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Fernando de la Campa Cos

Biografía

Campa Cos, Fernando de la. Conde de San Mateo de Valparaíso (I). Cos (Santander), 6.VII.1676 ant. – Zacatecas (México), VIII.1742. Empresario minero, hacendado, coronel de infantería y alcalde ordinario.

De familia de reconocidos hidalgos, fue bautizado el 6 de julio de 1976. Fueron sus padres Domingo de la Campa Cos y Juliana de Cos y Sánchez, originarios del lugar de Carrejo en el municipio de Cabezón de la Sal (Santander). Emigró a Zacatecas, donde se habían establecido algunos familiares. Su hermano Antonio había sido capitán general de la villa de Llerena y Real y Minas de Sombrerete (1674), al igual que antes lo fue su tío Pedro de la Campa. Fernando fue nombrado (1693) por el alcalde mayor de dicha villa, Antonio Terán, teniente de varios distritos. Al año, se le designó teniente general y capitán a guerra de esa jurisdicción a fin de que contuviera los incesantes ataques de los indígenas. En enero de 1701 se casó con Rosalía Dosal, hija del capitán Juan Dosal de la Madrid.

Acompañó a su hermano Antonio a la pacificación de los indios de Colotlán y Sierra de Tepeque (1705), costeando los caballos, armas y municiones de veinticinco hombres. Estos méritos y los de sus dos familiares sirvieron para que se le concediera (27 de mayo de 1710) el título de coronel de infantería española con un salario de 120 pesos mensuales. Ofreció ayuda financiera en otra campaña contra una confederación de indios rebeldes (Mezquital, Colotlán, Nayarit) corriendo con los gastos de avituallamiento de cien soldados y de un retén que se dejó.

El 1 de enero de 1717 se le nombró alcalde ordinario de Zacatecas, siendo reelegido en 1718 y en varias ocasiones más. Algunos de sus parientes también llegaron a ocupar cargos públicos en Sombrerete y Veta Grande y se dedicaron a la minería. Las redes de parentesco, compadrazgo y otras alianzas que creó el futuro conde de San Mateo de Valparaíso y patriarca de la familia, junto con el fuero militar y otros privilegios conseguidos, hicieron que gozara de un sólido poder en esa región, tanto que sus oponentes aseguraban que tenía a su disposición a todas las justicias de Nueva Galicia.

Tal es así que el oidor Echávarri no logró hacerle cargo alguno en su visita de inspección a las minas de Zacatecas, que se decían estar abandonadas.

Su ayuda económica para costear empresas de pacificación fue numerosa y traspasó la frontera de Zacatecas.

En tiempos del virrey Valero y con ocasión de la breve guerra entre España y Francia (1719) prestó 94.388 pesos para sufragar la expedición del marqués de San Miguel de Aguayo al mando de quinientos hombres a Texas (1721).

De la Campa fue un hombre emprendedor que diversificó sus actividades e inversiones. Se había servido de los bienes de su primera esposa para la compra de minas y haciendas, en una época en que los costos de explotación no eran altos ni numerosos los competidores, siendo el principio de su fortuna el laboreo de las minas del cerro de Veta Grande. Su ayuda en algunas de las campañas en servicio del Rey le fueron proporcionando mercedes de tierras. Todo esto unido a las haciendas que fue adquiriendo por compra, convenios o expropiación, le harían ser uno de los mayores terratenientes de esa región. Fundó diversas poblaciones próximas a sus propiedades, que serían un aprovisionamiento de mano de obra, y otras más lejanas que también le beneficiaron al dar seguridad a sus moradores, reactivar el comercio local y favorecer al erario, como ocurrió con el camino de Chihuahua y sus centros mineros, antes intransitables.

En 1721 tenía a su cargo el suministro de carnes y velas de Zacatecas y se vio envuelto en un pleito con Pedro de Aristoarena por cuestiones en el pago de alcabalas.

Hacia 1722 era el mayor ganadero de esa región, con una cabaña de más de seiscientas mil cabezas de ganado menor, dedicándose también a la cría de ganado vacuno y caballar. Por esas fechas perdió veinte mil cabras y ovejas debido a unas inundaciones.

Abastecía de reses a centros mineros de dentro y fuera de ese entorno con unos precios inferiores a los fijados por sus competidores. Llegó a figurar (1728-1740) junto con su sobrino Juan Alonso Díaz de la Campa entre los cuatro principales productores de plata de Zacatecas y Sombrerete. Utilizó también su caudal para sufragar actividades mineras de otros empresarios.

