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Martín de Olabe

Biografía

Olabe, Martín de. Vitoria (Álava), 1507-1508 – Roma (Italia), 17.VIII.1556. Jesuita (SI), teólogo, capellán real, conciliarista en Trento.

Este vitoriano entró como jesuita en septiembre de 1552 en Roma, a una edad adulta en los primeros tiempos de la Compañía de Jesús. Antes, había estudiado Filosofía entre 1524 y 1528 en Alcalá de Henares. Fue allí donde conoció a Í ñigo de Loyola, cuando éste, procediendo de Barcelona, vivía unos tiempos muy difíciles con la Inquisición, comportamientos que se van a prolongar después en Salamanca e incluso en París. El Tribunal de la ortodoxia no otorgaba la suficiente autoridad a aquel vasco de más de treinta años, pues no contaba con los grados universitarios pertinentes en las disciplinas teológicas. Olabe le llegó a ayudar económicamente a través de una limosna. Como ocurrió con Í ñigo de Loyola, Martín de Olabe prosiguió su formación en París, en 1529, donde obtuvo el grado de bachiller en 1532. Se licenciaba al mismo tiempo que el mencionado Í ñigo de Loyola, en el momento en que éste tornaba su nombre por el de Ignacio y, finalmente, se convertía en doctor en Teología nueve años después.

No se vinculó con el grupo de los primeros fundadores, sino que fue nombrado capellán de Carlos V, pasando a la Corte imperial en Alemania y manteniendo una adecuada relación con el fraile dominico Pedro de Soto, entonces confesor del Emperador. Tras el Interim de 1548, tanto Martín de Olabe como Pedro de Soto se encaminaron hacia Dilinga en Baviera, donde se integraron en un centro de estudios teológicos que había impulsado el cardenal-arzobispo Otón de Truchsess. Allí ejerció su dimensión docente, leyendo las disciplinas propias de la Teología desde 1549. Pasó por las inquietudes de Olabe la posibilidad de iniciar el camino de misionero en los territorios de América, pero finalmente el prelado que les había protegido le invitó a asistir a la segunda sesión del Concilio de Trento, entre 1551-1552, tal y como había convocado el papa Julio III, ejerciendo el oficio de procurador del cardenal.

Se conservan de Olabe los resúmenes de tres intervenciones conciliares sobre la Eucaristía, la penitencia y confesión sacramental y sobre el Orden y la misa. Por esta última, el embajador Toledo le consideraba uno de los teólogos más inminentes del Concilio. Fue en aquella ocasión cuando conoció a los jesuitas que habían sido enviados a Trento como teólogos del Pontífice. Eran Diego de Laínez y Alonso Salmerón, además de Pedro Canisio. Pudo realizar los Ejercicios ignacianos en un intermedio de la sesión conciliar, decidiendo la entrada —como era habitual— dentro de la Compañía de Jesús. Era la fecha mencionada de septiembre de 1552, en la misma ciudad de Trento. Pronunció sus últimos votos o profesión solemne un año después, en abril de 1553, junto a la sede de Pedro y poniéndolos en manos del propio Ignacio de Loyola.

En Roma, por disposición del prepósito general, fue superintendente y profesor de Teología y Controversias en el Colegio Romano, desplegando una importante labor de organización de los estudios. Sin duda, contaba con el prestigio con el cual había salido de la reunión conciliar. Así, en el momento de inaugurarse los estudios de Filosofía y Teología, protagonizó un acto solemne el 28 de octubre de 1553. Polanco, secretario de Ignacio de Loyola, destacaba que lo había defendido sine praeside, es decir, sin el patrocinio de ningún maestro y con el reconocimiento de los que lo presenciaron. Precisamente, en los dos cursos siguientes, se esperó con interés la palabra autorizada de Olabe en los actos que habrían de ser presididos por él. Fue precisamente el papa Caraffa, Pablo IV, aquel cuya elección estremeció los huesos de Ignacio, el que concedió al colegio mencionado la posibilidad de otorgar grados en las materias mencionadas. Era enero de 1556.

No fue la docente la única autoridad de Olabe, sino que también visitó el Colegio de Gubbio, en Perugia, además de intentar conseguir la conversión al catolicismo de la que era esposa del gobernador de Parma y Piacenza, García Manrique de Mendoza. Aquella mujer se llamaba Isabel Briceño. Participó en una comisión pontificia para la reforma de la Dataría Apostólica, pues el papa Pablo interrumpió el camino conciliar de la Reforma católica y consideró que se podía alcanzar ese objetivo a través de diferentes comisiones.

En la que participó Martín de Olabe se abordó especialmente el problema de la simonía. Fue muy activo en la defensa de la Compañía frente a los ataques de la Facultad de Teología de París. Su vida, tan próxima a la del propio Ignacio de Loyola, concluyó pocos días después de la muerte del fundador, el 31 de julio. En ese mismo año de 1556, Martín de Olabe moría el 17 de agosto.

 

Obras de ~: Reuerendi D. Martín de Olave theologi hispani et Caesareae atque catholicae majestatis, oratio habita in Sínodo Augustana, en Collectio Conciliorum del P. Labbe, vol. XIV, págs. 597-606; Assertiones Theologicae de Bautismo et Confirmatione Propositae Romae cum multis aliis Theologicis conclusionibus in publicam disputatione anno Domini 1554, Roma, apud Antonium Bladum, 1554; Monumenta Historica Societatis Iesu, Epistolae Mixtae ex variis Europae locis, Madrid, excudebat Augustinus Avrial, 1899-1901, vols. 2-5; “Ordo lectionum et exercitationum in universitatibus SI”, en Monumenta Historica Societatis Iesu, Monumenta Paedagogica Societatis Iesu, ed. L. Lukács, 1540-1556, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1965, vol. 1, págs. 163-185.

 

Bibl.: J. E. Nieremberg, Vidas exemplares y Venerables Memorias de algunos Claros Varones de la Compañía de Iesvs de los quales es este Tomo qvarto, Madrid, por Alonso de Paredes, 1647, págs. 684-685; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. V, Bruxelles, O. Schepens-A. Picard, 1894, págs. 1878-1880; J. A. Polanco, Vita Ignatii Loiolae et rerum Societatis Iesu Historia, Chronicon, Madrid, excudebat Augustinus Avrial, 1894-1898, vols. 1-6; E. Rinaldi, La fondazione del Collegio Romano, Arezzo, Cooperativa Tipográfica, 1914 (Memorie Storiche); J. A. Polanco, Monumenta Historica Societatis Iesu, Polanco Complementa. Epistolae et Commentaria, Madrid, typis Gabrielis López del Horno, 1916-1917, vols. 1-2; J. Malaxechevarría, El doctor Martín de Olabe, Roma, 1940; C. Gutiérrez, Españoles en Trento, Valladolid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951, págs. 763-775; R. García Villoslada, Storia del Collegio Romano dal suo inizio (1551) alla soppressione della Compagnia di Gesù (1773), vol. 66, Roma, Analecta Gregoriana, 1954; H. Rahner, “Ignatius und die Bekehrung der Doña Isabel Briceño”, en Archivum Historicum Societatis Iesu, 25 (1956), págs. 99-118; P. Ribadeneyra, Fontes narrativi de S. Ignacio de Loyola et de Societatis Iesu initiis, Vita Ignatii Loyolae, ed. C. de Dalmases, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1965; Epistolae PP. Broëti, Jaji, Codurii et Roderici, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1971 (reed.), pág. 109; C. de Dalmases, “Olabe, Martín de”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. III, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pág. 2864.

 

Javier Burrieza Sánchez