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Francisco Centani

Biografía

Centani, Francisco. Madrid, p. s. xvii – VI.1684. Contador mayor, consejero de Hacienda y hombre de negocios, teórico de la Economía y de la Hacienda del último cuarto del siglo xvii.

Financiero conocedor del entramado administrativo de la Real Hacienda, cercano a los más destacados protagonistas políticos del período en el que le tocó vivir: Luis de Haro, el conde de Castrillo o Medinaceli.

Fiel exponente de la contradictoria mentalidad reformadora de algunos de los hombres que protagonizaron las postrimerías del seiscientos, no pertenecía a las grandes familias de mercaderes y asentistas tradicionales.

Su fortuna empezó y terminó con él. Hijo primogénito de un familiar del Santo Oficio —Leonardo Centani— y de Catalina Ruiz Pantoja, era natural de Madrid como sus padres. Casado en primeras nupcias con María Luisa Arrayado de Herrera, hija de un médico que ejercía en Madrid, este primer enlace le reportó parte de su fortuna inicial. Nombrado a comienzos de la década de 1650 contador de resultas, inició su actividad empresarial durante los últimos años del reinado de Felipe IV dedicado a la producción y comercialización internacional de lana. Llegó a poseer entre veinticinco mil y treinta mil cabezas. Un número importante teniendo en cuenta que para el siglo xvii una cabaña de sesenta mil era excepcional.

Él mismo se encargó de beneficiarla en un lavadero que poseía en Vaciamadrid haciéndolo también con la que compraba a otros ganaderos para venderla después en Flandes “siempre por dinero” y no por productos de origen extranjero. Imbuido de espíritu mercantilista, declaraba que, de haber participado en semejantes transacciones, hubiera contribuido a empeorar la economía de la Monarquía.

Sin embargo, su conducta en el mundo de los negocios no resultó siempre tan ejemplar. Fue objeto de varias denuncias en 1665 en la Sala de Alcaldes de Casa y Corte por almacenar vino en su finca y negociar con él comprando cosechas a bajo precio con antelación a la recogida de la uva a cambio de proporcionar préstamos cuando los agricultores necesitaban dinero. También fabricó vino y lo distribuyó ilegalmente sin pagar alcabalas o cientos y defraudó en alguna ocasión los derechos de exportación de las lanas.

Estos negocios especulativos debieron de contribuir también a labrar su fortuna.

Respecto a su entrada en el mundo de las finanzas estatales, él mismo relata cómo “sirvió desde el año 1658 con numerosos asientos a instancias del conde de Castrillo y del secretario D. Bartolomé de Legasa”.

Existen noticias de nueve contratos que proporcionaron dinero preferentemente en Flandes y en menor medida en tierras alemanas e italianas. Probablemente quiso hacer la competencia —motu proprio o alentado por el conde de Castrillo— para entrar en concurrencia con los grupos de banqueros extranjeros a los que considera “cánceres del reino”.

Desde su puesto de contador mayor promovió la investigación de la labor del resto de los contadores. Una obligación que comportaba el cargo, pero que había entrado en desuso. Centani revisó los balances de los compañeros de su sala antes de que se cerraran y encontró un error contra la Real Hacienda de más de 4.200.000 maravedís. Un grave fallo que él calificó de abierto fraude y que desató una disputa en la que faltó al respeto al tribunal. Mariana de Austria le impuso a raíz del incidente una multa de 1.500.000 maravedís y le expulsó temporalmente del organismo. Pero a pesar de este tropiezo, su carrera administrativa prosiguió.

El 12 de julio de 1675 fue nombrado miembro ad honorem del Consejo de Hacienda en consideración de sus servicios, que no eran otros que una mejora en el rendimiento de la renta del tabaco que administró a lo largo de su vida en cuatro ocasiones. En 1677, el puesto de consejero de Hacienda se convirtió en efectivo “con gajes y propinas”, aunque en situación de supernumerario. Desde 1677 y hasta fines de 1679 alcanzó la cima de su carrera en la administración de Hacienda al formar parte de la primera Junta de Comercio fundada en 1679. En un memorial enviado al Rey ocho años antes, él mismo apuntaba la necesidad de erigir un organismo de estas características integrado por hombres de negocios “naturales”.

