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Mariano Miguel y Gómez

Biografía

Miguel y Gómez, Mariano. Cervera de Pisuerga (Palencia), 2.II.1814 – Valladolid, 1892. Obispo de Segorbe, Vitoria y arzobispo de Valladolid.

Toda la primera parte de la vida de Mariano Miguel transcurrió en la ciudad de Valladolid. Aunque nacido en Cervera de Pisuerga, en 1814, el trayecto de sus estudios se centró en el seminario de la archidiócesis, llegando a ser rector del mismo, así como canónigo lectoral del Cabildo catedralicio.

La personalidad de Mariano se hizo, con todo, durante la Restauración de Alfonso XIII. La provisión de las mitras españolas después del Sexenio Revolucionario (1868-1874) urgía en el Vaticano y el nombramiento de Mariano corresponde a una de las vacantes originadas después de la proclamación del Rey y para las que Simeoni ya no tuvo facultades extraordinarias.

Así pues, Miguel y Gómez fue preconizado para obispo de Segorbe el 3 de abril de 1876 junto a Antonio García Fernández, que se fue a Segovia.

En febrero de 1877, el Gobierno de Cánovas del Castillo publicó un decreto en la Gaceta de Madrid que tenía por objeto disolver el antiguo Senado y reorganizarlo en la forma que preconizaba la flamante Constitución de 1876. Las elecciones de los senadores eclesiásticos se verificaron con toda regularidad y armonía. Entre los elegidos figuró Mariano Miguel y Gómez, obispo de Segorbe, por la provincia de Valencia, junto a figuras de tanto relieve nacional como Martínez Izquierdo, obispo de Salamanca; Zeferino González, obispo de Córdoba; Antolín Monescillo, obispo de Jaén, o Vitoriano Guirasola, obispo-prior de las Órdenes Militares.

Miguel y Gómez manifestó una productiva inquietud pastoral en el campo de la enseñanza. Abrió en Segorbe unas magníficas escuelas en el palacio episcopal bajo de la dirección de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, para niños y adultos.

La lógica de las casas llevó a Miguel y Gómez a la sede de Vitoria, como su tercer obispo, en sustitución de Herrero y Espinosa de los Monteros, el 21 de mayo de 1881, llegando en tren a Nanclares de la Oca.

Una de sus primeras acciones fue la aprobación de la reforma parroquial de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, estudiada ya por sus antecesores Alguacil y Herrero, que, presentada a Alfonso XIII, éste aprobaba el 28 de mayo de 1881. Confirmó, asimismo, como hicieron otros obispos españoles, La Ilusión Católica y las peregrinaciones propias a Aránzazu, Ordoña o Begoña.

Apostó por el recién inaugurado seminario conciliar y la formación de sus seminaristas, apoyado por personajes relevantes como Juan Torrero, Francisco Iriondo, Prudencio Cabezón, José Antonio Balbuena, José Nuez y Artigas e Ignacio Hernández. Convocó a Sínodo —el primer sínodo diocesano de Vitoria— para 1885, al que acudieron quinientos tres sacerdotes de la diócesis, levantando en vilo todo el fervor religioso de los vascos. Pero es a su pontificado al que corresponde la puesta en marcha de la Universidad de Deusto, la Universidad Católica de Bilbao, patrimonio de humanidad y “el milagro de los milagros”, como la calificaba el prepósito general Becks, como la vuelta a Elorrio de los restos de su ilustre hijo, san Valentín de Berri Ochoa, patrono actual de la diócesis de Bilbao, nacida en 1949.

Miguel y Gómez, pese a todo, se sintió en Vitoria como en su casa. Tuvo que abandonar la ciudad, por intrigas políticas, siendo promovido como arzobispo de Valladolid, ya desengañado, que apenas gobernaría tres años, donde murió en 1892.

 

Bibl.: M. F. Núñez Muñoz, La Iglesia y la Restauración, 1875-1881, Santa Cruz de Tenerife, Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1976; F. Rodríguez de Coro, “Vascos y Restauración de Alfonso XII”, en Nuestros vascos (San Sebastián), 2 (2005).

 

Francisco Rodríguez de Coro, SDB