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Lucius Licinius Sura

Biografía

Licinius Sura, Lucius. Lucius Licinius L(uci) f(ilius) Ser(gia tribus) Sura. ¿Tarragona (antes Tarraco)?, ¿c. 56? – ?, 108 post. Senador de Roma.

Nació en una ciudad de la Hispania Tarraconense, hoy identificada por G. Alföldy con Tarraco (Tarragona) en una fecha no conocida pero que, por el ritmo de su carrera política, se ha calculado en torno al año 56. Su padre se llamaba también Lucius. Un antepasado suyo fue responsable de la construcción del arco de Bará, en Tarragona, a donde había llegado procedente de la ciudad de Celsa (provincia de Zaragoza) en época augustea. Tradicionalmente se había supuesto que el arco se debía al propio Sura, lo que hizo identificar su ciudad de nacimiento con Celsa, hasta que la diferencia entre ambos fue definida por X. Dupré mediante la datación del arco en el reinado de Augusto. Estaba censado en la tribus Sergia, que no era la propia de su ciudad.

Su carrera política, como miembro de una familia senatorial, debió comenzar bajo los Flavios, siendo ya en época de Domiciano un reputado orador de quien Marcial (Epigr., VII, 47) decía, como alabanza, que evocaba el estilo propio de los antepasados.

En los primeros años de su vida pública tuvo que vivir en Roma, en su casa del Aventino, que menciona otra vez el poeta Marcial (Epigr., VI, 64) como situada cerca del templo de Diana. No se sabe si fue allí en donde sufrió la grave enfermedad de la que habla este autor (el año 92), que se alegraba de la recuperación del paciente (Epigr., VII, 47). En la urbe mantuvo una intensa relación de amistad con algunos intelectuales de la época, como el propio autor de los epigramas, o Plinio el Joven, al que visitó en la ciudad de Como y con quien mantenía correspondencia, como ha quedado documentado en algunas cartas conservadas (Ep., IV, 30 y VII, 27).

Su carrera, no muy bien conocida, fue reconstruida erróneamente a partir de una inscripción hallada en Roma, en el Monte Celio, en la que se representaba el cursus honorum de un senador cuyo nombre se había perdido (CIL, VI, 1444). Este documento se atribuye hoy a un individuo de su propio entorno, Quintus Sosius Senecio (CIL, VI/8.3: 4698-4699), lo que vuelve a dejar algunos interrogantes sobre los cargos desempeñados por Sura a lo largo de su vida. En cualquier caso, Sura se convirtió en un personaje influyente, que probablemente lideraba un sector de senadores provinciales de origen hispano y narbonense que formaban un grupo de poder a finales del siglo i d. C. Como tal, pudo impulsar la adopción de otro hispano, Marcus Ulpius Traianus, por el emperador Nerva, lo que le convertía en el heredero al trono.

Cuando, a la muerte de Nerva, se llevó a cabo la sucesión (97 d. C.), Sura sería la mano derecha del nuevo Monarca. Ese mismo año ocupó probablemente el consulado por primera vez (PIR, 2, 253).

A comienzos del reinado de Trajano, Sura era legatus pro praetore (gobernador) en Germania inferior (probablemente entre los años 98 y 100-101), mientras el nuevo Monarca se demoraba en la frontera norte para dejar solucionados los problemas de seguridad antes de entrar en Roma. Sura debió de abandonar la región para acompañar al príncipe al bajo Danubio, en donde se iba a desarrollar la primera guerra contra los Dacios (en el territorio de la actual Rumanía), entre los años 101-102 d. C. Al final de las operaciones de represión, se presentó ante el rey dacio Decébalo, acompañado del prefecto del pretorio Claudius Livianus, para ofrecerle la paz en nombre del príncipe (Cassius Dio, LXVIII, 9, 2). Su actuación en la guerra fue recompensada con el segundo consulado el mismo año de finalización de la contienda, un cargo que compartió con Lucius Iulius Ursus Servianus, un influyente senador que acabaría emparentado con el futuro emperador Adriano.

