Alvarado Tezozomoc, Hernando. México, c. 1523 – c. 1610. Cronista indígena.
Su padre, Huanitzin (también conocido como Diego Alvarado Huanitzin), era nieto de Axayacatl y sobrino de Moctezuma II, últimos reyes de Tenochtitlan.
Antes de la llegada de Hernán Cortés, fue gobernador del señorío de Ecatepec y tomó por segunda esposa a la hija de su tío, Isabel de Moctezuma, con quien tuvo seis hijos, uno de ellos Hernando. Su estrecha relación con Moctezuma enemistó a Huanitzin con gran parte de la nobleza azteca, pero le convirtió en uno de los protegidos de Cortés que, tras la conquista, mantuvo ligada a su línea dinástica el gobierno de la población indígena de México-Tenochtitlan.
A pesar de su noble linaje, su hijo Hernando no estudió en el Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, donde recibieron educación superior los hijos de la nobleza indígena, pues, cuando abrió sus puertas este centro, sobrepasaba la edad máxima de admisión. No obstante, Tezozomoc perteneció a la primera generación de mexicanos cristianizados y alfabetizados en lengua castellana, formación recibida en la escuela que fray Pedro de Gante mantenía desde 1525 en el convento de San Francisco de México. Al no haber recibido educación superior y desconocer la lengua latina, Tezozomoc fue postergado en el reparto de magistraturas en favor de otros miembros más hispanizados de su familia —mestizos, en la mayoría de los casos— y tampoco pudo ser nahuatlato (intérprete oficial de náhuatl) de la Real Audiencia de México, dignidad que, de ser cierta, no habría pasado por alto señalar en sus obras. Si bien, su bilingüismo, sus conocimientos de Historia indígena, su pertenencia a la nobleza azteca y sus buenas relaciones con la elite virreinal le valieron para adquirir gran protagonismo como intérprete particular y genealogista en los muchos pleitos mantenidos ante la Audiencia por las distintas ramas de la familia real azteca. Hacia 1598 redactó sus crónicas Mexicana y Mexicayotl, en las que transmite la visión que la antigua oligarquía indígena tenía de su propio pasado histórico. Dada la similitud de ambas, parece que Tezozomoc transcribió por duplicado, en castellano y náhuatl, respectivamente, la lectura que sus informantes hicieron de un mismo códice prehispánico. Su obra sólo resulta inteligible a la luz de las circunstancias vitales del autor, orgulloso de la herencia cultural recibida de sus antepasados y, a la vez, testigo del desmoronamiento material del mundo que representaba.
Obras de ~: Crónica mexicayotl, s. l., 1598 (ed. con introd. y trad. de A. León, México, UNAM, 1992); Crónica mexicana, s. l., 1598 (ed. y est. prelim. de G. Díaz Migoyo y G. Vázquez Chamorro, Madrid, Dastin, 2001).
Bibl.: F. Esteve Barba, “Cultura virreinal”, en A. Ballesteros Beretta, Historia de América y de los pueblos americanos, vol. XVIII, Barcelona, Salvat, 1949-1965, págs. 165, 185-192 y 488-494; g. Vázquez Chamorro, “Alvarado Tezozomoc, el hombre y la obra”, en H. de Alvarado Tezozomoc, Crónica mexicana, ed. y est. prelim. de G. Díaz Migoyo y G. Vázquez Chamorro, Madrid, Dastin, 2001, págs. 33-59.
Jaime J. Lacueva Muñoz