Martínez Suárez, Antonio, Antonio Suárez. Gijón (Asturias), 26.I.1923 – Madrid, 21.X.2013. Pintor.
Antonio Martínez Suárez nació en Gijón, donde, tras asistir al colegio, se matriculó en las clases nocturnas de la Escuela Oficial de Peritos Industriales. Ya en la adolescencia comenzaron a manifestarse sus inclinaciones pictóricas, conservándose de esa época las primeras acuarelas y dibujos. En el año 1944, cuando iba a comenzar el servicio militar, sufrió una grave enfermedad que le obligó a una larga convalecencia, durante la que se preparó para ejercer como delineante de arquitectura. Estos estudios le permitieron entrar a trabajar en el estudio del arquitecto Álvarez Hevia, donde coincidió con el también joven artista Joaquín Rubio Camín. Ambos amigos, con inquietudes artísticas similares, comenzaron a pintar juntos realizando paisajes del natural. En esos momentos los pintores de referencia en Asturias eran Nicanor Piñole y Evaristo Valle, con los que llegaron a mantener un estrecho contacto. La primera exposición del artista tuvo lugar en el año 1947 en la Sala Cristamol, uno de los primeros espacios en el Gijón de la posguerra que celebraba exposiciones con regularidad. En los paisajes que presentó a dicha muestra se aprecia la utilización de un lenguaje de tintes expresionistas. A finales de la década de 1940 realizó diversos viajes a Madrid que le permitieron entrar en contacto con la, por entonces incipiente, vanguardia artística española. En 1949 contrajo matrimonio con Angelita Menéndez, instalándose en la capital de España, donde expuso por vez primera en la galería Buchholz, una de las más prestigiosas de la ciudad. Al año siguiente el matrimonio viajó a París, donde conoció a algunos de los pintores de la denominada Escuela de París, como Antoni Clavé, Joaquín Peinado u Óscar Domínguez. Fue una época en la que el artista, al tanto de lo que sucedía en la plástica nacional e internacional, se debatía entre la figuración y la abstracción.
La segunda mitad de la década de 1950 fue una época de intensa actividad para Antonio Suárez. Además de continuar con la pintura de caballete, entró en contacto con los arquitectos encargados de los planes de reconstrucción que llevaba a cabo el Instituto de Colonización, que le encargaron proyectos de vidrieras y pinturas murales para decorar sus edificios.
En los años siguientes colaboró con arquitectos como José Luis Fernández del Amo, Ignacio Álvarez Castelao, Juan Vallaure o Suárez Aller.
El año 1957 fue fundamental en la trayectoria artística de Antonio Suárez, ya que firmó el manifiesto del grupo El Paso, junto a Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Manuel Rivera, Pablo Serrano y el crítico Manuel Conde.
La constitución de este grupo representa uno de los acontecimientos fundamentales en la historia de la pintura española de la segunda mitad del siglo xx.
Aunque el grupo se disolvió enseguida, la experiencia fue lo suficientemente decisiva como para marcar la trayectoria futura del artista. En esta época se consolidó su característico estilo, en el cual, apartado definitivamente de la figuración, realizó obras donde la componente gestual es fundamental. En sus pinturas la materia adquiere una importancia decisiva, consiguiendo un sutil contraste de texturas mediante la utilización de veladuras.
La proyección internacional del artista comenzó también en esta época. En 1957 participó en la II Bienal de Alejandría y al año siguiente fue seleccionado, entre otros, para representar a España en la XXIX Bienal de Venecia y en la exposición Ton-Fan de Taipei, Taiwán. Dos años después, en 1959, participó en la V Bienal de São Paulo y en la Quinta Exposición Internacional de Arte de Tokio.
La pintura de Suárez, a partir de estos momentos, dejó de lado cualquier referencia figurativa para definirse por unos valores estrictamente plásticos. Sin embargo, en los primeros años de la década de 1960, comenzó a titular sus cuadros con términos que hacían referencia a formas y géneros concretos (Forma humana, Torso, Paisaje, etc.). En un principio estos títulos eran la única referencia a lo real, aunque, progresivamente, fueron surgiendo en sus óleos formas que de una manera sutil empezaban a sugerir elementos concretos.
Durante los años 1961 y 1962 continuó colaborando con diversos arquitectos, diseñando elementos de decoración arquitectónica. En el año 1963 realizó su primer viaje a México y Estados Unidos, y expuso en la ciudad de Nueva York. En los años siguientes siguió su proyección internacional, participó en la Bienal de Venecia del año 1962 y en las Bienales de São Paulo de 1965 y 1967.
En la década de 1970 se aprecia en su obra un progresivo deseo de recuperación de la realidad. Junto con la materia, va también adquiriendo un mayor protagonismo el espacio a través de la aparición de diferentes planos con los que realiza la composición.
Esta evolución va acompañada de un enriquecimiento de la gama cromática, con la aparición de colores como azules, verdes y rosas, que antes estaban ausentes en sus óleos.
La trayectoria expositiva continuó igual de intensa en la década de 1970, para, en la década siguiente, surgir las primeras muestras antológicas, como la celebrada en 1982 en el Museo de Bellas Artes de Asturias, que supuso un recorrido por su dilatada carrera artística.
Obras de ~: Paisaje, 1949; Paisaje con caballos, 1953; Monotipo, 1956; Composición, 1957; Pintura, 1957; Pintura, 1958; Pintura, 1959; Sin título, 1959; Sin título, 1960; Pintura, 1961; Pintura número 2, 1962; Pintura, 1962; Forma humana, 1965; Torso, 1966; Naturaleza, 1968; Formas, 1970; Pintura, 1972; Chimenea, 1973; La persiana, 1974; Jarra blanca, 1978; Paisaje, 1980; Pintura, 1980; Paisaje, 1982; Interior, 1988; Amarillo, 1992; Bodegón, 1991; Paisaje, 1994.
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Saturnino Noval García