Caxal, Antonio. Tarragona, s. m. s. xiv – Constanza (Suiza), 25.V.1417. Decimoquinto maestro general de la Merced (OdeM) y embajador real de Aragón.
Nació en Tarragona en la segunda mitad del siglo xiv. Ingresó en el convento de Barcelona, donde cursó los estudios eclesiásticos y recibió las órdenes sagrada: las menores, el 16 de mayo de 1383; el diaconado, el 17 de marzo de 1386; el presbiterado, el 22 de febrero de 1388. Luego estudió en París, graduándose maestro en Artes y bachiller en Teología.
Vivió algunos años en Francia, al menos en el Rosellón, y en el Capítulo General de 1402 figuró como definidor de la provincia francesa, luego quedó vicario del General para Francia. El 5 de enero de 1405, estando enfermo en Tolosa, la comunidad de Barcelona lo tomó para prior. Poco después de ocupado el priorato, fue designado maestro general, cargo que tenía en octubre de 1405 y en el que le confirmó Benedicto III el 31 de enero de 1406; ya era doctor en Teología.
Celebró capítulos para avivar el espíritu en su religión y promover la observancia regular, el primero el 29 de mayo de 1406, en Tarragona. El siguiente lo convocó en Pentecostés de 1407, en Valladolid; con ocasión de este viaje, el rey Martín el Humano le encargó, como “amado consejero y embajador”, asuntos para tratar con Juan II de Castilla. El papa Benedicto III también le confió algunos servicios, lo que llevó al general al concilio de Perpiñán, en 1408.
Seguía reuniendo capítulos, el 25 de mayo de 1409, en Montblanch; el 23 de junio de 1411, en Vic; el 26 de mayo de 1414, en Estella; siempre con el mismo espíritu renovador.
Tuvo singular relación con Fernando I de Antequera (1412-1416), obteniendo del Soberano el 23 de enero de 1413 la ratificación de cuantos privilegios, libertades, franquezas e inmunidades habían dado a la Orden sus antecesores. Pero fue mucho más lo que el mercedario hizo por su Rey, que el 6 de febrero de 1413 lo convocaba así de autoritariamente: “Porque tenemos gran necesidad de vos para asuntos concernientes a nuestro honor y servicio, afectuosamente os rogamos que, dejándolo todo, procuréis venir de inmediato a nuestra presencia”; y acto seguido lo mandaba de embajador a Fez, para que llevase al señor de Fez la respuesta a lo que le habían propuesto los mensajeros del Africano, sobre un despliegue conjunto de galeras en la zona del Estrecho; quedó Fernando I muy satisfecho de la gestión que duró nueve meses con veinte días.
El 6 de octubre de 1415, el Rey ponía a disposición del padre Caxal una galera para que le llevase a Perpiñán un médico que el mercedario recomendaba; la enfermedad era gravísima, y Fernando I luego calificaría de milagrosa su sanación, acudiendo a El Puig para dar gracias a la Virgen por su recuperación. El 31 de enero de 1416, Fernando I se dirigió a todos los reyes, autoridades, príncipes, a los padres conciliares, a Segismundo rey de los Romanos, al arzobispo de Narbona y sus propios embajadores para notificarles cómo había enviado a Constanza al “venerable y religioso y para nosotros amado orador fray Antonio Caxal” en calidad de embajador para acelerar la elección papal; a todos pedía que escuchasen sus comunicaciones como si informara él mismo. Luego murió Fernando I, y al saberse en el concilio, el general de la Merced le organizó solemnes funerales y un elogio póstumo que fue admirado por la asamblea eclesial.
Aún fue más estrecha la relación del padre Caxal con Alfonso V el Magnánimo (1416-1458). El 14 de abril de 1416, el Soberano le contaba minuciosamente la muerte su padre y le mandaba que prosiguiera las gestiones para la unión de la Iglesia. El 27 de abril, el rey aragonés notificaba al concilio cómo había “dado instrucciones al Mercedario y les rogaba que le prestasen confiada seguridad a sus informaciones como nuestras”. En otra carta agradecía al general las puntuales notificaciones que le remitía y le urgía a tenerle al tanto de cualquier novedad que surgiera en el concilio.
