mañana había llegado del frente de Extremadura, al mando del capitán Gautier. Decidió éste ser él quien realizara la peligrosa misión, y, acompañado de otro Fiat de su escuadrilla, pilotado por el teniente Robles, despegó del aeródromo de campaña de Escatrón y se dirigió al frente, viéndose forzado por las malas condiciones atmosféricas, a descender a menos de 100 metros del suelo, recibiendo un tremendo fuego cruzado de los muy numerosos emplazamientos de armas antiaéreas, automáticas, emplazadas por el enemigo en ambas márgenes del Ebro para proteger puentes y pasarelas.
La pareja de Fiat recorrió el río a lo largo, localizando el importante puente, pero no fue invulnerable a la maraña de mortales trazadoras, y el avión del capitán Gautier fue alcanzado por varios proyectiles; el teniente Robles le vio llevarse la mano al pecho y retirarla ensangrentada, continuando, no obstante, la misión hasta que, perdido el control del avión, fue éste a caer, violentamente, en terreno propio, perdiendo la vida Heraclio Gautier. El puente de Ascó fue bombardeado y destruido aquella misma tarde.
El heroísmo del capitán Gautier fue recompensado el día 29 (siguiente al de su muerte) con la Medalla Militar individual, y en el decreto de concesión, al relacionar los méritos que lo justificaban, se decía: “[...] culminando el día 28 de julio pasado en que, habiendo recibido orden de reconocer los puentes tendidos por el enemigo sobre el Ebro, tuvo que descender a menos de cien metros, por las deplorables condiciones meteorológicas, sufriendo intenso fuego enemigo, que motivó varios impactos en el depósito de gasolina y graves heridas al capitán Gautier, el cual, no obstante, prosiguió su misión hasta el final, poniendo de manifiesto su elevado espíritu en el cumplimiento de su deber, en el cual encontró gloriosa muerte”.
Bibl.: J. Gomá, La guerra en el aire, Barcelona, AHR, 1958; Galería militar contemporánea, t. II, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1970; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire, Barcelona, Ariel, 1972; Guerra aérea 1936-1939, Madrid, Instituto de historia y Cultura Aérea (IHCA), 1998; E. Herrera Alonso, Cien aviadores de España, Madrid, 2000.
Emilio Herrera Alonso