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Juan Alejo de Arizmendi de la Torre

Biografía

Arizmendi de la Torre, Juan Alejo de. San Juan (Puerto Rico), 17.VII.1760 – Arecibo (Puerto Rico), 12.X.1814. Obispo.

Hijo de “Don Miguel Antonio de la Torre de Arizmendi y de Doña Juana Isabel de la Torre”, según reza el acta de bautismo, celebrado el 31 del mismo mes y administrado en la catedral por Tomás de Castro, tío del infante por parte materna. Bautizo, pues, con augurios de buen futuro, ya que Juan Alejo será hombre de Iglesia. Ingresó joven en la clerecía y fue el primer obispo puertorriqueño que obtuvo, por Decreto Real de Carlos IV, la honra de obispo de Puerto Rico.

Su carrera eclesiástica aparece tejida de nobleza criolla, inteligencia y bondad; silencio y tesón. Vástago de familia distinguida y de causales, lo enviaron en 1778 a la Universidad de Caracas. Prosiguió estudios en la Universidad de Santo Domingo, obteniendo el título de “doctor en ambos derechos”, el Civil y el Canónico.

Después de algunos años de ministerio casi silencioso, en 1779, el nuevo obispo, Francisco de la Cuerda, personaje “ilustrado”, lo nombró provisor y vicario general de la diócesis, es decir, lo puso en lo más alto de la clerecía, aunque no pertenecía al Cabildo.

Como a La Cuerda no le rodó bien el episcopado boricua, optó por renunciar, y su marcha eclipsó un poco la figura de Arizmendi. El sucesor en la sede, Juan Bautista Zengotita, “prescindió” casi por completo de los servicios de Juan A. Arizmendi.

Francisco de la Cuerda, que al marchar lo había nombrado “Gobernador de la Diócesis” hasta el nombramiento del nuevo obispo, continuó en Madrid favoreciendo a su amigo y él parece que fue quien lo recomendó para obispo al morir Zengotita. Y la recomendación prosperó ya que Carlos IV, en carta al gobernador de Puerto Rico, le anuncia: “[...] por mi real decreto de 13 de marzo de este año [1803] he venido en nombrar a el obispado de Puerto Rico al Doctor Juan Alejo de Arizmendi” (Archivo General de Indias, Ultramar, leg. 503, exp. 33). La noticia fue sensacional por dos motivos: por lo inesperada y porque el nominado era “natural del país”, el primero que obtenía la mitra.

Arizmendi aceptó con humilde talante el nombramiento.

Desde 1803 hasta 1814, arco cronológico de su ministerio episcopal, se consagró al servicio de la diócesis, incluso tejiendo cestos de mimbre para dar limosna a los mendigos. Reavivó el proyecto de un seminario, del que Puerto Rico carecía, recibió con brazos abiertos a los clérigos que huían de otras zonas hispanoamericanas en ebullición independentista; fue dechado de lealtad a la Corona, y entusiasta también de la Constitución de Cádiz de 1812. Y sobre todo, entregó su vida y débiles fuerzas físicas —diezmadas por una enfermedad crónica— a la grey. Visitándola, murió en el camino, el 12 de octubre de 1814, en Arecibo. Contaba cincuenta y cuatro años de edad.

 

Bibl.: A. Paniagua, “Verdadera partida del bautismo del Obispo Arizmendi”, en Boletín Histórico de Puerto Rico, VIII [1921], págs. 351-354; I. Gutiérrez del Arroyo, “Juan Alejo de Arizmendi, primer obispo puertorriqueño”, en Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, vol. III, n.º 9 (1960), págs. 36-39; Á. Huerga, Biografía pastoral del J. A. de Arizmendi (1760-1814), Ponce (Puerto Rico), 1992.

 

Álvaro Huerga Teruelo, OP