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Florencio González Cerviño

Biografía

González Cerviño, Florencio. Santa Marina de Areas (Pontevedra), 7.XI.1857 – Orense, 31.I.1941. Obispo de Orense y restaurador del monasterio de Oseira.

Nacido en el seno de una familia modesta, al entrar en la juventud mostró inclinación hacia el sacerdocio, ingresando en 1874 en el seminario de Tuy, donde, tras un brillante examen, obtuvo una beca de gracia para poder realizar estudios sacerdotales, que fueron desarrollándose de manera normal. En 1883 recibió el grado de bachiller en Teología, fue nombrado profesor de Filosofía y obtuvo el presbiterado en 1885. Siguió alternando la docencia con el estudio, cursando dos años de Cánones, con las máximas calificaciones. En 1887, fue nombrado capellán del asilo de ancianos desamparados. En 1890 se doctoró en Teología y licenció en Cánones, confiándosele el cargo de fiscal del Tribunal Eclesiástico.

Las disposiciones de que estaba adornado, su comportamiento y una laboriosidad constante, le llevaron a triunfar pronto en los diversos campos. Primero, en las oposiciones a la magistralía del Cabildo, que obtuvo fácilmente, después de una brillante competición. La piedad y fama de santidad de que estaba revestido el doctor González Cerviño, unido a sus profundos conocimientos sacerdotales, no pasaron inadvertidos ante el nuncio apostólico, encargado de informar a la Santa Sede de las personas capacitadas para promover al episcopado. Fue uno de los candidatos propuestos a Roma, y Benedicto XV —después de examinar el expediente— le preconizó obispo de Orense el 7 de marzo de 1921, habiendo sido consagrado en la catedral de Tuy el 27 de diciembre del mismo año, por el obispo Lago González, sublimado poco después a la Archidiócesis compostelana.

El diario La Región publicaba el 10 de febrero de 1922 una reseña sobre el nuevo prelado: “El Señor Cerviño es uno de los más preclaros miembros del clero gallego y llega a la cumbre más alta del Sacerdocio, adornado de virtudes y de ciencias. Galano escritor, teólogo profundo y orador elocuente, sabe honrar al Clero de Galicia con su trabajo y talento, puestos al servicio de la más sagrada de las causas”. Destacaban además otras brillantes dotes: “Poeta de tiernos lirismos ha sido en su juventud. Filósofo consumado y teólogo profundo por sus sermones llenos de elocuencia arrebatadora ha merecido ya desde hace años que se le considere en toda la diócesis como el campeón de la oratoria sagrada”.

El 1 de enero de 1922 tomó posesión de la sede auriense y comenzó a trabajar el doctor Cerviño en la viña que el Señor le había confiado, interesándose desde el primer momento por todos los problemas que encontró al paso: “Un pontificado fecundo lo fue y de un modo relevante, el del doctor don Florencio Cerviño. Su actividad y celo se desplegó, no solamente en lo que toca a los intereses de la iglesia, sino también en beneficio de los intereses temporales de la ciudad de Orense, que le debe incluso importantes mejoras urbanísticas, realizadas unas y otras en vías de inmediata realización. En toda la diócesis se sintió la mano benéfica de nuestro Santo Prelado” (Boletín Oficial de la diócesis).

La obra cumbre que jalona el paso del doctor Cerviño por la diócesis de Orense fue la salvación y puesta en marcha del grandioso monasterio de Oseira. Tan pronto tomó posesión de la diócesis, a poco de visitar por primera vez ese monasterio —que se hallaba en estado lamentable— tomó propósito firme de trabajar con todas sus fuerzas para lograr su reapertura, acudiendo a la misma Orden cisterciense que había sido la creadora del monumento. La crónica de la casa, escrita por el hermano Pablo García Gorriz, da cuenta de las gestiones realizadas por el prelado —secundado por un grupo de sacerdotes entusiastas—, no parando hasta convertir en realidad la nada fácil tarea de traer otra vez a los monjes del Císter a instalarse en Oseira.