En 1679, su sugerencia se tuvo en cuenta y él mismo entró a formar parte de la nueva institución en la que representaba no sólo al consejo de Hacienda, sino a los “hombres de negocios destos reinos”.

Creada por Real Decreto el 29 de enero de 1679 cuando todavía gobernaba Juan José de Austria, la Junta se compuso de cuatro ministros, uno por cada uno de los consejos implicados (Castilla, Guerra, Hacienda e Indias) y por una representación del concejo de Madrid. Aunque se ha tendido a minimizar su importancia juzgando que los que la componían no eran gentes experimentadas en el universo mercantil, la presencia de Centani o la del propio Carlos de Herrera y Ramírez de Arellano, que fue juez conservador de numerosos hombres de negocios, viene a demostrar lo contrario. No existía tanta diferencia de objetivos entre esta primera Junta de Comercio y las de Inglaterra o Francia, integradas desde el principio por un personal mixto procedente del mundo de la burocracia y del comercio. Existe, sin embargo, un aspecto que las diferencia. Mientras la inglesa y la francesa han conservado prácticamente íntegra su documentación, la española, al tener su sede en la casa particular del representante del Consejo de Castilla, apenas cuenta con vestigios documentales de la primera época.

Centani también redactó a lo largo de su vida varios memoriales de contenido administrativo y fiscal.

El primero, fechado en agosto de 1665, lo presentó en el Consejo de Hacienda en 1666 a petición del conde de Castrillo. Planteaba la posibilidad de suprimir alguna de las figuras fiscales existentes por una “capitación” directa sobre el vecindario que contribuiría de acuerdo con sus recursos. En 1671 redactó el más importante y conocido de todos sus escritos.

En él trató de llamar la atención sobre la importancia de los fraudes fiscales y la necesidad de entender que “la única riqueza verdadera es la tierra [...] que viene a ser hacienda física y verdadera”; afirmación por la que se le ha considerado un prefisiócrata. Proponía una reforma tributaria que grabara a los súbditos en proporción a su riqueza y —como otros antes que él— propugnaba la “única contribución” que sólo debían pagarla los que poseyeran tierras. Finalmente, en 1674 y 1675 redactó otros dos escritos insistiendo en los beneficios del sistema de administración frente al de arrendamiento de rentas. La trascendencia de estos últimos reside en que aquellas proposiciones sí se llevaron a la práctica y tuvieron reflejo en la administración de la renta del tabaco que él mismo desarrolló en años posteriores.

A los ojos de sus contemporáneos, Centani no fue un teórico de la hacienda o un arbitrista, sino, ante todo, un hombre rico. Poseyó varias casas en Madrid y habitaba en una situada en la calle de Atocha que, adornada de preciosos jardines, ocupaba toda una manzana. Llama la atención el desinterés que demostró por la obtención de dignidades nobiliarias. Se sabe que no tenía un alto concepto del comportamiento fiscal de los privilegiados, en especial de la nobleza, a la que acusaba continuamente de practicar fraudes.

Murió apremiado por algunos acreedores. El más importante, el tesorero de la reina madre que tenía consignaciones para el mantenimiento de la Real Casa en la renta del tabaco.

 

Bibl.: J. L. Sureda Carrión, “Las teorías económicas de Jacinto Alcázar y Francisco Centani”, en Anales de Economía, vol. VI, n.º 24 (1926); La Hacienda castellana y los economistas del siglo xvii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1949; P. Molas Ribalta, “Instituciones administrativas y grupos sociales en la España del siglo xviii. Las juntas de comercio”, en VV. AA., Primeras jornadas de metodología aplicada de las ciencias históricas, vol. III, Santiago de Compostela, Universidad, 1976, págs. 795-802; E. Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles, vol. II, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 1999; J. Larraz, La época del mercantilismo en Castilla 1500-1700, Madrid, Asociación Española de Historia Moderna, 2000 (reed.); J. Reeder y L. Perdices de Blas, Diccionario de pensamiento económico en España (1500-2000), Madrid, Fundación ICO-Síntesis, 2003; C. Sanz Ayán, Estado, Monarquía y Finanzas, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004, págs. 241- 257; M. Colmeiro, Biblioteca de los economistas españoles de los siglos xvi, xvii y xviii, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 2005.

 

Carmen Sanz Ayán

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