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Isidoro de Carvajal y Lancaster

Biografía

Carvajal y Lancaster, Isidro de. Toledo, 15.V.1705 – Cuenca, 15.I.1771. Obispo de Cuenca y canonista.

Descendiente por sus dos ramas familiares de los linajes más encumbrados —Moctezuma, el emperador azteca; Enrique II de Castilla y Juan II de Portugal— y educado con gran pulcritud, inició sus estudios superiores en la Universidad de Alcalá de Henares para concluirlos en la salmantina como doctor en Derecho Canónico. En la ciudad del Tormes fue durante un curso —1724— residente y alumno del famoso Colegio Mayor de San Bartolomé, de cuyo espíritu e ideas quedaría muy imbuido, según demostraron los acontecimientos que darían, tiempo adelante, celebridad al prelado conquense. En compañía de su hermano Álvaro, en 1728, su tío el duque de Abrantes le otorgó en el cabildo catedralicio de la sede de San Julián una canonjía de gracia. Desde entonces se entregó a una intensa actividad pastoral, sembrada de iniciativas favorables a la potenciación religiosa y social de la diócesis.

Enfrascado en ella, rechazó el nombramiento como obispo de Barcelona, ofrecido por Felipe V en 1734, así como otras atractivas propuestas, sin que le valieran, no obstante, sus reiterados desistimientos a regir justamente la mitra conquense para la que de modo imperativo fue designado por Carlos III en el inicio mismo de su reinado.

En 1760 ocupó la sede de Cuenca y, dado su insuperable conocimiento de ella, su entrega, austeridad y desbordante caridad, fue muy popular entre sus fieles.

Fueron justamente la solicitud por los humildes y la preocupación por asegurar la labor asistencial y benéfica desplegada por la Iglesia los motivos, quizá, más destacados de uno de los textos más famosos y aún controvertidos de la literatura eclesiástica y política del siglo xviii, en el que el obispo conquense sometía a dura crítica la postura hiperregalista adoptada por la Corona y sus ministros.

Enviado de forma privada al confesor regio en plena crisis del motín de Esquilache, lo fue más tarde, y a petición del propio Monarca, al Consejo de Castilla, siendo respondido de manera adusta y detallada por los fiscales Moñino y Campomanes: memorial ajustado hecho de orden del Consejo Pleno, a instancias de los señores fiscales, del expediente consultivo, visto por remisión de Su Majestad a él, sobre el contenido y expresiones de diferentes cartas del obispo de Cuenca, Isidro de Carvajal y Lancaster (Madrid, 1768). Sus redactores y, asimismo, todos los sectores dirigentes comprometidos con el éxito de las reformas ilustradas aprovecharon la ocasión brindada por el lance para la reafirmación solemne del programa abanderado por la Corona, de manera muy singular, el ideario y credo regalistas aplicado con calor y sin desmayo por las altas esferas burocráticas. Acusado incluso de forma velada de conspirador y favorecedor de los alborotos y agitaciones de la primavera de 1766, como otros muchos antiguos miembros del Colegio Mayor de San Bartolomé, la sentencia del Consejo de Castilla fue adversa al prelado, forzado a retractarse ante el propio rey Carlos, al que fue obligado a jurar acatamiento y obediencia, muy poco después de que sus amados jesuitas fuesen extrañados de España y sus territorios ultramarinos. A ningún contemporáneo le pasó inadvertido el simbolismo y hondo significado de ambas medidas. Tampoco al celoso prelado que, enclaustrado en la atención a sus deberes, no tardó en morir. En efecto, falleció el 15 de enero de 1771, siendo obispo de Cuenca.

 

Bibl.: T. Muñoz y Soliva, Noticias de todos los Ilmos. Señores Obispos que han regido la diócesis de Cuenca, aumentadas con los sucesos más notables acaecidos en sus pontificados y con muchas curiosidades referentes a la santa iglesia catedral y su cabildo y a esta ciudad y su provincia, Cuenca, Imprenta de Francisco Gómez e Hijo, 1860; V. Rodríguez Casado, “Iglesia y Estado en el reinado de Carlos III”, en Estudios Americanos, 1 (1948), págs. 5-57; La política y los políticos en el reinado de Carlos III, Madrid, Ediciones Rialp, 1962.

 

José Manuel Cuenca Toribio