El 6 de junio, el rey Alfonso exponía al padreCaxal la ida de una solemne embajada a Constanza, y le pedía que trabajase “con su acostumbrada buena diligencia”. El 10 de junio, el Soberano hacía su representante al padre Caxal en estos términos: “Pues habéis trabajado con la acostumbrada diligencia que soléis, plenamente confiados de vuestra fe, probidad de ánimo, sobresaliente gravedad de costumbres, os constituimos, ordenamos y solemnemente delegamos procurador o excusador y embajador nuestro indudable, irrevocable y especial para narrar, explicar, denunciar [...]” en el concilio. El 10 de julio, el Soberano presentaba al concilio y al rey de los Romanos sus embajadores, seis con el padre Caxal, declarando su intención de seguir las huellas de su predecesor en la búsqueda de la rápida unión de la Iglesia. El 11 de julio de ese mismo año 1416 mandaba Alfonso V que se abonasen al padre Caxal parte de los mil ochocientos treinta florines, que se le debían, por trescientos setenta y dos días de embajada, luego le cotizaría por otros noventa días, a cinco florines diarios.
También en 1417, el Magnánimo tuvo ocupado al general mercedario. El 2 de abril le ordenaba personarse en Valencia, pues iba a tener Curia general para jurar los fueros y privilegios del reino. El 20 de abril, el Rey le encargaba que consiguiese del Papa y del concilio el nombramiento de abad del monasterio de Rueda para fray Arnau Avellá, monje de Poblet.
El 1 de junio mandaba que se abonasen al padre Caxal cuatrocientos cincuenta florines para el viaje de noventa días a Constanza, que comenzaría el 8 de julio, yendo con otros embajadores a tratar de la unión de la Iglesia. El inmediato 16 de junio le recomendada que promocionara al canónigo barcelonés Ponç de Bus. Pero ya había fallecido el eximio embajador.
Pues, sí, al servicio de la Iglesia y de su Rey falleció el padre Caxal en Constanza el 25 de mayo de 1417, cuando le había sido asignado el obispado de Lyon.
Sus funerales fueron el homenaje unánime de los padres conciliares, muchos de los cuales ya lo habían reputado digno del pontificado. Su primer biógrafo, fray Nadal Gaver, escribió: “Clérigo egregio en obras, palabras y vida, ejemplo para todos por su santa vida y su preparación cultural, créenlo santo en el mundo y yo así lo creo también, pues fui su discípulo, reconocida su santa vida, pues nunca advertí ni observé nada que fuera digno de reprensión”.
Obras de ~: Tratado de la unidad de la Iglesia, s. l., s. f. (inéd.); La hermosura de su Esposo Cristo, s. l., s. f. (inéd.); De las virtudes de la Iglesia Católica, s. l., s. f. (inéd.); De la obediencia al Romano Pontífice, s. l., s. f. (inéd.); Rosa aurea ad auroram (sobre la inmaculada concepción de María), s. l., s. f. (inéd.); De his quae in Concilio Constantinensi ocurrebant (cartas del padre Caxal al rey de Aragón dándole cuenta del desarrollo del Concilio de Constanza), s. l., s. f. (inéd.); Oración fúnebre en las exequias del Rey Don Fernando I de Aragón (inéd.); Tratado sobre la educación de los novicios, s. l., s. f. (inéd.); Sermones, s. l., s. f. (inéd.).
Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Cancillería real.
N. Gaver, Speculum fratrum ordinis Beatissimae virginis Mariae de Mercede y Cathalogus Magistrorum Generalium et Priorum Conventus Barcinonae, Barcelona, 1445; F. Zumel y Bustillo, De Vitis Patrum et Magistrorum generalium, Ordinis Redemptorum Beatae Mariae de Mercede, Brevis Vita, Salamanca, Cornelius Bonardus excudebat Salmanticae, 1588; B. De Vargas, Crónica sacri, et militaris ordinis B. Mariae de Mercede, Panormi, apud Iannem Baptistam Maringum Impressorem Cameralem, 1619; J. Linás Aznar, Bullarium caelestis ac regalis ordinis de Mercede, Barcelona, ex typographia Raphaelis Figueró, 1696; M. M. Ribera, Real Patronato de los Sereníssimos Señores Reyes de España en el Real, y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, Barcelona, por Pablo Camping Impresor, 1725; G. Placer López, Bibliografía Mercedaria II, Madrid, Revista Estudios, 1968; J. Millán Rubio, La Orden de Nuestra Señora de la Merced (1301-1400), Roma, Curia General de la Orden de la Merced, 1992.
Joaquín Millán Rubio, OdeM