Hacía tiempo que habían hecho las primeras gestiones con la Orden del Císter, de la estrecha observancia, hasta el punto de que en 1926 hubo cierta probabilidad de que se instalara en Oseira la comunidad de Val San José de Getafe (Madrid), la cual deseaba trasladarse a un lugar más sano, y estuvo a punto de hacerlo; pero gestiones hechas por personas navarras significadas ante las altas jerarquías de la Orden en Roma lograron llevar dicha comunidad a la Oliva-Carcastillo (Navarra), donde se encuentra actualmente. Pero no se desalentó Cerviño ante este fracaso, más aparente que real, sino que siguió insistiendo“para que las paredes de Oseira dejasen de ser asiento del musgo, del liquen y de la yedra, y se convirtiesen en lugar de oración y en monumento grandioso, que atrajese a su querido Orense al turista amante de la belleza y del arte. Y no habiendo obtenido en España casa alguna que escuchase el paternal llamamiento de nuestro Prelado, tuvo éste que hacer gestiones en Francia”.

Entabló contacto con Agustín Martín, abad del monasterio de Nuestra Señora de las Nieves (Francia), quien acogió con entusiasmo la solicitud del prelado orensano, aceptando la fundación de Oseira, presentando el proyecto al Capítulo General de la Orden en 1928. “Relatar el gozo que inundaba su alma es tarea superior a las débiles fuerzas del que relata estos hechos, pues ya en el ocaso de los preciados días de tan santo Prelado, y todavía en el apogeo de su fecunda labor pastoral, veía realizarse el sueño dorado de la restauración de Osera, el más hermoso e importante monumento religioso de la cristianísima Orense”. Se intentó hacer la inauguración oficial del monasterio en los primeros meses de 1930, pero se desistió de ello esperando reforzar la comunidad con nuevos candidatos. A primeros de junio, se inauguró la traída de agua que se elevó hasta el primer piso, dotando a la casa de aseos y demás servicios necesarios. En la crónica se especifica el aprovechamiento de las conducciones hechas por los antiguos monjes, si bien dentro del monasterio colocaron tuberías metálicas, con registros en los lugares estratégicos, uno de ellos fue en medio del patio de caballeros con vistas a la futura fuente monumental.

En el número extraordinario del Boletín Oficial de la Diócesis, en que se da cuenta de los actos, se escribieron estas frases: “Loor al Doctor Cerviño. Con letras de oro debe grabarse el magno acontecimiento de hoy en los anales del pontificado orensano para que las generaciones venideras conozcan y alaben el nombre del obispo ilustre, del hombre bueno, del prelado sabio, de nuestro amadísimo don Florencio Cerviño y González, que con su férrea voluntad, que no sabe amilanarse ante cualquier obstáculo que encuentre, llevó a feliz término la magna empresa, que a otro que no fuera él, hubiera asustado al intentar acometer la restauración de esta gloriosa obra cisterciense, cuyas ruinas hacían llorar a propios y extraños, de esa joya arquitectónica que se llama Monasterio de Osera”. Muchas veces se ha sugerido la conveniencia de rendir un homenaje póstumo al doctor Cerviño, en agradecimiento a las fatigas que se impuso —que no fueron pocas— para lograr dar vida a este monasterio que es uno de los monumentos más insignes de Galicia, como lo demuestra la afluencia constante de visitantes.

Su catálogo de escritos, cartas pastorales, alocuciones, conferencias, discursos, etc., está diseminado en el Boletín de la Diócesis de Ourense durante los años que se halló al frente.

 

Bibl.: P. García Górriz, Guía del Monasterio de Oseira, Oseira, 1932; D. Yáñez Neira, El Monasterio de Oseira, cincuenta años de restauración, León, Editorial Everest, 1988, págs. 93 y ss.; “El promotor de la restauración de Oseira”, en Porta da Aira, 6 (1995), págs. 165-190; Continuación de la Historia de fray Tomás de Peralta, vol. II, Orense, Xunta de Galicia, 1997 (ed. facs.), págs. 139-145; “Monjes Restauradores del Monasterio de Oseira”, en El Museo de Pontevedra, LVII (2003), págs. 96- 103; M. del Amo (dir.), “Homenaje a los monjes restauradores de la abadía de Oseira”, en Ourense Siglo xxi, 20 (2010).

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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