Muy probablemente, estuvo junto a Trajano en la Segunda Guerra Dácica (105-106 d. C.) y, al finalizar la contienda, su carrera se proyectó hacia el tercer consulado (107 d. C.). Compartió el cargo con Quintus Sosius Senecio, lo que aseguraba que esta alta magistratura estaba en ese momento controlada por dos de los senadores más próximos al príncipe. El desempeño del cargo por tercera vez era un excepcional honor que muy rara vez alcanzaba un senador.

A partir de esa fecha no queda rastro de la vida de Sura. Se ha supuesto que no sobrevivió mucho tiempo más, ya que su importante papel en la vida del imperio habría hecho imposible que no trascendieran sus cargos posteriores, por lo que se acepta una fecha de su muerte a partir del año 108-110 d. C., cuando contara con algo más de cincuenta años.

Hasta esa fecha, Sura fue la persona más influyente del reinado de Trajano, quien le debía probablemente su ascenso al trono y le mantuvo como principal consejero, tanto en Roma como en las fronteras, compartiendo estancia en el bajo Danubio a lo largo del desarrollo de las guerras contra Decébalo. Participó en la alta política del Estado romano, lo que en aquellos años incluía difíciles decisiones de política exterior, e incluso debía escribir los discursos del príncipe (Vita Hadr., 3, 10). Al mando de ejércitos provinciales en el Rin o de delegaciones diplomáticas en el bajo Danubio, fue sin duda responsable en gran parte de la dirección que tomaron los acontecimientos hasta la fecha de su muerte e incluso en las siguientes décadas.

En este sentido, Sura fue, al parecer, el principal apoyo con que contaba Adriano para convertirse en el candidato a suceder a Trajano (Vita Hadr., 3, 10). A su muerte, el joven pariente del Emperador ya ocupaba una posición privilegiada junto al Monarca. Le había acompañado a Dacia durante las guerras, donde también estaba Sura, y también estuvo en Oriente durante el desarrollo de la guerra pártica (114-117 d. C.), e incluso a la muerte de su predecesor.

Los relieves de la columna trajana que conmemoraban la victoria sobre los dacios en el foro de Roma conservan las imágenes de los principales protagonistas que actuaron junto al príncipe durante la contienda.

Probablemente el rostro de Sura, como el de Adriano, quedó allí para siempre como la única fuente para conocer su aspecto personal, el de un hombre de unos cincuenta años, representado junto a Trajano.

Pero por encima de su aspecto físico, queda la imagen de un hombre erudito y gran orador que frecuentaba los círculos intelectuales de su tiempo. La vinculación a su patria no debió de perderse nunca. Allí probablemente conservaba su familia intereses económicos, como otros hispanos. En Barcino (Barcelona) se han conservado los testimonios epigráficos de Lucius Licinius Secundus (CIL, II, 4536 y ss.), un liberto que llegó a desempeñar el cargo de sevir en la estructura del culto imperial y en cuyos epígrafes se destacaba que su patrono había desempeñado tres veces el consulado.

La relación con Trajano parece haberse mantenido siempre intacta. Cuenta Dión Cassio (LXVIII, 15- 16) que, en una ocasión, llegaron a Trajano rumores de la traición de Sura. El príncipe acudió a su casa a cenar, dando muestras de una total confianza, utilizando los servicios de su barbero y sus baños, para luego responder a los acusadores que, si su hombre de confianza hubiese querido matarle, lo hubiera hecho en aquella ocasión. Tras su muerte, el Monarca se ocupó de que se le dedicara un funeral público y una estatua. Se construyeron entonces unos baños (las Thermae Suranae, Aurelius Victor, 13, 8) junto a su casa en el Aventino, o bien en el propio lugar de la residencia, sin que quede constancia de si se hizo por iniciativa suya, de sus herederos o del Emperador.

 

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María Pilar González-Conde