Colom Canals, Mateo. Sóller, Mallorca (Islas Baleares), 10.IV.1879 – 16.XII.1933. Religioso agustino (OSA) y obispo de Huesca.
Vio la luz en el pueblo mallorquín de Sóller el 10 de abril de 1879. Ese mismo día sus padres Mateo y María lo llevaron a la parroquia de San Bartolomé para bautizarlo, primer paso de su educación cristiana, que continuó con su escolarización e ingreso en el Seminario Conciliar de Palma de Mallorca, donde cursó Humanidades y dos años de Filosofía (1889-1895).
Su ingreso en la Orden de San Agustín acaeció el 10 de septiembre de 1895 al vestir la librea agustiniana en el Real Colegio Seminario de Valladolid. Aquí prosiguió sus estudios eclesiásticos, que concluyó en el monasterio agustiniano de Santa María de La Vid (Burgos), donde recibió el presbiterado el 28 de agosto de 1902. Su primer destino fue el recién inaugurado colegio de Alicante. Al año siguiente pasó a Bilbao, donde sobresalió por su labor pastoral desde el púlpito.
Desde 1904 su destino quedó vinculado a Colombia.
A Barranquilla llegó el 14 de mayo y allí permaneció en el Colegio León XIII y en la parroquia de San Nicolás. Las siguientes escalas de su etapa colombiana fueron las residencias agustinianas de Mompós (1905), Facatativá (1907), Bojacá (1909) y Bogotá (1910). En todas estas ciudades hizo de su predicación el instrumento principal de su apostolado, convirtiéndose, según elogiaba Rodríguez Hontiyuelo en 1909, en “el orador favorito de la sociedad bogotana, y se ha hecho popular en algunas provincias de Colombia, pudiendo muy bien asegurarse que figura a la cabeza de la juventud agustiniana que en América defiende los intereses de la religión mediante la palabra divina”. De su fluido discurso y sus nutridos conocimientos también se beneficiaron las revistas y tabloides de prensa. “El P. Colón —según Santiago Vela— ha dejado huellas de su paso en la República Colombiana por su trabajo constante y fructuoso en pro de los intereses españoles en aquel país, y en la prensa y en el púlpito su tema favorito ha sido siempre la comunidad de ideas y de sentimientos que debe existir con la antigua Metrópoli, hacia la cual es un absurdo que en los tiempos presentes se conserven rencores y diferencias. Pasaron ya de moda ciertos ideales que desdicen mucho en la actualidad de la hidalguía y nobleza de alma de sus sostenedores, y en suavizar asperezas y encarrilar las corrientes de simpatía hacia España se ha dedicado nuestro biografiado con ahínco y con fe, siendo su labor muy fecunda en prácticos resultados. Teniendo en consideración tantos servicios prestados a España en aquella República, la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cádiz le ha honrado con el título de Académico correspondiente.” Su valía no pasó desapercibida ante los ojos de monseñor Francesco Ragonesi, delegado papal en Colombia, que lo nombró su secretario particular.
Y al prelado pontificio acompañó en 1913 con dicho oficio para trabajar en la Nunciatura de Madrid.
Fueron ocho años de burocracia, papeleos, discursos, etc., sin cortar sus lazos hispanoamericanos, como lo demostró con un artículo titulado “La emigración española en Colombia”, publicado en la revista agustiniana España y América, insistiendo en que hay que fomentar el conocimiento mutuo para fortalecer los lazos afectivos desde ambas orillas atlánticas. Su posición privilegiada, pero ante todo sus méritos y fama le ganaron galardones como comendador de la Real Orden de Isabel la Católica y el de caballero de la Orden de Carlos III (1921).
Título de mayor relevancia fue la nómina episcopal de Andrapa y auxiliar de Toledo, siendo consagrado el 24 de agosto de 1921 en la Iglesia de La Vid. Al año siguiente fue preconizado obispo de Huesca, donde hizo su entrada solemne el 8 de julio de 1922. Su primera y principal preocupación fue el seminario, proyectando un plan vocacional y la mejora de los estudios. Después de la reforma del seminario y la ayuda al clero, promovió misiones populares para instruir y alimentar el espíritu de sus diocesanos. Sabedor del influjo de los medios de comunicación, fundó el periódico católico Montearagón en 1927 para contrarrestar las voces de otros semanarios, principalmente el Diario de Huesca, contra el que lanzó penas de excomunión.
El ambiente se enrareció y se complicó aún más con el conato de sublevación de Jaca el 12 de diciembre de 1930 y la llegada de la Segunda República el 14 de abril de 1931, cuya legitimidad no sólo reconoció, sino que recomendó su aceptación a sus fieles con una circular firmada el 17 de abril inmediato. Pero el cambio de régimen y otros acontecimientos dieron alas a los opositores episcopales y éste, “por consejo apremiante de personas de reconocido prestigio y prudencia, hubo de salir para Mallorca, estableciéndose en Sóller, su pueblo natal, y desde allí continuó rigiendo la diócesis con la fiel cooperación del gobernador eclesiástico que oportunamente nombrara.
Su proceder en tan críticas circunstancias mereció la aprobación del Excmo. Sr. Nuncio de Su Santidad” (Menéndez, 1934).
En Sóller falleció el 16 de diciembre de 1933, y fue sepultado en la Iglesia de San Bartolomé, la misma en la que cincuenta y cuatro años antes recibió las aguas lustrales del bautismo.
Obras de ~: Conferencias religiosas pronunciadas en la iglesia de San Agustín de Bogotá, Bogotá, 1908; Por la Iglesia, Bogotá, Tipografía Salesiana, 1910; Ley diocesana sobre la enseñanza de la Religión, Huesca, Imprenta Viuda de L. Pérez, 1933.
Bibl.: E. Jorde, Catálogo bio-bibliográfico de los religiosos agustinos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas desde su fundación hasta nuestros días, Manila, Colegio de Santo Tomás, 1901, pág. 758; M. Rodríguez Hontiyuelo, “Confidencias religiosas”, en España y América, 7 de febrero de 1909, págs. 81-82; G. de Santiago Vela, Ensayo de una biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, t. II, Madrid, Imprenta Asilo de Huérfanos Sagrado Corazón de Jesús, 1915, págs. 33-36 [en Analecta Augustiniana, 15 (1933-1936), págs. 124-125]; E. Negrete, “El Ilmo. y Rvmo. P. Fr. Mateo Colom y Canals, Obispo de Huesca”, en Archivo Agustiniano, 41 (1934), págs. 161-174; V. Menéndez, “El Excmo. y Rvmo. P. Fray Mateo Colom, Obispo de Huesca”, en Vergel Agustiniano, n.º 73 (1934), págs. 16-19; M. Merino, Agustinos evangelizadores de Filipinas (1565-1965), Madrid, Archivo Agustiniano, 1965, págs. 519-520; F. Carmona, “La fraternidad hispanoamericana en los discursos y escritos del P. Mateo Colom, OSA (hijo ilustre de Mallorca)”, en Les Illes Balears y América. Congrés Internacional d’estudis historics V Centenario, Palma de Mallorca 27-31 enero 1992, t. II, Palma de Mallorca, Institut d’Estudis Baleàrics, 1992, págs. 103-111; I. Rodríguez y J. Álvarez, Al servicio del evangelio. Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas, Valladolid, Estudio Agustiniano, 1996, págs. 290-291; F. Campo, “Mons. Fray Mateo Colom Canals (1879-1933), Obispo de Huesca 1923-1933”, en Archivo Agustiniano, 86 (2002), págs. 177- 243.
Jesús Álvarez Fernández, OSA