Su prestigio social vino a completarse al obtener el título de caballero de la Orden de Alcántara (1724) y el de conde de San Mateo de Valparaíso (1727).

Como otros potentados de su época, favoreció la cultura, las artes y dio muchas limosnas a los pobres.

Fue protector del colegio de los Mil Ángeles Marianos y financió durante una década al colegio de las Niñas.

Ayudó a la construcción de la catedral de Zacatecas y a la creación de una cátedra de Filosofía en los jesuitas.

Hombre de profunda religiosidad, perteneció a diversas cofradías; fue miembro de la Orden Terciaria de San Francisco de Zacatecas; mandó edificar una capilla en cada una de sus haciendas, manteniendo un capellán en casi todas y fundó una capellanía de 6.400 pesos en su tierra natal para que se oficiara una misa a la semana por la salvación de su alma. Para unos, como el fiscal de la Audiencia novogalaica, Félix de la Peña, el conde era un hombre desprendido, piadoso y un gran filántropo. Para otros, era un ser despótico.

De sus dos casamientos no tuvo hijos varones, en cambio se le atribuyó la paternidad de un niño, fruto de su relación extramatrimonial con Catalina Álvarez de Valdés, esposa de su compadre Isidro Pérez de Santamaría. Las dos hijas de su primer matrimonio, María Ildefonsa y Francisca Juliana, heredaron varias haciendas (1731). La primera se casó con el oidor Juan de Oliván Rebolledo y, al enviudar, con su primo Juan Alonso Díaz de la Campa; la otra, con Andrés Sánchez de Tagle, vástago de una notable familia de la aristocracia mexicana. La segunda esposa de Campa fue Isabel de Ceballos y Villegas a la que hizo construir una magnífica mansión en Zacatecas.

De esta unión nació su hija Ana María, en la que recayó el título de nobleza y el mayorazgo que, con las mejores propiedades, fundó su padre en junio de 1738. Se desposó con Miguel de Berrio Zaldívar, futuro primer marqués de Jaral del Berrio.

El conde se retiró a una gruta ubicada en su hacienda Valparaíso para llevar una vida de anacoreta.

Fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo de Sombrerete.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Escribanía, 383A; Guadalajara 88; 104; Indiferente general 141, N. 43, fols. 1-4; 165; 1609.

E. Amador, Bosquejo histórico de Zacatecas, t. I, Zacatecas, Tipografía de la Escuela de Artes y Oficios, 1892; R. Ortega y Pérez Gallardo, Historia genealógica de las familias más antiguas de México, t. II, México, A. Carranza, 1908; D. A. Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico 1763-1810, México, Fondo de Cultura Económica (FCE), 1975; P. L. Hadley, Minería y sociedad en el centro minero de Santa Eulalia Chihuahua (1709-1750), México, fce, 1979; J. Franco Talancón, El Conde de San Mateo, sus hijos y sus nietos, Zacatecas, 1984 (inéd.); D. M. Ladd, La nobleza mexicana en la época de la Independencia, 1780-1826, México, FCE, 1984; F. Langue, “Del minero rico a la nobleza: el papel de la frontera zacatecana en la formación de una elite social y económica”, en Anuario de Estudios Americanos (AEA), vol. XLIV, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano Americanos, 1987, págs. 173-193; A. Jiménez Pelayo, Haciendas y comunidades indígenas en el sur de Zacatecas. Sociedad y economía colonial, 1600-1820, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1989; F. Langue, “Mineros y poder en Nueva España. El caso de Zacatecas en vísperas de la Independencia”, en Revista de Indias (RI), vol. LI, n.º 192, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1991, págs. 327- 341; R. M. Serrera Contreras, Guadalajara ganadera. Estudio regional novohispano (1760-1805), México, Guadalajara 450 años, 1991; G. Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, t. I, Madrid, CSIC, 1993; M. Zabala Menéndez (dir.), Historia española de los títulos concedidos en Indias, t. II, Madrid, Nobiliaria Española, 1994; F. Langue, Los señores de Zacatecas. Una aristocracia minera del siglo xviii novohispano, México, FCE, 1999; A. Baeza Martín, “Adulterio, clientelismo y conflictos jurisdiccionales. Zacatecas, 1728-1732”, en Perspectivas históricas, México, Centro de Estudios Históricos Internacionales (cehi), 2001-2002, n.os 9-10, págs. 11-41.

 

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